viernes, 4 de noviembre de 2022

Mi relación con la comida

Cuando he tenido un día malo, como mucho para alegrarme. Cuando he tenido un día bueno, como mucho para que siga la fiesta. Cuando he tenido un día en el que me lamento por haber comido mucho ayer, como mucho porque, total, como ya comí mucho ayer, what difference does it make. Me gusta comer mucho y me gusta comer, mucho. Me gusta de manera desaforada (esto es, desmedida, fuera de lo común, grande por exceso). No entiendo comer poco si me gusta algo, no entiendo dejar comida en el plato, no entiendo no comer hasta la depravación. Esto, por supuesto, me lleva a situaciones nefastas (terminar almuerzos de maneras absolutamente panzudas, intentos de reseteos prácticamente cada semana, dietas detox-criminales cada cierto tiempo); pero ni siquiera estas se imponen sobre el demonio del hambre que llevo dentro. Y es que la posesión demoníaca que a mí me aflige no me exige recolectar almas, corromper voluntades o batirme en duelo con esos bien entrenados exorcistas de las películas... lo que mi demonio persigue, lo que ansía y no descansa hasta conseguirlo, es comida, más y más y más comida hasta reventar. ¿Qué pretendes, pazuzu de la ingesta? ¿Por qué camino de glotonería me llevas y cuando te desharás de este cuerpo que tomaste allá por su estado zigotil? No me queda otra que plegarme a sus deseos, desabrocharme un botón y aceptar que aquella canción de me lo como tó me lo como tó los garbanzos con chorizo... no era sino el título de mi futura biografía. Buscando fotos para este post di con este libro que debo leer (su portada me vale para el post).

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