sábado, 10 de junio de 2023

Unión General de Trabajadores (de la Palabra)

 “Tocar el piano de las palabras”, “Los músicos del lenguaje”, “La canción de los textos de— Mirad, a veces es complicado ponerle título a la newsletter. Pero me viene bien el obstáculo porque entronca con el tema de esta semana: qué bien escribe la gente que escribe bien y qué envidia me dan (se nota que no soy uno de ellos, ¿verdad?).

Así me siento a veces cuando escribo (si luego mis textos suenan como atropellar a un gato pues yo ya no me responsabilizo…)

Por cierto, antes de nada (dos observaciones antes de empezar el discurso, madre mía, expulsado), David Chen le dedicó un podcast al tema de escribir junto a Robert C. Cargill, debo meterle caña, solo escuché un par de episodios. Hala, ya, al tema. Pues eso, que sigo alucinando cuando leo algo bien escrito. Más allá del poso que me pueda dejar lo leído, más allá de su significado, su mensaje, las verdades o barbaridades que digan esas palabras… me maravilla el hecho de que las palabras hayan sido unidas con tal tino. Debería existir un ministerio o registro de “Palabras muy bien juntadas” (eeeeemmm… Juan… existen los premios literarios, la RAE, el Instituto Cervantes, la pescadera de abajo lleva una agendilla muy maja… ah, ok). Flipo. Flipo cada vez que veo algo bien escrito. Es algo que busco cada vez que me planto delante del portátil. Pocas veces me releo y sonrío, pero cuando creo haber dado con algo resultón, con algo que, simplemente, encaja, siento un gustirrinín que riéte tú del sexo (… ha sido él el que se ha reído de mí durante buena parte de mi vida, déjame que giremos las tornas just for a little bit). Hace poco le leí a Stephen King esto de debajo y me dije: ¡Joder, sí, Stephen King!

Aquella vibración feliz de haber encontrado las palabras exactas y haberlas juntado. Qué feliz roscón. Qué pleno al quince. Yo sigo a la búsqueda de eso, de encontrar un trabajo de lo mío, de que las palabras se conviertan en garbanzos, de poder entretener a alguien… además de a mí mismo y a mis tiempos muertos. Si quieres ayudarme a alcanzar este noble sueño de muchacho, ¡comparte esta gacetilla! (o, bueno, si quieres darme un trabajo y dudas entre darme el trabajo o darle a compartir mejor dame el trabajo pero si no tienes el trabajo dale a compartir)

Share Estoy buscando de lo mío

Gracias.

Por nada (sé que no le has dado a compartir).

Te odio.


Por ahí…

  • He terminado Mientras escribo de Stephen King (de ahí viene el extracto de arriba), tengo a puntito de caramelo Adiós, Señor Chips de James Hilton (se lee, literalmente, en una sentada) y estoy flipando muy fuerte con Madrid me mata de Elvira Sastre, libro que le regalé a Loida hace cosa de un año y que ha entrado ahora en mi vida como un maremágnum (… sí, como el centro comercial del puerto de Barcelona). Lo bien que escribe esta poeta (pero este no es un libro de poemas) me tiene absolutamente obnubilado, ¿o debería decir ovni-bilado? Y es que sido abducido por las deliciosas líneas de cada página de este libro, ¡cómo teje el lenguaje esta chica! Cuenta cómo fueron sus primeros años en Madrid, sus trabajos, sus amigos, sus calles, sus encuentros y desencuentros… Conecta (relativamente) conmigo al estar yo aún reencontrándome con la ciudad y conecta (directamente, como una tuneladora a mi corazón de señor blandito) conmigo por mi condición de persona soñadora aún cuando mi realidad es (un pelín) triste. Pero aunque hablara de la cría de chinchillas en la estepa rusa, me interesaría igual. Qué gozada leer cada palabra, cada frase, cada pensamiento perfectamente cazado con esa red de palabras que le echa encima. Qué precioso es el lenguaje cuando las manos que lo moldean son tan talentosas. Lo que decía antes, que dar con la combinación ganadora a la hora de escribir me sigue pareciendo un milagrito gozoso, deseable y, finalmente, posible.

  • En series, una vez terminada la segunda temporada de The White Lotus, nos hemos puesto con la segunda de The Morning Show, que es una serie que está muy bien y que adoptó una norma en su concepción que era “la actualidad manda”. Y si la primera temporada se centró en el #MeToo, la segunda lo hace en el estallido de la pandemia (la segunda temporada tiene ya casi dos años… llegamos un poquito tarde). Los guiones bien trabajados, el rollito televisivo-despachos-audiencias me interesa al mil por mil, y, lo mejor de todo, a Reese Witherspoon le han quitado aquel pelucón infame. ¿Queréis pruebas de lo infame que era? Mirad debajo. No hasi falta desir nada más.


All by myself…

  • En mi blog íntimo y personal hice públicos mis propósitos de año nuevo (una semana después puedo decir que… necesito un poco más de tiempo para ver hasta qué punto he fracasado), y pude dar mi opinión sobre la película Troll en un nuevo Noches de Miedo (spoiler: ojalá hubieran salido los trolls de debajo).

  • Oye, ¿te he dicho ya que te suscribas a esta movida? Si lo haces, te llegará esta newsletter semanalmente, y luego ya la puedes enviar a la papelera como hacemos todos con esas cosas a las que nos apuntamos y luego ya pa’qué. Hombre, si la lees antes de eliminarla, mejor. Y si se la recomiendas a tus sobrinos y a tu pollero, mejor que mejor. ¡A tope con 2023, fuerza!

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