jueves, 31 de octubre de 2019

Ruiditos

¿Cómo le digo a mi compañera de trabajo, la que se sienta justo detrás de mí, que cada vez que se levanta, se mueve, abre el cajón, cierra el cajón, mueve la silla, abre su mochila, cierra su mochila, saca ese yunque que transporta de un sitio a otro… HACE UN RUIDO QUE ME QUIERO ARRANCAR LAS OREJAS? Soy viejo, soy maniático, tengo una capacidad infinita para el odio de las pequeñas cosas. A mí, esta chica, que se llama como la hermana de Scully y esto ya sería un punto a favor, me tiene frito. Siempre he sido extremadamente sensible a los ruiditos, no los soporto. También soy sensible a los RUIDAZOS, que son los que practica mi buena amiga de detrás. No los soporto más y, por extensión, no la soporto más. No en este plan. Pero, ¿cómo decirle educadamente a una compañera de trabajo que hace un ruido insoportable cada vez que mueve una articulación?

No hay forma humana en la que yo (la víctima, sin ninguna duda) quede como una persona razonable. Quejarse de que alguien, en una oficina, “hace mucho ruido cuando se mueve”… es como de loco, como de pirado. “Estoooo, perdona, ¿me estás diciendo que hago ruido cuando hago cosas que… generan ruido?”. ¡¡¡Sí!!! ¡¡Eso exactamente!! ¡Palabra por palabra! No, en serio, hace mucho ruido. Como dijo Coto Matamoros del tono de voz de Karmele Marchante, es un sonido que te perfora la cabeza. Por favor, querida amiga, DETENTE. Pon fin a este abuso sonoro, muévete como una ninja o, mejor aún, como una persona normal. ¿Es necesario estampar el cajón como si estuvieras dando un portazo? ¿Qué te ha hecho nuestro suelo enmoquetado para lanzarle tu mochila de trekking cada tarde, y varias veces, además? ¿Por qué cuando te pones el abrigo acontece un estruendo, eres acaso la Diosa del trueno? La Diosa del trueno que toca los timbales con el material de la oficina. Stop right now thank you very much I need somebody with a human touch.
  • Esta semana me he preguntado dos cosas en Brenda Forever: si una nueva Scream resultaría mejor con o sin Sidney Prescott (entre otras muchas dudas) y si las series adolescentes actuales serían más disfrutables sin misterios, crímenes y/o cosas paranormales; además, he hablado de un par de pelis “oscuras” de Netflix (o sea, de las que no te saltan de primeras sino que tienes que arremangarte para encontrarlas): The Heavenly Kid y Office Uprising.
  • En la notita en clase de hace unas semanas me planteaba si la crítica cinematográfica es un arte; si podía considerarse una “creación” a lo que es, básicamente, hablar de la creación de otro señor o señora. Yo creo que sí, pero esta debe venir firmada por alguien con conocimientos, sensibilidad y capacidad para iluminar la obra en cuestión. Los críticos de cine que más me gustan son aquellos que exponen las cosas muy claras, que lo cuentan muy sencillo. La sencillez, creo, es dificilísima. Hace poco inicié una serie de críticas semanales de películas oscuras de Netflix y me cuesta mucho resumir de manera clara, concisa y, a ser posible, con algo de chispa, de qué va la película y por qué considero que es buena, mala o regular (uno de los “retos” añadidos de esta columna semanal autoimpuesta es el de destacar siempre algo positivo de la película, intentar evitar el sarcasmo o hacer leña del árbol caído, que es una manera muy fácil de resolver cualquier crítica… y es algo en lo que he caído no pocas veces en el pasado). Os dejo tres ejemplos de críticas de estrenos recientes que me han encantado: Glenn Kenny de Joker en Rober Ebert.com, Chris Evangelista de Doctor Sleep en Slashfilm y Giovanni Casella de Louis Riel, un cómic biográfico en Zona Negativa

martes, 29 de octubre de 2019

Marty

Esta semana no tengo mucho más que deciros que leáis la carta de Martin Scorsese al New York Times y os deleitéis tanto como lo he hecho yo. Entiendo que un texto tan bien escrito, tan apasionado y tan conocedor de lo que dice será gozado no solo por los más acérrimos seguidores del director, sino también por todos los que parece que se sintieron ofendidos por sus críticas a las películas de Marvel (no son cine sino parques de atracciones). Si os digo la verdad, no soy el mayor fanático de Scorsese (me gustan la mayoría de sus clásicos, of course, pero no me inquieta en absoluto no haber visto Silencio, por ejemplo) ni tampoco lo soy de las películas del Capitán América y compañía (me gustan las de DC porque soy de Superman y siempre he ido un poco contracorriente en algunas cosas muy particulares). Entiendo que las películas de DC son algo más arriesgadas que las de Marvel (la reciente Joker o el Superman de Zack Snyder pueden ser dos ejemplos), pero también entiendo que las diferencias son mínimas y vendrían a ser “la misma mierda” para un tipo con el bagaje de Scorsese.

A ver, no puedo negar que disfruto con buena parte de la basura producida Hollywood (me ha divertido ¡la sexta parte! de Terminator y tengo muchas ganas de ver Doctor Sueño), he sido educado en ella; pero que me caiga un rayo en la cabeza si no es verdad que hay fines de semana en los que Loida y un servidor echamos un vistazo a la cartelera y sentimos repelús de tanto (de solo) efectos especiales, explosiones y enésimas entregas de franquicias viejas como bosques. Lo que dice Scorsese de que ahora en las multisalas solo se ofrece un tipo de comida lo vivimos cada semana aquí en Dublín; películas tan interesantes y reivindicables como The Last Tree, Our brand is crisis o Gringo, que no son arties sino productos comerciales donde hay un mínimo de visión artística apenas aguantan cuatro o cinco días en la cartelera, son apartadas a codazos por la última “reimaginación” de Los Pitufos o el tercer spin-off de Fast & Furious. Son días tristes y duros para el cine comercial americano, asumo mi parte de culpa en el asunto y os invito a buscar buenas películas, mejores que las que yo veo.

lunes, 28 de octubre de 2019

El autobusero justiciero

Loida y yo mantenemos una batalla con los conductores de autobuses de Dublín. Es una batalla que estamos perdiendo. Siguen llegando tarde y conduciendo con el culo. No quiero meter a todos en el mismo saco, sino en el mismo AGUJERO NEGRO. Todos y cada uno de los conductores de Dub--- bueno, vale, hay uno que nos cae muy bien porque tiene una carilla muy graciosa y porque siempre se para a hablar con los viejecillos (Dublín es un barrio grande y se conocen todos). Pero bueno, a lo que íbamos, que los autobuses de Dublín son una de las peores cosas de la ciudad y sus afrentas a los pasajeros son diarias. Son como Terminators, nunca se detendrán. Es por esto que me sorprendió enormemente, fue casi refrescante, cuando el otro día un autobusero me puso en mi sitio. Kinda.

Veréis, hace poco salimos a disfrutar de un inesperado día de sol en esta ciudad rica en cielos grises, nos marchamos a hacer una buena excursión fuera de Dublín, a que nos dieran los rayos bien en los caretos. Para ello, puesto que vivimos en una zona que podría llamarse Non-Plus Ultra, es necesario pillar un tranvía, luego un bus, quizá un tren... en fin, hay que hacer el encaje de bolillos para atravesar la ciudad y poder salir de ella. Y como el transporte público cuesta un ojo de la cara y un cachito de bazo, lo mejor es salir siempre de casa con tu Leap Card (la tarjeta de transportes para ahorrar unas perrillas). Como soy un pardo bazán, salí de casa sin ella (¡justamente ese día!) y tuve que hacer todos los trayectos (y fueron unos cuantos) pagando de mi bolsillo, en efectivo, en cada tranvía, autobús y... no, el tren finalmente no lo necesitamos. Me dejé creo que alrededor de 10 euros en transporte, puede que más. ¡Nunca salgas de casa sin ella, Juan, es como la tarjeta de crédito de Batman en Batman & Robin! ¡Expiry Date Forever!

El tema viene ahora, en mi ultimísimo viaje del día: no tenía la cantidad justa para mi viaje de Blackrock al centro de Dublín (3,30 euros), solo tenía 3,10 o, rebuscando mucho entre mis monedillas ridículas, de esas que no valen para nada, 3,12, quizá 3,14... esto le intenta explicar al autobusero, ante los resoplidos de la gente que estaba detrás de mí esperando que pasara ya para pasar ellos. Le dije al autobusero que allí no había más cera que la que ardía, que solo tenía 3.12 o 3,14 como mucho... El autubusero me dijo que el importe era 3,30 euros. Le rogué (rogue one) con la mirada poder entrar y el tipo me replicó o siguiente: "Bueno, sube, tú verás, el importe es 3,30. Seguro que no te pones a negociar el precio de las cosas en las tiendas a las que vas, ¿a qué no? Anda, sube". Puesto en mi sitio, le dije que no, que no negociaba precios en las tiendas, le dije que gracias. Y subí. Venía cargado con bolsas llenas de libros y cómics (de qué si no), y el autobusero seguramente estaría ya hasta los webs de gente que le regatea el importe cuando es evidente que se han dejado la pasta gansa anteriormente en cualquier otra cosa.

En mi descargo, en mi download, diré que 1) En las tiendas puedo pagar con tarjeta de crédito, con tarjeta de débito y hasta con billetes de 10, 20 o 50 euros (en los autobuses de Dublín solo puedes pagar en monedas y en el IMPORTE EXACTO -suerte si eres un turista y desconoces las zonas y los precios-); y 2) ¡Solo eran 16 centimillos, compadre! Pero no, lo cierto es que el tipo demostró una dignidad, una solemnidad, que me dejó sin palabras. Es cierto que no estamos aquí para regatear precios con el tipo que te llevará a casa. Perdona, autobusero.

 

domingo, 27 de octubre de 2019

La conclusión

A la hora de replantear mi futuro (algo que hago cada mes, sin resultados aparentes) suelo llegar a una conclusión: dejar de escribir. Lo que escribo no me da dinero y me quita tiempo, y si juntamos estos dos factores a un tercero (voy teniendo ya una edad), la conclusión va ganando peso cada mes, se ha puesto bien hermosa, está ya para participar en un combate de sumo. Es una CONCLUSIÓN que parece imponerse como la única posible para darle un pequeño giro a mi vida (además va en negrita, o sea que…). Todo esto de los blogs, los podcasts, los proyectos de libros, las entrevistas… todo esto es muy teenager, ya está bien, ya pasó. Let it go, que dirían en Frozen.

Pero la frase promocional de Gravity es “Don’t let go”; y antes de que te preguntes “¿pero este tipo basa sus decisiones vitales en las frases promocionales de las películas?” (OF FUCKING COURSE, ¿TÚ NO?), te pregunto yo lo siguiente: ¿Merece la pena acabar con algo que te gusta mucho tan solo por probar? Porque si bien todo lo planteado anteriormente es cierto (si dejara de escribir no perdería dinero y ganaría tiempo… que debería emplear de mejor forma dada la edad que tengo), también lo es que escribir me da un gustirrinín inmenso. No puedo decir que comerme unos donettes me proporcione más placer que escribir un texto sobre la última película que he visto. Escribir me hace feliz. Dejar de escribir en busca de nosequé cambio vital no sé si me hará feliz. Y la verdad es que no puedo, a estas alturas de la película, plantearme un camino intermedio como podría ser rebajar la cantidad de textos que escribo a la semana o escribir un mes sí y uno no… si voy a “cambiar”, lo mejor sería tirarme un año entero sin escribir una sola coma, algo que no hago desde… no sé, ¿desde el colegio? No recuerdo un tiempo en mi vida en el que no escribiera. Ya en el colegio escribía unas historias muy tontas a lo que llamaba libro (TumultoCual Ave Fénix y alguna otra tontería imprimí y distribuí por ahí). Siempre he escrito. Tengo textos banales dentro de mí y debo sacarlos fuera. A ver cuando fundan el diario La Banalidad y puedo, además de escribir, ganarme la vida con ella. Algo que, para seros sinceros, casi he descartado de mi vida, trabajar haciendo lo que más me gusta.

Es verdad que uso el escribir como ese colchoncito donde caer cuando no sé muy bien qué hacer. Hala, pues me pongo a escribir un texto chorra (que, objetivamente, no tiene gran valor) y ya está, evitando digievolucionar en mi vida. Ojalá pudiera encontrar un término medio, evolucionar sin extinguir mi hobby favorito. A lo mejor tengo que hacer la prueba radical de un año sin tocar un teclado para ver qué tal. Si eso ocurre, ya os contaré. Bueno, no.
  • Esta semana he escrito una nueva entrega de las películas más secretas y oscuras que se pueden encontrar rebuscando mucho en Netflix, he contado cuál es mi relación personal con las series de Superman que se han hecho a lo largo de los años y he recomendado la película Eli, que es de terror aguantable (da miedo pero te puedes acostar sin ir encendiendo todas las luces hasta que llegas a la cama... aunque Loida me pidió que encendiera la del dormitorio y entrara yo primero, jajajaja).
  • Ser gay en el mundo del fútbol es imposible. A ver, no digo que no haya gays, que los hay, lo que digo es que jugadores que sean públicamente gays como que no hay. Recuerdo que hace muchos años ya, prácticamente eones, el Real Madrid no se decidió a fichar al alemán Jurgen Klinsmann (un pedazo de delantero centro) porque se decía, se rumoreaba, que podía ser gay. El fútbol ha sido siempre “cosa de hombres” y que la afición acepte a un jugador homosexual es algo que no creo posible hasta el 2097 o algo así. Solo hay que leer algunas de las cosas que dice Bellerín en esta entrevista. No se ha declarado homosexual pero sí seguidor del mundo de la moda… le han crujido en varios campos de la Premier League por esto. Así está el patio. (Otro tema sería el de periodistas deportivos gays, puesto que este es otro coto cerrado donde las tertulias de muchos programas acaban derivando en estas “cosas de hombres”, quizá a modo de chascarrillo, sí, pero ahí siguen… tiene pues, muchísimo mérito, que el reportero de la Cope Juan Antonio Alcalá se declarara públicamente gay hace algunos años).

sábado, 26 de octubre de 2019

La segunda venida

Hablemos de la fe. En un estupendo cómic de la editorial Ahoy (lo iba a publicar DC pero se rajó ante las quejas de esa gente loca que se pone siempre muy nerviosa) estoy encontrando algunas de las mejores reflexiones sobre la sociedad de nuestros días; no solo sobre la fe o falta de ella, sino sobre nuestra responsabilidad para con la sociedad volcánica que estamos creando (la situación en Cataluña, ante la que ojalá imperen las voces más calmadas, es un ejemplo), nuestro comportamiento con los demás o nuestro comportamiento con nosotros mismos (¿cuántas mentiras nos contamos para seguir tirando?). Todo esto, que parece muy denso y muy aburrido y qué me está contando este señor en este boletín al que me apunté nosemuybienporqué, es en realidad una lectura disfrutabilísima. El invento se llama Second Coming (La Segunda Venida) y es, básicamente, una buddy movie en la que los polis son Jesucristo y Superman. A ver, por temas de derechos no pueden usar a Superman, por lo que aquí le cambian un poco el traje y lo llaman Sunstar… que es lo suficientemente parecido y lo suficientemente diferente como para evitar demandas (y en lugar de la “S” le ponen una estrella y a correr).

Resulta que Jesús regresa a la Tierra y se encuentra con que ahora la gente únicamente cree en los superhéroes, concretamente en Superman Sunstar… que resuelve la mayoría de los problemas a puñetazos (o, como dicen los yanquis, “punches his way out of things”). Esto, a Jesús, le deja tó loco, ¿¿es esta la mejor alternativa a mí, un señor que únicamente sabe emplear la fuerza como respuesta ante cualquier problema?? El tebeo enfrenta las posturas de ambos ante varios problemas con efectos desternillantes. En Second Coming, que lleva ya tres números y ojalá dure mucho y se publique algún día en España, han aparecido ya Dios (al que retratan como un viejo inflexible que se pilla unos cabreos morrocotudos), el Diablo (que intenta volver a tentar a Jesús) y creo que varios ángeles, no sé, tendré que repasarlo. Tiene momentos absolutamente brillantes, que casi siempre conjugan una reflexión brutal con un chiste, al igual que otros tebeos de Mark Russell como Los Picapiedra o Exit Stage Left: The Snagglepuss Chronicle (las dos colecciones están editadas en tomo en España por ECC). Este señor es uno de mis guionistas favoritos, y no solo de tebeos. Dadle una oportunidad, no hace falta que os gusten los tebeos. ¿Os gusta el humor? ¿Os gusta la vida? Pues ya estáis listos para leerle.

Una de las mejores cosas de que el cómic se publique en una editorial pequeñita como Ahoy es que le dedican sus dos o tres páginas finales a las cartas de los lectores, donde se encuentran verdaderas joyas. Hay veces que no doy crédito ante los discursos de predicadores, reverendos y pastores de ciudades perdidas de Estados Unidos en los que, lejos de rechazar el cómic como un ataque al Cristianismo, valoran su existencia como una forma de dialogar, debatir… y echar unas risas, que esto dura muy poco y nos pillamos demasiados berrinches.
  • Esta semana he escrito en mi blog (al que resucito casi como cuando Jesús se libró de aquella molesta cruz) sobre mi intención de entrevistar a creadores y creadoras (y creadorxs) y recopilarlo todo de alguna manera, ya veremos qué hacemos (cuando hablo en plural me refiero a las múltiples voces de mi cabeza)
  • En Brenda Forever he empezado algo que quiero mantener en el tiempo y es hablar de las cosas más chungas que se pueden ver en Netflix, he escrito sobre Hustlers… para en realidad hablar de The Boy Next Door, he bancado la nueva Robin Hood; y he contado la vida y milagros del personaje de Nancy Drew aprovechando que se acaba de estrenar su serie en la CW.
  • Sirviéndome de unas mañanas libres gracias a mi tortuosa semana de noche en el trabajo, he visto por fin Vicky Cristina Barcelona (me ha parecido genial, con una Rebecca Hall deliciosa y con una pareja Bardem-Penélope absolutamente tronchante cuando se ponen a discutir entre ellos), Mr. Right (una tontería con Anna Kendrick y Sam Rockwell que solo se salva por el carisma de los actores) y la Halloween original (que ya he visto unas cuantas veces y cada vez me gusta más). En series hemos recuperado Ugly Delicious (que va de un chef coreano contando sus movidas, se puede ver –la factura visual de estas docuseries de comida cada vez está más cuidada-) y queremos ponernos al día con los nuevos episodios de Pesadilla en la cocina y los de Masterchef Celebrity. ¿He dicho ya que Loida y yo ADORAMOS LA COMIDA Y COMER Y HABLAR DE COMIDA Y COMER?
  • También hemos visto Joker (de la que me reservo mi opinión porque no le interesa a nadie, literalmente: no es de interés para ninguna persona), pero sabed que me quedé torcuato total (este es un buen nombre para un libro: Torcuato Total) con este artículo de Carlos Megía para S Moda acerca del actor de (s) moda, Joaquin Phoenix. Resulta que nuestro último y más rabioso Joker se crió en una secta sexual, arruinó la promoción de una peli con Gwyneth Paltrow para beneficiar un falso documental que estaba rodando al mismo tiempo y… mirad, muchas cosas chungas. Leedlo si queréis entender un poquito más (o no entender nada en absoluto) de dónde viene este pedazo de actor. Y si queréis ver su inspiración para los bailecitos del Joker, pinchad aquí.
  • En este interesante artículo que recoge las voces de varios cocineros españoles (los cocineros, ya sabéis, los nuevos artistas de nuestra sociedad) nos vienen a contar que el menú desgustación de 20 platos es un MUST para cualquier restaurante con solera. No os puedo decir, no he comido en ningún restaurante con caché. Una vez estuve dándole vueltas a lo de comer en DiverXO, tiene buena pinta y es “una vez en la vida”… pero el precio siempre me acaba tirando para atrás. ¿Y vosotros cómo lleváis lo de los restaurantes caros y los chefs como estrellas de la tele?
  • Aquí cuentan que el SAT, un mítico examen escolar americano (que se ha usado tanto en la realidad como en Dawson Crece como en Sensación de Vivir, que están muy por encima de cualquier “realidad”), está cayendo en desuso porque, bueno, parece que han dejado de creer en él. Es un poco como la esclavitud, que en su momento decían “sí, esto es guay, es el mejor sistema, nos beneficia a todos” pero que lo miras hoy en día y dices “mmmm, no”.

viernes, 25 de octubre de 2019

Grupo de personas: La película

Hace poco puse un tweet que tuvo tanta o más repercusión que todos los míos (cero patatero); venía a preguntarme si sería mejor compartir visionado en un cine con un grupo de personas o con un grupo de jabalíes. Puesto que no me contestó nadie (mi tirón en los foros sociales continua aumentando), ya me contesto yo: un grupo de jabalíes sería más noble en sus intenciones. Sí, puede que el grupo agitara sus pezuñas nervioso, puede que emitiera los sonidos que emite un jabalí (que no sé si se llama graznido o rebufo o quejío) y hasta puede que subiera y bajara las escaleras nervioso, absolutamente incapaz de concentrarse en la película puesto que sus inquietudes jabalíes se lo impediría (¡hasta se distraería con la del Joker!). Lo que tengo claro es que, bajo ningún concepto, intentaría perjudicar mi visionado de la película con sus acciones. Esto, que es el motivo de mi "tesis" y el tema elegido para recuperar estas TinyLetters, es algo que no puedo afirmar sobre el grupo de personas. 

Porque, vamos a ver, ¿qué necesidad hay de llegar a una sala de cine y estirar las patazas y reposarlas sobre los asientos de delante? Me da igual que estén vacíos, no es el salón de tu casa y no puedes espatarrarte como un hobo, punto (por no entrar en el tema de que no entiendo esa relación automática "estirar las piernas = descanso máximo", como esa gente que en el aeropuerto apoya sus piernas encima de su propia maleta mientras espera al embarque... ¡¿se puede ser vago incluso en el descanso?! ¡Sí, sí se puede, es esta gente!). No quiero alargarme mucho en mis quejas habituales (el continuo pateo de los asientos delanteros durante toda la proyección como el crepitar de una hoguera en invierno, el mascamiento de palomitas a boca(chancla) abierta, la consulta del móvil cada cinco minutos para consultar nada en realidad...), tan solo quería quejarme un poco de nuevo. Quejarme todo el rato siempre.

Soy viejo.

  • He visto la peli Sicarivs: La noche y el silencio, dirigida y escrita por el guionista de El Crack Cero y os la recomiendo, está francamente entretenida y es un guión algo distinto a los acostumbrados en el cine patrio (menos localista y más "vamos a hacerlo a lo peli americana", no quiero decir que esto sea necesariamente mejor pero sí que es un soplo de aire fresco). El propio guionista pedía a la gente que viera la peli de gratis en la web de RTVE ahora que su trabajo en la precuela de Garci está recibiendo tantos reconocimientos.
  • Lo último que he escrito es un post sobre Samara Weaving, la prota de la disfrutable Ready or Not (o Noche de Bodas en España), este sobre mi querida Urgenciaseste otro sobre los intentos de Hollywood por sacar varias franquicias adelante sin el éxito esperado; o esta entrevista con Álex Oliveres, el creador de la web RetroMemories.
  • A raíz de esto último, por cierto, sabed que llevo un tiempo pensando en la posibilidad de crear una web, un podcast o una tienda de churros sobre creadores, gente que crea cosas y que hace cosas... me atrae muchísimo lo de preguntarle a gente creativa por qué hace las cosas que hace y por qué crea las cosas que crea. En realidad, siempre he querido hacer mi propio "La gente de Bart", aquel segmento de entrevistas personales que Bart le hacía a gente anónima (como a un señor que daba de comer a los patos en un parque) cuando Lisa y él tuvieron su propio informativo en Los Simpson. Por cierto, llevaré más de una década sin ver un solo episodio de Los Simpson pero qué buena era, ¿eh?

miércoles, 23 de octubre de 2019

Tesis (sobre mi suerte)

Hace algún tiempo leí un tweet que tuvo en mí el efecto que tiene el metal ardiendo en las reses, me dolió y me dejó marcado. Decía así: “No es una mala racha. Es tu vida”. Esta frase me lleva persiguiendo desde entonces, ¿y si el autor del tweet estuviera en lo cierto y todo lo malo que me pasa no es “una fase” sino una trayectoria vital definitiva? Sí, puedo sonar tremendista pero 1) está en mi naturaleza el tremendismo y 2) objetivamente, me pasan más cosas malas que buenas desde hace ya muchos años, diría que desde que dejé de comer arena en el parque.

Uno irremediablemente mi suerte a mi forma de hacer las cosas... y aquí es donde viene el verdadero problema. Puede que esté negando la propia naturaleza de la suerte al relacionarla con el buen (o mal) desempeño de uno mismo, pero lo hago. Creo que la suerte es para el que la trabaja y trabajarla, lo que se dice trabajarla, la he trabajado poco. Así que supongo que la pregunta real no es tanto si se puede cambiar la suerte sino si se puede cambiar la forma de ser; si una persona puede cambiar. ¿Puede un señor ser hoy conservador y timorato y mañana liberal y osado? ¿Puede un señor ver la obra completa de Hong Sang-soo para disfrutar al siguiente de los nuevos episodios de Riverdale? En definitiva, ¿puede un señor cambiarse de personalidad como de traje?

De algún modo, la personalidad se agarra a tu cuerpo como fantasma japonés; no te suelta por mucho que lo intentes. Ejemplo: a veces he intentado hacer esa cosa que hace mucha gente de “ponerme una coraza” (para evitar hostias y eso), pero nunca acaba cuajando, me resquebrajo como huevo Kinder, soy blandito y facilón, no puedo ser de otra manera. Cualquier cosa que intento contraria a lo que vengo haciendo las últimas tres décadas es finalmente rechazado por mi cuerpo, como un virus del que se libra tras haberle molestado unos días. Pero si os digo la verdad, más que cambiarme la personalidad, que está bien, es aceptable, no la rechazo, lo que me gustaría es meterle mejoras, upgrades, novedades. Y me cuesta. Y la suerte no me cambia. ¿Cómo se pasa de quien eres a quien puedes ser?

Recuerdo también las palabras de Lisa, cuando no quiere ir a clase o algo así porque no hace buenas migas con sus compañeros. Marge la anima: “Venga, Lisa, solo tienes que ser tú misma”. A lo que Lisa responde: “Sí, así me va a ir a mí muy bien…”. Tengo que volver a ver Los Simpson, I need some guidance.
  • He visto el documental Fyre: The Greatest Party That Never Happened sobre un engañabobos que iba a montar el festival de música de todos los tiempos y… hasta ahí puedo leer. Yo no conocía nada del caso, porque no leo nada que no tenga que ver con Dawson Crece o Katie Holmes, pero aun sabiendo algo del tema creo que es super-disfrutable. Quizá me hubiera gustado que hubieran escarbado un poco más en la figura del protagonista, pero es un buen documental. Me he bajado otro documental del tema que han hecho los de Hulu porque soy un completista enfermo (Fyre Fraud). Ya os diré qué tal.
  • Lo último que he escrito es esto: un post sobre la organización y estructura de los trabajos en la capital de Irlanda, nuevos breves desde Dublín... y la Recap del primer episodio de la nueva Roswell. Veréis, tengo 38 años y sigo viendo series para adolescentes. Uno es quién es. ¿De momento?

martes, 22 de octubre de 2019

Gente corriente (cada vez más)

El otro día me contaba un compañero de trabajo cómo uno de los chicos que está ahora haciendo el training (semanas de "entrenamiento" aprendiendo cómo se hace el trabajo en sí con su parte de teoría y su parte de práctica junto a gente veterana) la ha liado parda y está a un paso de que le digan sayonara babyVeréis, el chico apenas lleva un mes haciendo training y ya se ha puesto malo creo que dos días. El primero llamo diciendo que tenía un problema de garganta y no podía ir. Bien. Vale. El segundo directamente no llamó. Nadie sabía nada. Su jefa (o "team leader" -un día tengo que explicar estas megaestructuras en La Pinta Roja-) le llamó a mediodía para saber si seguía vivo, si iba a aparecer por la empresa o si había decidido dejar el trabajo para convertirse en jugador profesional de cricket (que, ahora que lo pienso... tiene su puntito, ¿no?). El chico se mostró sorprendido porque su jefa le llamara, le dijo que como iba a llamar si el día anterior ya dijo que tenía un problema de garganta (jejeje, maestro), y que ella era "muy cuadriculada", igual que la empresa, que era "muy cuadriculada", jajajajaja. Yo no sé si quitarme el sombrero ante este tipo o lanzárselo a la yugular para matarlo, como aquel villano de James Bond.

Mirad, 100% de acuerdo en los argumentos del chaval. Su team leader es muy cuadriculada y, la empresa, ídem. Pero no son formas. No son maneras. Me contaba este compañero de trabajo, además, que uno de los días que lo tuvo "a su cargo", enseñándole cosas del curro, el chico estaba más atento a su móvil que a lo que mi compañero le contaba. Que mi compañero estaba ahí "esto se hace así, esto se hace asá" pero este figura estaba dándole p'arriba y p'abajo al teléfono. Este comportamiento de "me la suda todo y no pienso disimularlo sino todo lo contrario" no es la primera vez que lo veo en mi empresa. Es un comportamiento que, francamente, se está volviendo cada vez más común en los trabajos, en el metro, en la calle, es el estanco cuando vas a por tus sellos para mandar todas esas cartas a tu abuela (ah... ¿vosotros no?). En fin, que me da pena ver que la sociedad se va a la mierda. Yo no sé si esto ya pasaba antes, solo digo que mis superpoderes de viejo me alertan cada vez más de esta situación. No diría que es una falta de ética o valores o... puede ser mil cosas, pero ante todo yo creo que es una falta de EDUCACIÓN.

Y sin eso nos vamos todos al carajo.
  • Me llamaba la atención que nadie hubiera hablado (o al menos yo no me había enterado) del extrañísimo tono de voz de Miguel Bosé en The Final Table, un concurso de cocina de Netflix (en el segundo episodio hace de juez de unas paellas surrealistas). Me he puesto a buscar en internet y aquí se hacen eco del tema pero no me cuentan nada de lo que pasa con su voz, recurro a este artículo de El País que parece que va a desvelar algo pero nada, así que pruebo con uno de Vanity Fair donde dejan caer que el cantante podría sufrir disfonía. No os voy a mentir: ni Loida ni yo habíamos visto su aparición en los Grammy Latinos (el vídeo del link de Vanity Fair deja bien claro que algo serio le pasa en la voz) y nos echamos unas cuantas risas a costa del shock que nos produjo encontrarnos con esta voz en alguien a quien habíamos escuchado desde pequeñitos (no sé si llegamos a especular con una secuela de It Follows con Miguel Bosé apareciéndose ante ti en la oscuridad y hablándote con esa voz)... pero reírse del mal ajeno está feo y quiera Dios que el bueno de Miguel Bosé se recupere o que lo lleve lo mejor posible. Yo seguiré disfrutando de Amante Bandido cada vez que la ponga el crack de Guillem Caballé en Los 40 Classic (soy ABSOLUTAMENTE VIEJO).
  • Por cierto, en esta web que acabo de descubrir (y que pienso explorar con tiempo) cuentan largo y tendido cómo se produjo el cambio de M80 Radio (en la que tuve el placer de trabajar) a Los 40 Classic.
  • En lo de darle a la tecla, recientemente he hablado del famoso (en Irlanda) restaurante The Hapy Pear, escribí unos nuevos breves desde Dublín e investigué un pelín más de lo habitual en mí para explicar mi amor por Bumblebee, una película que, al menos, lo intenta (que para un blockbuster de Hollywood ya es toda una novedad).

lunes, 21 de octubre de 2019

Adictos al amor (por los hoteles caseros)

¿Cuál es vuestra opinión sobre Air BnB? Veréis, yo soy ya talludito, y sigo tirando de Booking.com para todos mis viajes: hotelito barato con buenas opiniones y con fotos aceptables, p'alante. Lo de Air BnB, con eso de recoger llaves ¿en una safebox?, tener que limpiar el piso, la opción de que el dueño te cancele unos días antes del viaje... no sé, el viejo que hay en mí soy siempre ha tenido sospechas y siempre ha acabado declinando esta opción moderna de hospedaje. Pero no cabe duda de que está en alza y es verdad que si vas unas cuantas noches a Berlín, por ejemplo, pues mola más pillar un apartamento chulo por el centro, en un barrio-barrio, y organizarte desde ahí tus salidas, tus desayunos y tus historias. Que eso le da un rollo más auténtico a la experiencia que el mismo hotel impersonal que te encuentras en todas las ciudades (y que yo siempre reservo). Esto es así y os confieso que cada vez me tienta más. Para subirme un poco el hype por la opción Air BnB ha llegado recientemente a nuestra vida un invento llamado Instant Hotel

Esto es un reality australiano que no deja de ser una variación de Ven a cenar conmigo, solo que los participantes en vez de invitarte a su casa a cenar, te invitan a pasar una noche en su casa-reformada-en-hotel y a que puntúes la relación calidad-dinero, qué tal se duerme, localización y actividades, etc. Es una tontería, es pure trash, tiene su buena ración de segmentos scripted (hay situaciones que cantan a guión que tiran p'atrás), pero confieso que me vicia. No solo porque me encante la televisión (y este tipo de programas, que funcionan como un reloj suizo a pesar de su dudoso contenido, me parecen buena televisión), sino porque en Instant Hotel se cuenta con el factor extra de curiosear casas ajenas, que a mí me pirra. Los piques entre los dueños de las casas (el presentador lee en alto las opiniones de los huéspedes A LA CARA de los propietarios) siempre son disfrutables. En fin, que podría hacer cosas mucho mejores con mi tiempo libre, pero ahora estoy haciendo esto. Por cierto, ¡feliz año nuevo!
  • Si alguien se entera de que esta obra llega a Madrid, Dublín o Londres, ¿me puede informar?
  • Otra que no me importaría ver es esta, que también tiene que ver con las opiniones no demasiado bien formadas que se dan de algo (o, en este caso, de alguien) 
  • En lo de darle a la tecla, últimamente escribí otro par de Breves desde Dublín, un ranking sobre mis 10 películas favoritas de 2018, recaps de la serie You que podéis ver en Netflix (una mezcla adictiva de comedia romántica y tv-movie de psicópatas), una mini-crítica de Dismissed y en Twitter he empezado uno de estos hilos tan populares que se van elaborando/actualizando a lo largo de todo el año, en este caso con todas las películas que vaya viendo en 2019. De momento, es pequeñito, pero a ver si se extiende tanto como el Boomer kilométrico.

sábado, 19 de octubre de 2019

The Christmas Chronicles (of mine)

Soy fan de la navidad. Amo el producto, tiene una factura brutal, me parece fantástico: Santa, los renos, las luces, los regalos, el chocolatito caliente frente a la chimenea, las cenas pantagruélicas, las congestiones humanas en Callao… es todo fantástico (¡los churritos y el hot chocolate de New Year’s Eve cuando vuelves/volvías roto a casa!). Sin embargo, mis Origins me impiden disfrutar plenamente de estas fechas y digamos que las vivo desde la barrera. Por motivos que no vienen al caso (ni siquiera en una de estas notas íntimas y personales, quizá tendré que crear las notas mega-íntimas y super-personales), en mi casa y en mi familia en algún momento perdimos esta inercia de montar el belén-cenar langostinos-regalarnos cosas. O solo yo perdí la inercia. O la perdí voluntariamente como cuando una empresa americana despide a un trabajador en una película y le dice que tiene que “dejarle ir” (las atrocidades que se comenten con el lenguaje en aras de un buenismo delirante son para revisar algún día). La cuestión es que me salí de este mecano perfectamente montado y ahora todo lo que me queda (al menos hoy, pretendo remontar en el futuro) es admirarlo como espectador y desearle a todo el mundo unas felices fiestas y reivindicar esa palabra que solo usamos para desear un buen año nuevo: próspero. Es esto lo que os deseo a todos vosotros y también a mi mismo. Un reto para 2019: usad la palabra próspero en al menos dos conversaciones (el doblaje español de Demolition Man –la película que realmente adivinó el futuro, como he leído en Twitter- podría ayudaros en esta labor).

Y como es navidad y yo también quiero contribuir al doble combo paz+bondad, abandonaré mi costumbre semanal de quejarme de cosas o lamentarme de cosas o cosas malas de cosas para recomendaros unas películas navideñas que os alegrarán (¡aún mas!) estas fechas. Ya, ya sé que vosotros estaréis mas concentrados en el tema turrones, peladillas (siniestro invento, destructoras), y hasta castañas asadas de las que te dan en conos de papel de estraza (no se si están ricas, sé que están calentitas), pero como yo me quedo home alone en estos días tan señalados, creo que voy a tirar de DVDs, Netflix y mi gigantesca colección de cómics con su ya famosa PILA DE TEBEOS POR LEER. Vamos con las sugerencias, recordad que estas son APUESTAS SEGURAS y que, pese a la tontuna de la propuesta y/o su envoltorio y/o sus minutos iniciales (ante los que podrías arquear una ceja y pensar en el botón “STOP”), esconden cierta magia en sus fotogramas:

The Christmas Chronicles (Clay Kaitis, 2018): Nunca he tenido muy claro como se traduce “chronicles” al castellano. Crónicas navideñas suena rarísimo. Yo es que la palabra crónica la asocio a que el As me cuente como jugó el Madrid el último partido de liga. Anyway, esta película que producía una desconfianza máxima (las películas rodadas para Netflix ya desde el primer grito de “acción” siempre resultan un tanto cutres) acaba resultando un visionado de lo más agradable. A ver, es tontorrona y hay un elemento absolutamente matador tan solo disfrutable por los más pequeños de la casa (esos elfos hechos con dos duros y cansinos y estúpidos), pero hay ganas de hacer algo digno, hay diálogos con una pizquita de ironía e inteligencia y hay un Santa Claus fenomenal interpretado con el charm de todos los tiempos por Kurt Russell. Además, sale la prota de Relativity, una serie que me encantaba. No me extraña que lleve ya más de 20 millones de descargas, este producto ha sido cuidadosamente elaborado para arrollar.

Díptico Solo en casa (1990 y 1992, Chris Columbus): No voy a mentir: dos de mis películas de cabecera de la infancia. Era FANÁTICO de ellas, me sabia los diálogos de la primera y escenas enteritas de la segunda (¡ahora se pierde en Nueva York, toma ya el gancho!). La idea del film es tan genial, un sueño de tantos niños en su infancia, que solo podía salir una película redonda. Tengo que verlas otra vez, urgentemente.
 
Batman Returns (Tim Burton, 1992): Visualmente, un regalo mejor que el que te va a hacer tu tía Mari. El guión tiene sus grijanders (la amenaza final es un ejército de pingüinos con misiles a la espalda...), pero esa Michelle Pfeiffer haciendo de Catwoman, esa Gotham navideña, ese Danny DeVito unleashed... McDonald's se arrepentería durante años de sacar muñequitos de una cinta tan poco "familiar", pero es una propuesta singularísima.
  • Chicos, he visto Aquaman dos veces (tarifa plana de cine, puedo verla 14 si quiero, si mi vida es así de triste) y aún no sé deciros si es un truño o una cosa divertidísima (diría que es la dos cosas al mismo tiempo), pero puedo GARANTIZAR ante cualquier tribunal internacional que la banda sonora firmada por Rupert Gregson-Williams es canela fina. Si os gustan las bandas sonoras de pelis mainstream, gozaréis.
  • ... Y sí, la peli de animación de Spider-Man está bastante mejor. Yo a lo mejor no flipo tantísimo como el resto de Occidente pero las técnicas de animación empleadas me parecen fascinantes. Película enérgica, absolutamente convencida de su discurso, super-recomendable (soy fan absoluto del personaje al que pone voz Nicolas Cage).
  • Tengo un propósito de año nuevo desde antes incluso de que empiece 2019. Llevo ya unos meses con la intención de ser un consumidor más responsable; ya sabéis que ahora cuando compráis algo no solo compráis ese algo sino que también estáis decidiendo cómo queréis que sea esa sociedad (comprando billetes regalados de Ryanair llevo llevaba años contribuyendo, apoyando económicamente, a las malas prácticas de esta empresa para con sus pasajeros y sus propios trabajadores). Tras leer este artículo sobre Amazon en El País no he aclarado gran cosa sobre la ética (o falta de la misma) de la empresa, pero el artículo viene a reforzar esta dinámica tan de nuestros tiempos de: dale al botoncito, todo facilito... mientras contribuyes a que la sociedad sea un poquito peor casi sin darte cuenta. Mis dos resolutions son estas: dejar de darle pasta a Ryanair (adiós viajes baratos a Londres) y dejar de darle pasta a esa Amazon que crece y crece sin parar (adiós series de Amazon Prime que me apetece tanto ver, adiós libros baratos y/o difícilmente accesibles por otras vías). Ya os contaré cómo me va, y si voy sumando censuras a mi lista.
  • En lo de darle a la tecla, en La Pinta Roja hablé de la nueva campaña de turismo de Turismo Irlanda y colgué algunas fotos de la ciudad, mientras que en Brenda Forever hice una lista con mis 5 series favoritas de 2018 (tenéis las de 2017 aquí), me deleité en el recuerdo de Blossom y comenté algunas cosillas sobre Smallville.
  • Además, subí un podcast sobre el posible regreso de Sensación de Vivir a nuestras vidas (si no tenéis media hora, os lo resumo: NECESARIO).
¡Feliz navidad!

viernes, 18 de octubre de 2019

Un día de furia (contenida)

Cada vez me molestan más cosas, y las cosas que me molestan cada vez lo hacen más. Esto va in crescendo de manera verdaderamente inquietante. ¿Os pasa a vosotros? Loida y yo atribuimos este fenómeno a la edad, a ser viejos; a que si a mi abuelo le crecían las orejas y los pelillos en zonas de la cara donde tan solo podría cultivar pelo TeenWolf, de igual modo le crecerían las manías, los lamentos, los odios incubados durante toda una vida. No sé si es porque nos estamos haciendo ya muy mayores o es que porque somos personas de fuerte convicciones (prefiero creer que es lo segundo), pero lo cierto es que cada vez aguantamos menos a la raza humana. Y no solo eso, cada vez aguantamos menos que a la raza humana no le preocupen cosas que a nosotros nos sacan de quicio. Hace poco mencionaba algunos tics que nos invitan a saltar desde un séptimo piso, pero me dejé uno en el tintero: ese pasar de todo olímpicamente que nos está convirtiendo en una raza de keybord warriors (montar revoluciones en Twitter y tal)... ¡¿pero qué le pasa a la gente?!

El otro día era un padre dando pataditas a mi asiento en el cine DELANTE DE SU HIJO PEQUEÑO, pero cualquier otro es un tío escupiendo al cemento justo al pasar por tu lado y al siguiente será el autobusero cerrándote la puerta en las narices tras haber hecho el sprint de todos los tiempos. Todo esto me enerva pero cuando miro alrededor lo único que veo es desdén. Nada ni nadie parece inmutarse ante todo lo que da ascuzo en nuestra vida; son cosas claramente reconocibles, estan ahí, a la vista de todos, pero para qué mojarnos cuando lo más fácil es, no sé, grabarlo en vídeo para que luego te saquen en la portada del periódico (y para, ya de paso, sacar merchandising). Lo peor de todo es que, a fuerza de no hacer nada, de no recriminar, de no pararle los pies a la mierda, esta está avanzando lenta pero segura, creciéndose en su convicción de enmerdar todo lo que pille por delante. Y nos está sepultando bajo una gran capa de caca.

Sabéis que es verdad.
  • Leyendo un libro de lo más disfrutable (Movie Geek, del creador y varios autores de la web Den of Geek), he descubierto que Una historia de violencia (la de Cronenberg con Viggo Mortensen, Maria Bello y Ed Harris, ¡echo de menos a Ed Harris!) fue la última peli hollywoodiense en salir en VHS, allá por marzo de 2006. En este artículo de Inverse dicen que otras dos películas fueron editadas aunque en tiradas limitadísimas y/o privadas (Cars y Eragon)... en cualquier caso, ¿cuál es el último VHS que ruló por vuestras manos? En mi caso, seguramente alguna edición especial de Expediente X de aquellas que vendían en El Corte Inglés, me las compré todas-toditas-todas.
  • Hace no demasiado me tocó trabajar en turno de noche y a eso de las 3 o 4 de la madrugada, entre el relax que ofrece una empresa prácticamente vacía y la batalla que libras contra el sueño, me puse a leer INTENSAMENTE la web de El Comidista, en la que no me metía desde hace cosa de un año, si no más; el programa que hicieron en La Sexta no acabó de gustarme y como que se rompió lo que había entre nosotros... bueno, pues he comprobado que en papel pantalla de ordenador sigue funcionando tan bien como antes. De todos los artículos interesantes que hay, desde el de la comida para llevar del Mercadona hasta las mejores pizzas de España, os recomendaría su crítica de La Tagliatella (en uno de sus locales llegué a trabajar un par de meses, cuando aún hacía la carrera de periodismo...). Creo que la expresión "poner a caer de un burro" la inventaron para este artículo, madre mía los palazos, no se veían destrozos así desde la edad dorada de Steven Seagal (Alerta Máxima-Alerta Máxima 2). Es divertidísimo, en este tipo de artículos, seguir los comentarios, los hay de todo tipo: desde los "anónimos sospechosos" que defienden a muerte la franquicia y los puestos de trabajo que genera y "¡a saber qué intereses tenéis en El País para hablar mal de esta cadena y no de otra!", hasta los que vienen a dar clases de qué es y qué no es comida italiana. En fin, que me hicieron (el articulista y los comentaristas) la noche bastante más llevadera.
  • Y, bueno, espero que hayáis seguido en todos los medios, pero especialmente en El País (que sabía que tenía un serial bueno entre manos y lo ha explotado debidamente, en paradigmático ejemplo del infotainment que nos domina), la historia del Rey del Cachopo, ¿no? Si no hacen serie de esto, yo ya no sé nada.

    PD. En descargo del Platano Man de los vídeos del metro que os he dejado antes, debo decir que acabo de encontrar una foto en la que se le ve "reteniendo" a la Extraña Mujer Rubia y "entregándola" a la poli. No sé, maybe there's hope...

jueves, 17 de octubre de 2019

Identidad (dudosa)

¿Cuántas veces os habéis preguntado a vosotros mismos (en vuestra cabeza, no en voz alta en una cafetería como unos locos) si lo que estáis haciendo merece la pena? Yo cienes y cienes (luego comprobaré si la palabra "cienes" es válida en el castellano). Me refiero, en mi caso, a lo de escribir. Veréis, nunca he pretendido sacarle rédito económico a lo que más me gusta hacer, entendí bien pronto que en España esa no es una forma de ganarse la vida... pero una cosa es la realidad y otra cosa es lo que a uno le gustaría que fuera la realidad; y no estaría mal que me pagaran por lo que más me gusta hacer.

Recuerdo que hace mucho tiempo, algo así como dos siglos, recomendaba sitios de Madrid y escribía noticias de cine y televisión para una web pequeñita, de un banco, y nos leían cuatro gatos, pero ganaba unos euros y me daba con un canto en los dientes. Era plenamente feliz. Podía invertir, no sé, cinco horas en escribir seis o siete posts y cada uno de ellos estaba francamente mal pagado, pero yo ESCRIBÍA y un señor me PAGABA por mi labor. Eran tiempos dorados y ni siquiera lo sabía. Lo más curioso de aquello es que se trataba de un "side job", un trabajo que hacía en mis ratos libres, mi trabajo principal era otro (también implicaba escribir pero no era el magro del mismo). En cualquier caso, retomando la tesis inicial (¿puede una TinyLetter rtener una tesis? Yo diría que sí, cualquier texto puede contener una tesis, el propio guión de Tesis contenía una tesis), lo que quería decir es que dudo muchas veces cuál es la utilidad real de escribir tanto. Entiendo que únicamente pasar el tiempo, es sin duda mi pasatiempo favorito. Entre irme a la piscina o ponerme delante del portátil a escribir, es posible que elija lo segundo. Soy así, esclavito del teclado, me encanta. Pero a veces pienso que, solo por un tiempo, podría probar a dejar de hacerlo, ¿cómo sería mi vida si dejara de escribir durante un par de meses? ¿Qué tal medio año sin escribir una sola línea, un solo post, una sola hoja de Word? Es posible que implosionara. O que descubriera una nueva vía. Últimamente me ronda la cabeza la idea de caminar el camino no andado... y no sé si es porque no consigo dinero haciendo lo que más me gusta o si es porque, simple y llanamente, hacer lo que más me gusta hacer no me hace tan feliz como debería. 

Arght... soy demasiado viejo para empezar a plantearme estas cosas.
  • En otro orden de cosas, sabed que hace poco recomendé en mi Twitter un cómic que está de lujo, se llama Infidel, de Image Comics. Pues bien, pocos días después leí que ya estaba en marcha la película basada en el tebeo (lamentablemente la dirigirá el responsable del "drama en la nieve" de Kate Winslet e Idris Elba, una de las peores películas que recuerdo), y un día después empezó a seguirme en Twitter el autor del cómic, Pornsak Pichetshote. Lo de las redes es bastante loco.
  • Por cierto, que este autor (el del cómic que mola, no el de la peli de la montaña) tiene un corto en YouTube titulado A Conversation About Cheating With My Time Traveling Future Self, que yo aún no he visto pero que suena intrigante, ¿verdad?
  • Precisamente, gracias a la red del pajarillo azul (antes gordito y ahora estilizado) descubrí que el creador de la web Den of Geek (que no trata a sus lectores como lerdos) había sacado una nueva revista de cine al mercado, Film Stories. Lo curioso de la misma es que se ha financiado a través de Kickstarter y que quiere abaratar costes quitando de la ecuación al kioskero (y la distribución). Sobre esto quiero hablar próximamente. Personalmente, soy un vicioso de las revistas de cine y quiero comprarme el primer número, pero creo que son ya 6 libras sin contar los gastos de envío. No puedo seguir acumulando papel en casa. Veremos.
  • Y en lo de darle a la tecla, sabed que esta semana me marqué un par de rankings: el de los 10 sitios de comer de España que más echo de menos en Dublín y el de las 5 anti-costumbres que deberíamos erradicar de nuestras vidas. Y de las vidas de aquellos que las practican, especialmente. (También escribí en La Pinta Roja una nueva entrega de Breves desde Dublín, pero ese lo escribo cada domingo).

miércoles, 16 de octubre de 2019

La roca (o eso intento, aunque no sé por qué)

Últimamente me está pasando una cosa curiosa en el trabajo. No es que le haya encontrado el disfrute o que ahora se me haga más llevadero (not even a bit), sino que... bueno... a ver cómo lo digo... me estoy viniendo arriba, sí, esto sería. Veréis, en mi trabajo hay una especie de revolving door por la que la gente entra y sale con más frecuencia que por la del Corte Inglés de la calle Preciados (en el que, ya lo sé, no hay puerta circular de entrada, o al menos no la había cuando yo vivía en Madrid -¡era una forma de hablar!-). Las condiciones laborales de mi empresa son excelentes siempre y cuando no tengas que, bueno, actually do the job. Desde fuera parece un caramelito, pero cuando lo pruebas es más bien como el pescado cuando eras pequeño (PURO VENENO). Y es por esto que la gente está saltando del barco con una frecuencia como no había visto en ninguna empresa en la que había trabajado; si yo fuera la empresa me preocuparía seriamente, pero bastante tengo yo con lo mío como para preocuparme por la empresa.

Y lo mío es, básicamente, resistir, aguantar, navegar esas aguas procelosas e intentar no pegarme un tiro en el proceso. Pays the bills, que se dice por aquí, pero no le puedo pedir muchas más recompensas. Llevo tanto tiempo resistiendo-aguantando-lo de las aguas que me he hecho fuerte en mi posición de "señor que capea el temporal", de ahí no me sacan ni con agua caliente, me iré cuando quiera yo y un largo etcétera de frases de este tipo. Creo que el tiempo de buscar prados más verdes ya pasó (mis tentativas de marcharme a Yelp, Ryanair o Facebook quedaron en eso) y que este va a ser el trabajo que tenga mientras viva en esta ciudad. Además, recientemente nos mudamos al ladito del trabajo (llego andando en seis minutos, cronometrados) y ahora sería el momento menos sensato para saltar de este Titanic. Si esto se hunde (que no se va a hundir), yo me voy p'abajo como los de la orquesta. Y es una cosa rara pero estoy encontrando cierto regustito, una extraña satisfacción, al comprobar cómo la peña va cayendo como moscas y yo sigo allí llueve o truene. ¿Vosotros creéis que el que resiste, gana? No sé exactamente qué estoy "ganando", solo sé que el hecho de PERMANECER es para mí un logro personal. Aparecer por la puerta y ocupar la silla durante ocho horas ya es ganar. Y puedo decir que, pese a lo retorcido que pueda sonar mostrarse orgulloso de seguir haciendo algo que me hace infeliz cada día, lo siento como una especie de triunfo.

(Fijaos a qué punto debo haber llegado en mi trabajo, y en mi vida, como para que el hecho de no entregar mi carta de renuncia suponga mi mayor éxito. Es triste, pero cierto. De donde no hay no se puede sacar. Y yo a esto no puedo sacarle más que dinero)
  • Qué gozada es encontrar una serie agradable, simpática, graciosa y hasta entrañable; y, además, que no dure más de 20 minutitos para calzar en esos ratos muertos en los que... bueno, podrías estar haciendo cualquier otra cosa más productiva pero decides que no, que lo mejor va a ser sentar tu culito blanco 20 minutos para ver una serie. La última a la que me he aficionado y que responde a esta peculiar descripción se llama Kim's Convenience y va de una familia china koreana que tiene una tienda de alimentación (¿¿un colmado?? ¿¿un badulaque??) en Canadá. Ya está. Fin. Este es el argumento. Es una comedia y la recomiendo fuerte. Eso sí, activad los subtítulos en inglés porque uno de los mayores atractivos del show es la peculiar pronunciación y uso del inglés que hace toda la familia (lo del padre es tela marinera, qué personaje). A ver, no es Friends, pero está simpática.
  • Hace poco hicieron un ranking en Screen Crush con los mejores y peores dulces que comer en el cine, la pena es que la mayoría son productos exclusivamente yanquis y no es un artículo tan relatable como deseaba que fuera, ¿alguien se anima a hacer una versión española? Personalmente, creo que la mejor opción son las palomitas, o las palomitas de colores del Belros (tienda que hecho mucho de menos en Dublín, las cosas como son). Sí, aquí hay palomitas dulces y de peanut butter y con pimienta y hasta con sushi incorporado (not really), pero las de colores del Belros no están.
  • Estoy leyendo un libro que no está mal peor tampoco demasiado bien llamado Autobiografía de un Súper Vagabundo de William Henry Davies, publicado en España por la editorial Defausta. Es un poco triste lo que voy a decir pero me ha gustado más la carta introductoria de la editora Susana Prieto (que también es la traductora del texto original)... ¡pero es que es una carta buenísima! Habla de lo que supone traer un texto a España, traducirlo y publicarlo por primera vez. Es el primer libro de la editorial. Tiene que ser genial poder decidir algo así.
  • Me gustó este artículo de Noel Ceballos en GQ en el que hablaba de cómo se crea una escena mítica de cine. Me gustó que incluyera la del beso bocabajo de Spider-Man y Mary Jane en la primera Spider-Man de Sam Raimi, creo que es fantástica y yo me sigo acordando de ella.
  • Respecto a lo de darle a la tecla, la semana pasada conté lo mucho que me gustaron las pizzas de Sano Pizza, recopilé una nueva entrega de Breves desde Dublín; y en Brenda Forever hablé de mi ¿obsesión? por las canciones de la película de finales de los 90 (pinchando en este link puedes leer la primera parte); y de aquel intento de serie de Aquaman que se marcaron los showrunners de Smallville. A mí estos accidentes me encantan. Ahí está mi vida.

martes, 15 de octubre de 2019

Salvar al soldado Juan (o a sus neuronas)

¡Hola! Soy JR del Rosal y tú no lo eres (afortunadamente para ti y tus allegados -si lo fueras tendrías unas digestiones difíciles y vivirías en una ciudad donde no existen las sales de fruta ENO... por cierto, algún día deberíamos detenernos en el concepto "sal de frutas"...-). Si estás leyendo esto es porque eres una persona inquieta, en el sentido de que te apuntas a demasiadas cosas y acabaste suscribiéndote a mis tinyletters. Sorry. Not sorry. De heche (Anne Heche), estoy contento de que te hayas suscrito; a fin de cuentas una carta (aunque virtual) debe ser enviada a alguien, y si estás aquí es porque me has leído en alguno de mis outlets (La Pinta Rojavida y milagros de JR del RosalBrenda Forever) y lo que digo te parece interesante, o entretenido, o tan grotesco que tienes que seguir presenciándolo, que es como la saga Saw ha seguido produciendo secuelas todos estos años. Si es la primera vez que me lees, espero que esta notita te haga pasar un rato agradable en el metro, en el autobús, o en el autogiro (ojalá estés en un autogiro, infinitas posibilidades). Sí, dije notita, pretendo que esto sea como aquellas notitas que nos pasábamos en clase.

Yo me pasaba UN MONTÓN de notitas en clase, durante toda mi vida estudiantil, esto ha sido lo más estable de mi vida académica (junto con escribir en los márgenes de los libros y suspender matemáticas). Podríamos decir que ya publicaba mis tweets y mis estados de ánimo en trozos de papel cuadriculado arrancados de cuadernos (contrariamente a la opinión popular, no escribía con un tintero, ya existían los boligrafos BIC). Y si mandaba cientos de notitas dobladitas by air a mis compañeros era, más allá de la dura supervivencia contra el aburrimiento, por dos motivos fundamentales:
  1. Siempre me he expresado mejor por escrito (mi voz es fea; y hablando no se puede editar, o sea, se puede, pero es como poner un tipp-ex malo encima de la frase, se sabe lo que había antes)
  2. Siempre he tenido mucho que decir (en su mayor parte tonterías, pero entre toda esa maleza a veces cuelo alguna reflexión curiosa, eso sí, debes ir a buscarla con una segadora)
Es por esto que me pareció divertido/excitante/avercuántoaguanto escribir una "notita en clase" una vez por semana, para mandarla ahora por el ciberespacio, ya no va dobladita, pero las sinsustancias made in me siguen siendo las mismas. "Pero muchacho, ¿no escribes ya cosas personales, cosas de Dublín y cosas de cine y televisión (y donuts) en todos esos blogs? ¿Realmente tienes MÁS cosas que decir?". No me alegra que me hagas esa pregunta, ¿qué clase de relación notarial vamos a tener si ya dudas a la primera? Pero, en cualquier caso, contestaré a tu desagradable pregunta: Sí, tengo más cosas que decir. Como por ejemplo... que me he apuntado a un curso de corrección que me apetece muchísimo. (Poner negrita es darle "POWER" a tu mensaje, a veces únicamente se hace para romper la monotonía de un texto, no para resaltar el contenido sino ese espacio en concreto, así evitamos que tus ojos desconecten, pero en este caso era por lo del "POWER").

Veréis, en mi trabajo no uso demasiado la cabeza. No corto los bordes de los sandwiches en el Rodilla, pero lo que hago no es lo que se dice... muy excitante. Llevaba un tiempo con la mosca detrás de la oreja (Scully llevó una vez una avispa detrás de la oreja, literalmente), queriendo activar mi mente con algo que me apasionara o, al menos, gustara el mínimo exigible de gustabilidad. Mi amiguita Lucypeich me habló de Cálamo y Cran (que en mi cabeza rebauticé como Calamar y Crón, con perdón) y los ojos me hicieron chiribitas: he aquí una cosa que no solo me puede ser útil, sino que me pirra. Me molan más las correcciones que a Drew Barrymore en Nunca me han besado, así que estoy realmente excitado por empezar en apenas unos días. De hecho, una de mis primeras prácticas laborales fue en El Mundo corrigiendo textos con un rotulador rojo que nos dieron a todos los becarios dedicados a esta función (marcabas cada error ortográfico en una fotocopia de la página en cuestión del periódico para que fuera corregido por el redactor de turno, suena boring as hell pero a mí esta movida me chifla). Ya os contaré cómo va el curso, qué tal es lo de estudiar y cuándo se saca tiempo para hacer "los deberes" después de tantos años; según leí, hay que hacer al menos un par de ejercicios prácticos por semana, además de ir estudiando las lecciones. (Psssst, pssssst... entre nosotros... una de las cosas que más ilusión me hacen del curso es poder estrenar mi cuaderno de hojas amarillas, tengo uno nuevecito, impoluto, listo para ser escrito, tachado, subrayado y garabateado hasta el fin... que es lo que debe hacerse con un cuaderno)
  • Últimamente le estoy pegando fuerte a Mindhunters, que tarda más en arder que, por ejemplo, la serie del Unabomber (que engancha desde el minuto uno y revela a un Paul Bettany en estado de gracia), pero que con esa pausa y reposo ("more chatter than splatter", que dice The New York Times) más pausado y reposado. Una serie elegante y excelentemente rodada y editada. Además, es un placer volver a ver a Olivia de Fringe (que aquí está aún mejor -es un papel menos arquetípico-). Mención especial para Cameron Britton, que hace un papel sensacional. O hace sensacional un papel.
  • Tengo que hablar de dos de las tres películas que vi el mismo día, consecutivamente, y que podrían adscribirse a la corriente #MeToo aunque con grandes diferencias entre ellas: el remake de SuspiriaAssassination Nation y The Girl in The Spider's Web (me refiero a las dos primeras, absolutamente fascinantes y relocas; la tercera es un Bond-lite que lima todas las aristas originales y/o apasionantes de la que rodó Fincher hace unos años -Claire Foy está bien y ya... aunque puede que Wendy Ide en The Observer esté en lo cierto, tal vez sea una Lisbeth Salander demasiado empática-).
  • Hace poco estuve de fin de semana en Waterford, la ciudad más antigua de Irlanda, y encontré dos joyas comiqueras en una (fascinante) tienda de libros de segunda mano: Zero Hour y el primer volumen en tapa blanda de la etapa de Grant Morrison en Action Comics. Tengo que hablar largo y tendido de esto porque me parece un cómic/reinvención de Superman BRUTAL y es como si hubiese sido borrado de la existencia... ¿por qué nadie reivindica el Supes de Morrison?
  • Entre obligaciones laborales y cursos that I am very excited about, yo sigo dándole a la tecla, que es lo que más me gusta del mundo: hace poco hablaba de mi reencuentro como espectador con David Fincher y como turista con Londres; recomendaba el restaurante japonés Mushashi y recopilaba algunas fotos hechas en Dublín este mes de noviembre; y en Brenda Forever recordaba Raquel busca su sitio y otras series españolas olvidadas al tiempo que daba botes de alegría al conocer la noticia de que ¡¡van a adaptar al cine My Best Friend's Exorcism!!

lunes, 14 de octubre de 2019

De los creadores de


En este blog (que retomo hoy tras un rico sueño de diez meses y unos pocos días) he hablado varias veces (tal vez demasiadas, Juan, quizá deberías dejar de aburrirnos con esto) de mi pasión (turca, pero sin desnudos) por escribir. Me flipa. Soy feliz escribiendo (también soy feliz abriendo paréntesis a otros pensamientos en mitad de otro que ya había comenzado); para mí no existe un plan mejor que ponerme delante del portátil, con un poco de musiquita y coca fresca (me refiero al refresco de cola, lo otro debe ser carísimo), y escribir sobre LO QUE SEA. En serio, a veces empiezo a escribir sin saber siquiera sobre lo que voy a escribir. Acabo haciéndolo sobre cine y tele pero eso se debe a mi falta de 1) Talento 2) Cultura. Me gustaría escribir cosas con más fundamento, originalidad e interés (no acabo de conectar con nadie... quizá si quitara los paréntesis...), pero no, la cruda realidad es que me dedico a escribir sobre libros, series y pelis que hacen otras personas. No soy más que un regurgitador de las creaciones de otros. Incapaz de verdaderamente crear, me dedico a opinar sobre lo que crean otros (ok, Juan, así que ibas a escribir de lo feliz que eres escribiendo y de repente te pones a hablar de tus traumas de que eres incapaz de crear nada, ¡ni siquiera eres capaz de controlar tus propios textos!).

Lo cierto es que siempre me ha encantado dar a conocer (escribiendo, claro, no con un megáfono por la calle) todo aquello que me parece curioso y llevo algún tiempo dándole vueltas a la posibilidad de aglutinar entrevistas con creadores en una web o podcast (el título que se me ha ocurrido es “de los creadores de”) pero no acabo de decidirme a ponerlo en marcha (a fin de cuentas, no es más que otro blog/podcast que acabará cogiendo polvo durante diez meses después de una frenética actividad inicial…). A este respecto, pensando en la posibilidad de crear una web en la que hable de las creaciones de los demás, me planteo si eso cuenta también como creación. ¿Es crear hablar de lo que crean los otros? Si son meras entrevistas, no lo creo. Una buena entrevista tiene su mérito como entrevistador… pero si es “buena” lo es en última instancia por las respuestas que te dé el entrevistado. O sea, que si “de los creadores de” se compone de entrevistas con señores y señoras super-creativos pues estará muy bien y será muy interesante, pero no podremos decir (al menos, yo) que tal página web o podcast es una “creación”. ¿Acaso un estante del Mercadona lleno de salsas de guacamole es una “creación”? No, se limita a apilar la verdadera creación. A todo esto, ¿es el guacamole una salsa? No se lo echo a las patatas fritas, no remato mis espaguetis con un poquito de guacamole… yo diría que no.
Apasionante el tema del guacamole, Juan. Intrigante.

Pequeño paréntesis pero sin poner paréntesis, un "paréntesis figurado": Algo que sí me parece una “creación” es una buena crítica cinematográfica, musical o culinaria, siempre y cuando dicha crítica esté firmada por alguien con un bagaje, unos conocimientos y cierta libertad de miras (si me dice usted que Rambo: Last Blood es muy mala y que es un churro pues vale, pero considere usted a la película en el contexto de que es una quinta parte sobre un personaje con sus taritas y con el deseo de Stallone de hacerlo relevante cuando lleva años acabado… es mala, qué duda cabe, pero dele usted un marquito). Así pues, no considero “crear” a lo que yo hago cuando escribo sobre cine o tele ya que estos textos no son más que las anotaciones poco trabajadas de un fanboy ya demasiado talludito como para seguir llamándose a sí mismo fanboy. Me faltan conocimientos, rigor, trabajo, sensibilidad, vocabulario, perspectiva y tantísimas cosas como para crear algo con mis críticas cinematográficas…

Una vez asumido esto, que "de los creadores de" no será una creación de nada sino la recopilación de charlas con gente que crea de verdad, solo queda darle forma al asunto y considerar con qué personas hablaré. Tendrá que ser con aquellas que hacen cosas que a mí me parecen interesantes... y a las que pueda tener acceso, claro. Así que intuyo que la mayor parte de estos creadores no serán conocidos por el pueblo. Ojalá lo sean sus creaciones, que es lo importante, pero mira, si sus creaciones no lo son, al menos la web/podcast valdrá para darles un poco de difusión. Y la verdad es que siempre me ha atraído la idea de darle bola a la gente desconocida... lo confieso: siempre he querido hacer “La gente de Bart”, que es aquel segmento del informativo infantil que presentaban Lisa y Bart en Los Simpson en el que Bart hablaba con gente anónima como un señor que daba de comer a los patos en un parque, sin más. Quiero hablar con gente que hace cosas y contarlo. Es un concepto tan sencillo, tan puro, que me parece irresistible. Me atrae como un bote de manteca de cacahuete a una mona loca. Me atrae como Michelle Pfeiffer sobre el piano de Los fabulosos Baker Boys al Juan adolescente (y no tan adolescente…). A ver si me pongo.

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He vuelto a ver Doctor Sleep , la película de 2019 que hace un doble combo desconocido hasta entonces, corregidme si me equivoco: es secuel...