¿Por qué hay que “vencer los miedos”? ¿No podemos convivir todos en paz, los miedos a lo suyo y nosotros a lo nuestro y que los miedos acaben reventados los viernes por la noche y se pongan a ver el (dudoso) Netflix con anuncios y nosotros nos vayamos a ver un musical a la Gran Vía y que el fin de semana cada uno haga su vida y todos contentos? Bueno, pues no. Resulta que los miedos te retan (no diariamente, pero casi) a que los venzas. Son unos pesados. Además de miedos, que ya de por sí te agobian dificultándote la vida en tanto que son miedos tuyos propios, son también cansinos porque están ahí dale que dale toma que toma desde hace ya muchos años, dando la vara, “venga, que me venzas”, “venga, que no te atreves”… Oiga, ¡déjeme! Pero está claro que no, que ignorarlos olímpicamente (siempre me ha gustado que ignorar a lo bestia algo reciba la calificación de olímpico) o tratar de escapar por la gatera (he probado ambas opciones) no funciona para librarse de ellos. A los miedos, o los encaras y les clavas una lanza en el pecho y luego los rematas vertiéndoles, no sé, ácido en la cara, o siguen ahí dándote el coñazo forever. Yo ando ahí, de nuevo con la necesidad (vital, urgentísima, candente como culo de res recién marcada) de vencerlos… y me da una pereza tremebunda. Pereza, cansancio, agotamiento maximum overload. Ya no puedo más. Lo peor (¿o lo mejor?) es que mis miedos no son nivel Freddy Krueger o Michael Myers… son más bien Chucky, que da miedo, sí; pero si armas el valor suficiente para darle un patadón lo más seguro es que lo mandes a Cuenca. Dame tu fuerza, Pegaso.
No voy a exponer aquí y ahora cuáles son mis miedos (la newsletter mutaría en ponencia y no quiero desnudarme tan pronto ante ti -en ningún sentido, ambos son asquerosos, créeme-), pero te prometo actualizaciones sobre el tema. Al fin y al cabo, mis miedos tienen que ver (y mucho) con mi misión de estar “buscando de lo mío”, así que no podría no hablarte de esto incluso aunque quisiera escaquearme. Yo te pregunto, ¿tienes tú un miedo que te paraliza, que te hace vivir la vida como con un freno de mano que te gustaría quitar, que te limita cada día… o eres normal?
Vamos ya con ese final de la newsletter con aspiro a que sean dos bloquecitos de recomendaciones. El primero, con cosas que ver/leer por ahí; el segundo, con cosas que haya hecho yo (“hecho” viene a significar “escrito”, no es que me ponga a hacer alfarería y te recomiende galerías donde ver mis obras). Sin más dilación…
Por ahí…
Elon Musk está liando una buena en Twitter con lo de pagar 8 dólares por la chapita azul, haciendo que las empresas anuncien cosas brutales… que en realidad no lo anuncian ellas sino cuentas falsas verificadas haciéndose pasar por ellas. Esto ha generado un meme que me hace bastante gracia, que es el de comparar con fotos de series/películas/deportitas la cuenta verificada real VS. la cuenta verificada “comprada” (yo puse mi granito de arena en este tweet solo para frikazos de Expendiente X en el Twitter de @brendatuitea)
Los Cines Embajadores se están convirtiendo en uno de mis cines favoritos de Madrid desde que volvimos: pequeñitos, con magníficas salas, una audiencia respetuosa en cada proyección, cafetería más que decente… En este artículo de The Objective cuentan un poco más sobre ellos. Si estáis o venís en Madrid, os los recomiendo mucho (tienen sesiones matinales los findes a precios geniales y donde suelen regalar palomitas o cosas así).
En pelis, os recomiendo As Bestas de Rodrigo Sorogoyen, una absoluta maravilla (cómo te agarra en CADA SECUENCIA y no te suelta este director es una cosa marcianísima) y Blood Father, una de Mel Gibson yendo a rescatar a su hija que me ha parecido ESTUPENDA. En series, seguimos con la segunda temporada de The White Lotus (no tan loca, quizá, como la primera, pero muy bien) y acabamos de terminar la cuarta de The Good Fight (secuela espiritual de The Good Wife, dos de las mejores series que he visto en mi vida, el nivel de los guiones es extraordinario).
All by myself…
He escrito en Brenda Forever sobre Crueles Intenciones y Fanática (dos pelis que tuvieron su impacto a finales de los 90-principios de los 2000) y en mi blog íntimo personal lo he hecho sobre mi hambre infinita y ese eterno problema que es probarse y comprarse ropa. Arght.
He vuelto a colaborar con el podcast de Salva Valero Noches de Miedo comentando la película The Lair, que tiene una intra-historia (un salseíto, vamos) tan interesante o más que la peli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.