martes, 27 de diciembre de 2022

Ventajas (definitivas) de las comilonas de Navidad

¿No das saltos de alegría con la yinkana (dice la RAE que se escribe así por mucho que a Juan le dé rabia) navideña de ir a una casa tras otra a esas cenas de Nochebuena, comidas de Navidad, roscón con chocolate en Reyes y toda la pesca Pascua? ¡No preocuparse, dientes, que es lo que les---! He aquí una lista de ventajas (que he ido elaborando yo mentalmente cada vez que he ido a un hogar ajeno) con las que podréis encarar estas comidas (quizá ya para el próximo año) de forma absolutamente positiva:

-Comes gratis: Esto, de pequeño, se te escapaba absolutamente; pero a día de hoy, talluditos que somos todos, creo que es un PRO pero muy pro (de profesional). Yo, por ejemplo, no compro comida desde el 23 de diciembre. Hechos, no palabras.

-Puedes robar comida: Extensión del punto 1. En estas cenas y reuniones navideñas hay comida para parar un tren y como todos acaban llenos como un tonel, no está de más dejar caer un "oye, pues si esto os sobra me llevo un tupper" (ya me puede decir la RAE misa que se escribe "táper", hay límites que no puedo sobrepasar). Es aconsejable, eso sí, vender tu intención de ROBAR COMIDA con unas flores al cocinero: "oye, esto me ha encantado, está de RE-CHUPPETTE (así como dándole un aire francés y culinario al término), ¿me puedo llevar a casa un poquito de lo que ha sobrado". Y la generosidad navideña hará el resto: "¡sí, claro, te preparo un tupper!". Es imprescindible la palabra "oye", que funciona muy bien. Interpela, pero desde la confianza.

-Cotilleas casas ajenas: Yo siempre escaneo a tope su colección de libros, DVD's (en caso de haberlos, cada vez más en desuso esta balda del salón), decoración navideña (muy superior siempre a la mía, hechos no palabras) y sus muebles. Me gusta hacer fichajes para mi propia casa. Que no tendré nunca. En cualquier caso, que te inviten a una casa ajena te da todo el derecho a cotillear como a un tertuliano de Sálvame, ¡no la desaproveches, muchacho, finge ganas de ir al excusado solo para ver cómo lo tienen!

-(Re)descubres viejas glorias en el Telepasión: No sé si recordáis la serie Sigue Soñando, que al principio se veía a un bebé frente al televisor y cómo ese bebesito iba creciendo hasta convertirse en el prota de la serie siempre frente al televisor... Bueno, pues ahí tenéis mi infancia, right there. Así que yo me veía los telepasiones todos los años, eso de juntar a todos los presentadores de TVE y ponerlos a hacer playbacks me parecía fascinante, un puntito demencial, siempre aprovechable. Ahora los adultos hablan de sus cosas de adultos, pero yo me llevo las gafas para entrever, apartando gambas y bloqueando sonido ambiente, qué nuevos teatrillos han montado en TVE (porque en Navidad se pone La 1, que no te den sucedáneos). Debo confesar que el otro día, quitando a la Obregón, no conocía ni al Tato. Quizá deba verlo properly, sin turrones ni peladillas de por medio. Debo decir en mi defensa que todas esas caras desconocidas a mí no me suenan porque he vivido casi una década en Irlanda, no es solo que sea ya un viejo. Hechos, no palabras.

-Observas otra forma de hacer las cosas: Entendiendo que estas casas son hogares a los que vas 2-3 veces al año como mucho... por lo tanto, no sabes exactamente cómo hacen las cosas allí. Por ejemplo, ¿dónde guardan el abridor para esa cerveza que solo quieres beber tú ignorando al resto de la mesa y su aceptada etiqueta social de TODOS BEBEMOS VINO PORQUE ES GUAY BEBER VINO? O, no sé, ¿qué tipo de queso ponen ellos con el membrillo? ¿Es verdad que en las casas de los otros es posible ver cómo ponen manteles, servilletas y cubertería de puro lujo al contrario que "lo más barato del Lidl" como haces en tu hogar? (Hechos, no palabras). O cosas más de andar por casa, ¿dónde dejan los abrigos cuando el perchero está lleno? ¿Cómo llevan la separación de basuras? ¿Cuelgan toda clase de mierdas en el frigorífico o lo tienen limpito? ¿Te reciben al llegar con un fondo musical de jazz guay en lugar de los hits de Taylor Swift, Selena Gomez y Carly Rae Jepsen como haces en tu casa, Juan (hechísimos, no palabras)? ¡Feliz Navidad!

lunes, 19 de diciembre de 2022

¿Mataron los Twinkies a Harvey Milk? y otros mitos del pastelito americano supremo

Qué duros debieron ser aquellos ocho meses, desde finales de noviembre de 2012 hasta mediados de julio de 2013, cuando no se podían encontrar Twinkies en las estanterías de los supermercados de Estados Unidos. Ocho meses en los que este bizochito relleno de puro placer cremoso, similar a nuestro Círculo Rojo, tuvo que lidiar con problemillas de bancarrota por parte de Hostess Brands, la marca que produce en (esponjosa) masa los Twinkies desde 1930. El norteamericano medio andaba desesperaíto perdío, ¡hasta le montaban exposiciones artísticas al bollo rezando para que no desapareciera! Me pregunto si se produciría un mercado de estraperlo por aquel entonces, con gente importando los pastelitos desde Canadá (Bimbo los produce allí en sus hornos de Montreal) o desde México (donde los produce Marinela bajo el nombre de Submarinos). Y es que los Twinkies, suerte de soletillas rellenas de la pasta más industrial, calórica y adictiva que puedas imaginar, llevan años satisfaciendo la necesidad (humana, innegable) de meterse un bollito rico entre pecho y espalda de millones de americanos. Pero… ¿de qué planeta vinieron estos submarinos dulces y cósmicos?

Estos “bizcochitos dorados con crema de vainilla” nacieron en Schiller Park, en el condado de Cook, Illinois, y fueron creados por James Alexander Dewar, un pastelero canadiense de la Continental Baking Company al que le daba cosa ver paradas las maquinas con las que rellenaban pastelitos de fresa cuando las fresas ya no estaban en temporada. El bueno de James pensó que podían rellenar los pastelitos con crema de banana y decidió bautizar a su creación como “Twinkie” tras ver un anuncio en Sant Louis de unos zapatos llamados Twinkle Toe Shoes (menos mal que no decidió llamarlos “zapatos”). Como durante la Segunda Guerra Mundial había racionamiento de comida (entre ella, la banana), a Continental Baking Company se le ocurrió cambiar el relleno de banana por crema de vainilla y… ¡pum! Magia. El cambio gustó tanto que la vainilla se asentó como la receta más tradicional y conocida de los Twinkies, dejando al plátano como un guiño nostálgico que apenas volvió en 2007 con motivo de una promoción de un par de años antes relacionada con el King Kong de Peter Jackson. 

A día de hoy, las 130 calorías de cada Twinkie (que, dependiendo de la versión, duran entre 25-45 días sin ponerse malos gracias a la ausencia de lácteos en su receta) se desglosan en: harina de trigo, azúcar, sirope de maíz alto en fructosa, agua, niacina, huevos y aceite vegetal. Existen, lógicamente, distintas variedades del bollito: con relleno de crema de calabaza o algodón de azúcar o con bizcocho de chocolate y menta, o la salvaje variedad (¿casera?) de Twinkies fritos (literalmente, rebozar un Twinkie y freírlo en aceite bien caliente), y hasta las tartas y cupcakes de Twinkies. Una curiosa y atrevida nueva versión de los Twinkies, con una crema azul fantasmagórica, fue lanzada al mercado con motivo del estreno de la all-girls Cazafantasmas. Ya cuando se estrenó la película original en1984 salió a la venta una edición especial con relleno verde-lima, un poco como los mocos espectrales en los que embadurnan a Bill Murray... ¡pero también salían en la propia película! Recordemos que Egon (el añorado Harold Ramis) usaba uno de estos pastelitos para representar el nivel de energía psicoquinética en Nueva York

Su presencia en la cultura pop es manifiesta: anuncios, exposiciones de arte, cómics, productos derivados para niños... y, por supuesto, cine y televisión. En Jungla de Cristal vemos que el sargento Al Powell (nuestro querido Carl Winslow de Cosas de casa) es un policía que se pirra por los Twinkies y no los dónuts, en la secuela de Ghost Rider (donde Nicolas Cage infunde aún más miedo cuando es él mismo que cuando es una calavera en llamas) vemos cómo los Twinkies no se deterioran con el paso del tiempo… haciéndose eco de la mala fama del producto a cuenta de que no tiene un solo ingrediente natural; algo en lo que inciden en Padre de familia, donde se ponen a salvo del fin del mundo en una fábrica de Twinkies (por esa creencia popular de que “nunca” se ponen malos). Nuestros queridos pastelitos aparecen en El Gigante de Hierro, Los Simpson, Disturbia (Shia LaBeouf se aburre tanto con su arresto domiciliario que se pone a hacer torres de Twinkies que une con pegamento), Algo para recordar, Zombieland (Woody Harrelson busca incansablemente el último Twinkie en un mundo infectado de muertos vivientes), Grease o Wall-E. Además, el cómico Weird Al Yankovic (cuyo biopic protagonizado por Daniel Radcliffe se ha estrenado recientemente) creó un perrito caliente que exploraba los límites de las papilas gustativas al usar un Twinkie partido por la mitad para sujetar la salchicha.

La revista Time la nombró la cómica basura más icónica en 2012, cuando Hostness anunció su cierre. Apollo Global Management y Metropoulos and Co sacaron a los bollitos del limbo en marzo de 2013 y volvieron a ponerlos en los estantes de los supermercados, junto con esos galones de leche y cajas demenciales de cereales, el 15 de julio de 2013 (grave error no hacer coincidir su regreso con el día de la independencia americana…). A día de hoy, Hostness ha recuperado la marca y produce más de un millón de Twinkies al día y 400 millones al año; a mí me parecen cantidades groseras pero, finalmente, consecuentes con un dulce donde el exceso es la norma. Los políticos, amigos también ellos del exceso cuando se trata de arañar votos, le han tendido la mano sin ambages a nuestros bollitos. Tomemos el caso de Bill Clinton, el ex-presidente de Estados Unidos, que junto a un grupo de representantes eligieron en 1999 al Twinkie como uno de los productos merecedores de ser introducido en una cápsula del tiempo. ¿Sus méritos? Ser, simple y llanamente, un “objeto de inacabable simbolismo americano”. Pero la unión más delirante de Twinkie con “lo popular” tiene que ser, a la fuerza, la que se estableció entre el bizcochito y el mundo de la abogacía, estamos hablando de “la defensa Twinkie” (dejad que salte a otro párrafo justo después de apretarme un Twinkie… oh, sí… oh, cremoso…). 

La “Twinkie Defense” es un término acuñado por la prensa en el caso de Dan White y los asesinatos en San Francisco de los políticos Harvey Milk y George Moscone. El abogado de Dan White alegó en defensa de su cliente que los asesinatos que había cometido se debían a una “reducida capacidad mental” como resultado de una depresión (depresión evidente, entre otras cosas, al haber pasado su cliente de una dieta sana a una formada por Twinkies y otros productos azucarados). Se extendió el rumor de que el abogado culpaba directamente a los Twinkies de las acciones de su defendido… con lo que podemos constatar que en 1978 también corrían como la pólvora las fake news y los clickbaits. Si hacemos caso de las informaciones que recuerdan el caso, veremos que el abogado de Dan White ni siquiera mencionó la marca “Twinkie”, sino que lo dijo un testigo de pasada, y que en absoluto basaba toda su defensa en que “los bollitos le volvieron loco”. En la (estimable) comedia romántica La verdad sobre gatos y perros se hace una referencia a la “defensa Twinkie” en uno de sus diálogos.

Algo igual de llamativo (y, desde luego, mucho menos grave) es el caso de Judd Slivka en 1988. Este adolescente de Livingston, Nueva Jersey, montó una campaña que ríete tú de la de Alf para recuperar su programa de polka favorito en la tele, cuando se enteró de que iban a “matar” a Twinkie The Kid, la mascota de los Twinkie (un Twinkie con traje de cowboy… tampoco es que se rompieran la cabeza). El chaval envió una carta con 135 firmas de amigos, familiares y hasta el director de su colegio amenazando con dejar de comer los bollitos si no le perdonaban la vida a Twinkie The Kid. Dicho y hecho, la mascota “resucitó” en 1990 y es probable que Judd Slivka sea hoy en día un entrañable señor con sobrepeso y venas obstruidas de tanto comer Twinkies. ¡Bien está lo que bien acaba, Judd! Mirad, sanos no son, pero son parte de nuestra vida (especialmente de la de los yanquis) y de algo hay que morir; quizá en un mundo lleno de peligros, los Twinkies sean el más esponjoso y dulce de los venenos. ¡Oh, Twinkies, Oh, grandes!

martes, 13 de diciembre de 2022

¿Valen de algo las Google Reviews?

Llevo un tiempo bastante dedicado al tema de las Google Reviews, esto es, cada vez que voy a comer/cenar/hacer el pino puente a cualquier sitio, le hago unas fotos y más tarde cuelgo mi "crítica" (de puro aficionado) en Google (aquí tenéis mis reseñas). Sobre todo a la hora de comer, y más exactamente a la hora de comer barato (no suelo gastar más de 12-15 euros cuando como fuera, si gasto más ya me parece caro, así de ratatouille soy), me gusta apostar sobre seguro; y para ello no encuentro mejor referencia que las reviews de la gente en Google. Para mí, las Google Reviews son como el Almanaque Deportivo para Marty McFly, me dice de antemano lo que va a pasar.

Mi ansia de fotografiar y comentar todo lo que encuentro no se debe solo a mi deseo de ayudar al prójimo ofreciendo mi opinión más honesta, que también; sino igualmente a mi afición a escribir, escribir y escribir y seguir escribiendo non-stop (de esto ya he hablado largo y tendido aquí). Si no escribo sobre algo que haya visto, comido, vivido... es que como si no lo viviera del todo. Escribir es algo así como mi Instagram; si voy a un concierto no quiero hacerle un vídeo y compartirlo en redes, lo que quiero es ESCRIBIR SOBRE ELLO. Entiendo que vivimos en un mundo más visual, de impactos, que de largas prosas... pero a mí me encanta teclear y no puedo remediarlo. Así que vale, fundamentado mi ánimo reseñador en mi deseo de ayudar y mi amor por escribir, la pregunta que me hago es... ¿esto le vale a alguien de algo? Es decir, yo no entro a comer en ningún sitio si antes las Google Reviews no le dan su bendición (y en esto no vale solo mirar la puntuación media, hay otros muchos factores que contribuyen a este aprobado online), pero ¿y la gente? ¿Es obsesa de esto como yo o solo lo usan de pascuas a ramos? ¿Los que lo usan lo toman como palabra sagrada o miran las fotos y el menú del local y ya está sin pararse a leer las opiniones insignificantes de todos los reseñadores que en el mundo somos?

Antes de seguir, una aclaración, hablo mayormente de sitios de comer (bares, restaurantes y titiriteros que te cocinan mientras tocan la trompeta subidos a una tramoya) porque esos son los sitios que yo frecuento... y sobre los que he decidido escribir mis reseñas en Google. Y es que hay otra web cuyas reseñas trabajo bastante, que es Booking.com, donde suelo dejar mis opiniones tras alojarme en cualquier hotel al que he llegado reservando con ellos (en este blog indican que bares, restaurantes y hoteles son, con mucha diferencia, los negocios que más Google Reviews acumulan). Lo cierto es que en Booking he tenido alguna experiencia negativa, muy negativa, a la hora de dejar opiniones debido a la respuesta de ciertas personas; y es por eso que en Google he preferido alejarme de ese ruido. Otro día nos metemos en el tema hoteles (y en la adaptación española de Hotel Hell con Kike Sarasola haciendo las veces (¡já!) de Gordon Ramsay). Así que vayamos al negocio: ¿las reviews de Google aportan, influyen, AYUDAN realmente a alguien? La primera respuesta sería: SÍ, Y MUCHO

Los negocios están como locos por la música con las Google Reviews. Como bien dicen en este post, somos esclavitos de los likes y las estrellitas para medirlo casi todo en esta vida loca que llevamos, y para ello los negocios (algunos, no todos) se dedican a darse muchas estrellas a sí mismos y poner a parir a la competencia. Una forma rápida de distinguir reseñas fake y auténticas es ver el perfil del reseñador, si tiene menos de 5 reseñas y es una crítica extraordinariamente positiva del sitio y gustándose demasiado en detalles como el personal ("todas las personas que me atendieron fueron un encanto y puedo confirmar que mi madre es recibida siempre como si fuera un miembro de su familia") casi seguro que es falsa. Pero vamos, que sí, que a los negocios les interesan mucho las reviews que dejamos en Google (como Google lo sabe, les da unos consejos para que reciban buenas reseñas). En este otro post, aconsejan a los negocios contestar siempre a las reseñas, ya sean positivas o negativas, ya que esto demuestra preocupación por el cliente y expresa un deseo de mejora evidente. Eso sí, yo cada vez que veo una RESPUESTA ROBÓTICA a un comentario negativo ("nos tomamos muy en serio tu opinión para seguir mejorando"), sin contestar a nada específico de lo que se ha criticado, me dan ganas de ir al local Y QUEMARLO. ¡Con antorchas, theatrics a tope! En este post dan consejos a los negocios para responder a los clientes que han dejado una review (los consejos 4 y 5 me parecen ciertamente valiosos).

Pero lo cierto es que los "Local Guides" (ejem... así nos califica Google a los que dejamos reviews, soy un mero notario de la actualidad) son muy importantes... para los negocios, y parece que únicamente para ellos. Cuando busco la importancia o influencia de las Google Reviews en los clientes, en Pepito antes de ir a cenar a Bar Paqui, no encuentro casi nada. ¿Acaso no son importantes para los clientes? Si tanto las buscan, las ansían, las persiguen los negocios, será porque si muchas reseñas dicen que Bar Paqui es una mierda pinchá en un palo, pues Pepito no irá a cenar allí, ¿no? Entiendo que perseguir un buen historial de reseñas en Google no es por una mera cuestión estética, sino también práctica. Rebuscando un poquito más, con más ahínco, vamos que tú puedes, he dado con algo que responde a mi duda. Como bien dicen aquí, sí, las críticas en Google son importantes para los usuarios... pero solo a nivel básico y primario. Es decir, Pepito irá a Bar Paqui si ve 50 críticas y una puntuación media de 4,5 sobre 5. Pero si Pepito ve solo 3 reseñas de Bar Paqui y una puntuación media de 5 entenderá que, a pesar de que la puntuación es mayor que antes, son muy poquitos testimonios como para darle credibilidad a esas cinco estrellas (a lo mejor fueron a comer a Bar Paqui tres señores de Murcia que carecen de papilas gustativas porque se dañaron la lengua un día tomando un gazpacho falso de esos que toman ellos, ¡no podemos descartarlo!). Los usuarios (y potenciales clientes) se fían de las Google Reviews echándole un vistazo rápido al número de reseñas y puntuación media, nada de leer las largas peroratas y revisar las 23 fotografías que ha dejado el loco de turno (hola, soy Juan, qué tal estás). Bueno, con esto me vale.

Personalmente, todavía estoy aprendiendo a cómo dejar reseñas malas intentando no molestar o no perjudicar demasiado al negocio en cuestión... y es un proceso que me va a llevar más tiempo del que creía. En breve me extenderé un poquito más en esto: qué decir, qué no decir, cómo no disparar las trigger alarms de los negocios para que no te salten a la yugular en sus respuestas, etc. De momento, yo creo que este tocho letal es más que suficiente para que me denuncies. Nos vemos en Plaza de Castilla.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

Te reduzco el talento, Jimmy O Yang

¿No os pasa que, viendo la enésima comedia hollywoodiense, pensáis en lo gracioso que es ese actor o actriz... fuera de la película? Es como si un cómico o cómica brillante llegara al plató de la película a la que han conseguido llegar gracias a su talento y, de repente, les desapareciera todo aquello que les hizo llegar al plató. ¿Pero este/a no era un/a crack? Bueno, pues sí, justo antes de estrenar esa película era la caña, ¿qué ha pasado? Tomemos el caso de Jimmy O Yang. YouTube me sugirió ver el vídeo de debajo, lo vi, y me pareció un tipo con talento. Es un extracto de un monólogo, activad los subtítulos si queréis, a ver qué os parece:

Simpático, ¿no? A mí me parece un tío gracioso, jugando con los estereotipos asiáticos, las costumbres americanas... bien. Bueno, pues antes de ver esto yo ODIABA a Jimmy O Yang. ¡Hollywood me hizo odiarlo! Le había visto reducido al papel de "asiático gracioso" en dos lamentables películas como Fantasy Island y ¡Qué duro es el amor!. ¿Cómo es posible que el tipo del vídeo de ahí arriba, que tiene talento como para (por lo menos) sacarte una sonrisa, sea una presencia miserable en LAS PELÍCULAS? Resulta que Jimmy O Yang es monologuista, guionista... ¡y licenciado en económicas!


Bueno, pues es posible porque Hollywood tiene la molesta costumbre de reclutar a personas con talento para sus películas mainstream y, una vez allí, limarles cualquier arista graciosa o particular para servirlas al público como el enésimo producto blanco, neutro, igual que todos los demás. "Tú ponte aquí a recitar este guión aprobado por 20 ejecutivos y luego ya si eso vemos tus gracietas...". Esta sensación de neutralizar a gente con talento para ponerlos al servicio de una cosa sin mucha gracia, la llevo teniendo desde hace años, pero hace poco me ha hervidito la sangre con una película llamada The People We Hate at the Wedding.


En esta "comedia sobre una familia disfuncional" (ya...) sale gente que a mí me parece que, oye, vamos a ver lo que dicen: Kristen Bell, Ben Platt, Allison Janney, Jorma Taccone (¡The Lonely Island!), etc. En fin, que tenemos un reparto que ojito cómo me descuide que tenemos aquí una comedia de las de reír de verdad... Bueno, pues error. Error como las convocatorias de Luis Enrique. Aquí tenemos el vigesimoquinto guión estandarizado, robotizado, generado por una AI cuando se le han introducido los términos "comedia familiar segura, situaciones esperpénticas pero poco, incorrección política controlada", y la AI lo ha clavado, claro. Recemos para que todos esos actores y actrices que despuntan gracias a su talento, power y originalidad puedan poner a salvo todo su talento, power y originalidad cuando Hollywood llame a su puerta. Porque Hollywood es un liante: reconoce su talento, les quiere por su talento, pero luego les quita todo el talento cuando ya los tiene. ¡¡Hollywood, por qué!! Os dejo con uno de mis videoclips favoritos de The Lonely Island y al menos nos vamos con una sonrisa.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Madrid: pros y contras desde que volví de Dublín

Ayer puse en Twitter que una de las cosas que más rabia me daban desde que volvimos a vivir a Madrid era ese café con leche servido, casi irremediablemente, en vasito de caña. Ya, ya sé que si indicas "en taza, por favor" te lo ponen en taza... pero uno tenía por costumbre pedir un café con leche y ya, sin especificaciones técnicas, porque uno asumía que los cafés se toman en taza por, no sé, tradición; o para no quemarte las manos o por pura decencia humana, pero en Madrid, mesehabíaolvidado, existe la norma no escrita de que el café con leche, ese de buena mañana en el bar de toda la vida, se puede servir normalmente en un vasito ridículo. Debajo el tweet de marras:

Pozí, tendré que ponerme las pilas en este sentido (oh, Dios, ¿ha dejado de usarse ya la expresión "ponerse las pilas" desde que... bueno, ya no se usan pilas?) y mejorar mi dialéctica en los bares. Pero esto me dio que pensar: ¿qué otras cosas me han chocado de Madrid a mi vuelta a la ciudad que me vio nacer? (literalmente, la ciudad eligió a un grupo de notables para reunirse en torno a mi alumbramiento y ser testigos de aquel acontecimiento: "Sí, se confirma, HA VENIDO"). Bueno, pues he aquí, casi a modo de lista personal para aclararme yo pispo, lo que más y menos me ha gustado de Madrid City desde que regresamos a sus (no muy limpias) calles allá por mayo del presente:

Cosas que a tope con ellas
-Sol (no la estación de metro, el otro)
-La maravillosa estupidez de alegrarte un día subiendo la persiana, abriendo la ventana y asomándote a la luz (los cielos grises de Dublín, psicológicamente, llegaron a noquearme -noquear es una palabra fea, pero está en la RAE, soy un mero notario de la actualidad)
-Árboles en las aceras (sé que cada vez menos, pero haberlos háylos)
-Se puede salir a la calle a pasear (gracias a los ÁRBOLES, a la presencia del SOL, y a la ausencia del VIENTO HURACANADO que hacía siempre en Dublín -Sorry, Dublin, I miss you but these are the facts-)
-Cierta sensación de tranquilidad y dirección en las calles (esto es un feeling que a ver cómo te explico... digamos que en Dublín hay como, no sé, paquetes de carne picada sin abrir tirados por las aceras y señores escupiendo al tendido y muchos tranvías tocando sus campanitas porque vienen y todo esto me ponía la cabeza un poco loca -vivíamos en pleno centro de Dublín, mind you-)
-Puedes comer bien en casi cualquier sitio
-Cañas y tapas, esa culturita buena de buscar siempre un huecco (el cantante) para esto
-Las alioli (siempre la patata cocida, si pides alioli y te traen patata frita pues una respuesta adecuada sería incinerar el local)
-Una ciudad muy diversa, con ofertas y paisaje distinto, según cambias de barrio (en Dublín también cambiaban ciertas cosas al moverte geográficamente... pero digamos que había cierta aburrida uniformidad, Madrid es más loca y guarda más sorpresas)
-Oferta cultural muy potente (cada día se me pasan tres o cuatro cosas que descubro a posteriori lo mucho que me habría gustado verlo/oírlo... y eso que no trabajo porque estoy buscando de lo mío y en teoría tendría tiempo para enterarme de todo pero no es así, es una ciudad que bulle)
-Gente muy maja (en Dublín también, pero no está de más destacarlo)
-Gente muy maja que habla mi idioma (ahí te han pillao, Dublín)
-BARRIOS (salir de tu portal y recorrer varias calles con pequeños comercios, plazas y bancos es un ecosistema perfectamente asentado y conseguido en Madrid, en Dublín not so much, o digamos que los barrios son más... breves)
-Se come a las 2, se cena a las 9-10 y las tiendas están abiertas hasta las 8-9 (Dublín, aquí mejor vamos a taparnos, cuanto menos nos expongamos en este sentido mejor, hazme caso)
-Cine europeo y español (en los Cineworld de Dublín brillaba por su ausencia)
-Familia y amigos más cerca (esto es como decir "el cielo azul", pero bueno, su obviedad no le resta valor)
-Gente menos sospechosa por las calles (sí, hay auténticos personajes, pero no hay knackers)
-El metro para ir de una punta a otra de la ciudad (abarca mucho)
-La posibilidad de explorar, aunque sea por pura curiosidad, la vía laboral para la que creo que valgo (si bien the clock is ticking y aquí no llama ni el tato)
-Ausencia absoluta de gaviotas (mis enemigas públicas NUMBER 1)

Cosas que echo de menos de los dublines
-La bonhomía y sencillez de sus gentes (esto queda muy de literatura y pose barata, pero el irlandés -no ya solo el dublinés- es bueno por naturaleza, desarmantemente bueno)
-La cultura de la pinta, si bien inferior a la de la caña y la tapa, también tenía su (poderoso) aquel
-Las competitivas ofertas de sus supermercados y, en concreto, la posibilidad de comprar carnes, frutas o verduras por unidades y no por kilos
-La vida que teníamos hecha (rehacer tu vida a los cuarentaitantos es un rollo)
-Insistiendo en el punto anterior: la pura inercia de la vida que ya teníamos hecha nos invitaba, especialmente a mí, a tener un futuro económicamente boyantísimo (si bien a cambio de sacrificar mi alma)
-Tarifa plana de cine (mucho cine europeo y tal, pero a soltar pasta)
-Poder ir andando a casi cualquier parte y no estar a obligado a coger el metro para ir de una punta a otra de la ciudad (tarda mucho)
-Tener varios restaurantes japoneses de referencia (en Madrid no tenemos controlado ninguno)
-Hacer un podcast sobre nuestra vida en un país extranjero (nos lo pasábamos bastante bien... hacer uno de nuestra vida en Madrid como que no)

Podría seguir tres cuartos de hora anotando cosas en ambas columnas, pero tengo que ir a comer... mira, hoy un poquito antes de lo que suele ser la hora del almuerzo en Madrid. Volveré a esta lista en un futuro próximo para ver qué añadimos a una cesta y qué quitamos de la otra. O lo que sea.

viernes, 25 de noviembre de 2022

La Pinta Roja que me quiero tomar con Pierce Brosnan

Me ha parecido muy tierno, francamente emocionante, este vídeo en el que Pierce Brosnan se entera de que el entrevistador es de su misma ciudad, Navan. Parece ser que Pierce tuvo una infancia complicadilla allí, y a lo mejor le ha venido todo de golpe a la cabeza en este momento. Os lo dejo debajo y ahora comento un par de cosillas al respecto:

 

Lo primero es que el vídeo me ha gustado tanto (Pierce Brosnan muestra genuina emoción, se le escapa el corazón, al constatar que efectivamente, es el "primer superhéroe de Navan") que a puntito he estado de resucitar mi blog La Pinta Roja... porque la verdad es que echo de menos (un poco, bastante, más de lo que esperaba) Dublín e Irlanda. Esto da para un post más extenso (quizá para mi newsletter semanal), pero resumiendo podríamos decir que Dublín e Irlanda y los irlandeses han dejado una huella profunda en mí, y creo que también en Loida, y de vez en cuando me sorprendo a mí mismo añorándola. Dónde íbamos a cenar, por dónde solía correr escuchando mis podcasts, cuáles eran los planes que hacíamos los findes... sigo considerando a Dublín mi casa. Ya hablaré más a fondo de esto, pero no quiero cortar del todo mi lazo con esta gente. Y este sentimiento casi explota del todo a ver al Tito Pierce casi desmoronándose al recordar (brevemente) su infancia en Navan. Debo hablar de todo esto.

Lo segundo es decir que Navan es una ciudad de poco más de 30.000 habitantes que no tuve el gusto de visitar en mis ocho años de residencia en Irlanda, pero que tiempo tengo para hacerlo. Sé, sin ningún género de dudas, que volveré varias veces a Irlanda en un futuro próximo, así que por qué no conocer la ciudad donde nacieron el señor Brosnan y este periodista (la foto de arriba, por cierto, es una en Navan de Pierce y su mujer, publicada en el instagram del actor). El nombre Navan, por cierto, es un palíndromo, o sea, que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, cool, isn't it?

Y lo tercero y último es que qué maravilla que se produzcan momentos así en estas entrevistas que supongo serán interminables para los actores (tendrán que hacer 20-30 atendiendo a mil webs, podcasts, canales de YouTube, medios oficiales...), un chispazo de originalidad y franqueza, donde no hay un señor en piloto automático vendiendo una moto sino un señor hablando con honestidad con otro señor (o, en este caso, un muchacho). Pura vida, que diría Keylor Navas.

PD. Un genio o genia quien eligiera a Pierce Brosnan para dar vida al Doctor Fate en Black Adam. El porte que tiene Brosnan le van de lujo al personaje. Ojalá que veamos más de él.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Watcher/The Watcher

Hay algo en la observación, la pura y simple observación, que siempre me ha fascinado. Mirar algo durante un largo periodo de tiempo para ver lo que hace o deja de hacer, o simplemente para apreciar su quietud, me ha resultado siempre algo de lo más interesante. Ver una brizna de hierba agitada por el viento, la terraza del vecino de enfrente (y al vecino cortándose las uñas de los pies), cómo se derrite un hielo en el vasito de cristal de AeroMexico que robé cuando volé con ellos, el desnudo parcial de Pamela Anderson a través de la pantalla del portátil, las líneas negras de roña que conforman la suciedad de mi escritorio, lo que acontece al otro lado de la ventana del autobús que me trae de vuelta a Madrid tras un viaje relámpago a Burgos... todo me deja algo, todo me enreda, a la nada le saco algo; y no es que quiera celebrar la inacción, la pasividad ante la propia vida, pero sí quiero reivindicar desde aquí el noble arte de la observación con el único propósito de ver lo que pasa (o no). 

Leo en internet que la observación, palabra que viene del latín (observare), es una habilidad que nos permite conocer la realidad al examinar detalladamente un objeto o suceso para registrar cómo es y cuantos cambios se produzcan en él. Bueno, yo no sé si observo cosas para registrar nada (más allá de la propia realidad que registran mis ojos por el mero hecho de permanecer abiertos), pero sí que confirmo que al mirar algo durante un buen rato se acaba aprendiendo sobre ese algo. Y aprender algo sobre ese algo, irremediablemente, lo cambia. Ya no es el algo inicial (UNA ALGA), sino un algo distinto; observado, conocido, asumido. Viene todo este rollo a cuento de dos producciones que he visto/estoy viendo recientemente, que prácticamente comparten título, una es la serie de Netflix The Watcher; y la otra es una película de suspense (que no de terror) llama Watcher a secas, sin el The. Las dos tratan precisamente de esto, de observar, de mirar, de centrar los ojos obsesivamente en algo o en alguien; y de cómo estos ojos clavados pueden alterar el ecosistema de lo observado. ¡Tanto rollo para decir que te gustan las pelis de psicópatas y de mirones! Sí, bueno, vale... pero lo cierto es que estas dos producciones han llegado a mi vida así, de repente, sin yo proponerme juntarlas por su temática y título casi replicantes entre sí, y que ambas confirman lo que ya sabía sobre mí mismo desde hace mucho tiempo, que observar obsesivamente algo es algo, valga la redundancia, que me inquieta y atrae a partes iguales.

¿Por qué esa recreación en el simple acto de mirar? Será porque siempre he sido más de interiorizar pensamientos que de expresarlos y a fuerza ahorcan; o será porque siento una curiosidad innata (y posterior desprecio al conocer su realidad) ante lo que me rodea... Lo que sí puedo asegurar es que esta afición por mirar hardcore (la única forma de mirar de Elon Musk) no me ha permitido (¿todavía?) desarrollar la habilidad de la escopaestesia. Esto es  el "efecto mirada en la nuca", cuando percibes que alguien te está mirando fijamente. Resulta que el fenómeno (que en algún momento habrás experimentado o, al menos, CREERÁS haber experimentado) es algo bastante extendido y, en caso de ser este cierto, permitiría a ciertas personas detectar "de forma extransensorial" (¡ojo!) cuando están siendo mirados fijamente. Algo de esto hay (llámalo escopaestesia, llámalo paranoia) tanto en Watcher, como en The Watcher. Las vidas de Maika Monroe, Naomi Watts y Bobby Cannavale se alteran, se perturban, se desnudan, se inquietan ante esas miradas que se te clavan como espadas. ¡¡Ay, esas miraditas!!

sábado, 12 de noviembre de 2022

En la tienda te quedaba guay

¿No es frustrante cuando en la tienda te compras dos o tres cosas porque te quedan guay... pero luego al llegar a casa te quedan como el culo? Como el mismísimo culito que no te entra ya en los pantalones. O a duras penas entra. ¿Acaso uno mengua, engorda o muta en las 2-3 horas que tarda en llegar a casa? Este es uno de los motivos por los que no compro nunca ropa por internet (el otro es que soy rematadamente viejo, "me entró el viejazo", que diría el Loco Gatti). Y es que, si ya me ofrece dudas mi propia medición real de prendas IN SITU, en la PROPIA TIENDA, con mis MANOS METIENDO PANTALÓN EN CULO, qué esperanza puedo tener en que una estimación aproximada de medidas en el ciberespacio satisfaga las medidas de mi culo... Sé qué existe la devolución de prendas y que incluso las propias tiendas corren con el gasto del retorno, pero bastante frustrante es ya que no te quede bien algo como para luego tener que meterse encima en el fregado ese de devolverlo...

-Pero señor, que no es ningún fregado, que van incluso a su casa a recogerlo
-Te ahogaré. Te ahogaré con un jersey del C&A. Enrollaré su manga alrededor de tu cuello y apretaré hasta que ceda.
-... ¿La manga?
-TU PESCUEZO.

Para mí, señor de medidas amorfas, de cuerpo Daliniano (en el sentido de que las carnes se me desparraman por sitios insospechados, como derritiéndose... no, en serio, ¡¿qué se supone que estáis haciendo?!), señor al que le quedan bien muy poquitas cosas y que luego en casa resulta que no me quedaban tan bien, hay pocas experiencias que me den tanta pereza como salir de compras. Porque salir de compras es salir de compras de ropa. Si vas a comprarte un libro, una bolsa de canónigos ya lavados y un cuadernito que no necesitas del Tiger, eso no es salir de compras; eso es salir A COMPRAR ALGO. O salir y hacer compras. Vas paseando y, de repente, decides comprar algo. Si sales de compras no sales a ver las hojas del otoño y la fuente de la plaza y luego a comprar, no, no, vas derechito al ABC Serrano o donde compréis vosotros esa ropa que os queda tan bien a todos. Ojo a esta distinción lingüística entre salir de compras o salir y luego ya si eso se hace alguna compra. Si algún día pongo en marcha otro de mis podcasts de éxito (risas), este es un tema que trataré con urgencia (el podcast que tengo en mente desde hace años y que nunca haré es uno sobre el uso de la lengua, me debato entre dos títulos: "Niño, esa lengua" y "Ahí hay un niño que dice hay" -la frase que nunca dijo ningún niño en España o Latinoamérica-).

En fin, que vais todos muy guapos por la calle, que todo os queda guay, y que yo seguiré tragando con lo de probarme cosas, comprar solo dos de las trece que me he probado, volver a casa, reprobarme las cosas y bueno, vale, tendremos que tirar con esto. Todo con tal de llevar ropa encima de mi cuerpo, algo que no debe BAJO NINGÚN CONCEPTO mostrarse en su público. No solo por la fealdad del mismo, única en su especia; sino porque como decía Seinfeld, la "caída" del cuerpo, así sin ropa, es raro.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Mi relación con la comida

Cuando he tenido un día malo, como mucho para alegrarme. Cuando he tenido un día bueno, como mucho para que siga la fiesta. Cuando he tenido un día en el que me lamento por haber comido mucho ayer, como mucho porque, total, como ya comí mucho ayer, what difference does it make. Me gusta comer mucho y me gusta comer, mucho. Me gusta de manera desaforada (esto es, desmedida, fuera de lo común, grande por exceso). No entiendo comer poco si me gusta algo, no entiendo dejar comida en el plato, no entiendo no comer hasta la depravación. Esto, por supuesto, me lleva a situaciones nefastas (terminar almuerzos de maneras absolutamente panzudas, intentos de reseteos prácticamente cada semana, dietas detox-criminales cada cierto tiempo); pero ni siquiera estas se imponen sobre el demonio del hambre que llevo dentro. Y es que la posesión demoníaca que a mí me aflige no me exige recolectar almas, corromper voluntades o batirme en duelo con esos bien entrenados exorcistas de las películas... lo que mi demonio persigue, lo que ansía y no descansa hasta conseguirlo, es comida, más y más y más comida hasta reventar. ¿Qué pretendes, pazuzu de la ingesta? ¿Por qué camino de glotonería me llevas y cuando te desharás de este cuerpo que tomaste allá por su estado zigotil? No me queda otra que plegarme a sus deseos, desabrocharme un botón y aceptar que aquella canción de me lo como tó me lo como tó los garbanzos con chorizo... no era sino el título de mi futura biografía. Buscando fotos para este post di con este libro que debo leer (su portada me vale para el post).

miércoles, 26 de octubre de 2022

La forma más baja de vida: el cliente con ínfulas

Ayer vi esto en Twitter (la foto de esos "clientes que son modelos y no clientes" de arriba no, sino los vídeos que os pongo debajo) y me hervía la sangre. Ya me podía haber hervido unos huevitos para añadirlos luego a una ensalada, pero no, era la sangre la que se me puso más caliente que el café de un diner de Oregón. Lo vi en el Twitter de Ichigo Niggasake y me hizo recordar esos trabajos a los que no quiero volver nunca en mi vida. Yo no he tenido exactamente este trabajo (de haber tratado CARA A CARA con un cliente seguramente hoy estaría muerto), pero sí varios similares y puedo confirmar tres cosas:

1/ Los clientes, así, en general, son personas asquerosas sin ningún tipo de empatía (yo también soy cliente y no me considero esto a mí mismo, por eso he dicho "en general")

2/ Los clientes con "entitlement", o sea, los que se creen con derecho a todo, los que tienen aires de grandeza por el solo hecho de haber comprado o pagado algo, son aún peores que los clientes a secas. Ejemplo perfecto es el señor del vídeo que había reservado una habitación de hotel y cree que automáticamente es el rey del Mambo. Estos clientes con ínfulas son lo más parecido al diablo en la Tierra. Son una manifestación de Belcebú. Son gente que asesinaría a su propia madre con tal de sentirse validados (ver vídeos de debajo, son dos partes de una interacción entre una santa trabajadora y un enviado de Satán)

3/ No digo que un cliente que ha comprado algo y no se ve satisfecho no tenga derecho a reclamar, lo que digo es que el mero hecho de reclamar algo que "te pertenece" no reduce a la persona que te está atendiendo a un nivel inferior de vida... Es, más bien, todo lo contrario. TÚ ERES EL INFRASER. Y debes ser erradicado. 

lunes, 10 de octubre de 2022

Tú no eres especial, además de verdad

Salva Valero, conductor de Noches de Miedo y amigo de quien esto escribe, me dijo que si me apetecía grabar otra reseñita para su podcast y, a ver, esto es como si me preguntan si quiero un trocito más de tiramisú o si quiero una foto firmada del ya fallecido (pero eterno) Quique Camoiras... ¡oiga, pues claro! Así que me vi lo que me pidió que me viera, que eran los primeros episodios del serial teenager Tú no eres especial (Netflix); y luego le di al REC y se lo envié, y lo editó, y lo publicó y... bueno, el resto ya te lo sabes. Dale aquí debajo para escucharlo (spoiler de mi opinión en el título de este post... ooops...). Me dirás que no soy un "crítico" de la máxima confianza...

martes, 27 de septiembre de 2022

Oferta contra oferta

La búsqueda de empleo, que en sí misma es un empleo (sin jefes flipaos, eso sí), le permite a uno ver todo tipo de ofertas de trabajo. Las hay formales, aburridas, llamativas y hasta apetecibles (estas, quizás, las menos). Hoy quería enfrentar a dos ofertas muy distintas entre sí, no solo porque no esté encontrando trabajo "de lo mío" y tenga el suficiente tiempo libre como para hacerlo, sino porque me ha resultado muy curioso cómo ambas pretenden seducir a sus futuros empleados, pero usando métodos muy distintos

La primera emplea un lenguaje que a mí me suena a "somos los mismos bandidos de siempre, pero ahora usamos este lenguaje un poco más guay para motivar a la peña" (en descargo de esta hay que decir que es una oferta de prácticas, no de trabajo-trabajo); mientras que la segunda me suena mucho más creíble y ha conseguido eso tan difícil que es, no solo intrigarme, sino arrancarme una sonrisa (sí, vale, puede que sea a bit too friendly, pero es super-refrescante para el que lleva mirando ofertas media hora). No me han llamado de ninguna, de momento.

vs.


miércoles, 21 de septiembre de 2022

Hollyblood, madre del amor hermoso


Hace poco tuve el placer de participar en el podcast Noches de Miedo de mi amigo Salva Valero. Me pidió que reseñara una película llamada Hollyblood, protagonizada por Óscar Casas, y cuya trama mezclaba vampiros con enamoramientos adolescentes. Obviamente, grabé mi reseña apenas un nanosegundo después de concluir mi charla con Salva. Tenéis el programa aquí debajo:

miércoles, 31 de agosto de 2022

5 razones para ver Ellas dan el golpe (A League of Their Own)

He escrito este post en Brenda Forever sobre Ellas dan el golpe (A League of Their Own), una de las series que más he disfrutado de las últimas que he visto (no han sido muchas, me he abonado a DAZN y mis ojos han sido secuestrados por el FURGOL). Si no tienes tiempo para leer el post completo, ya te lo resumo yo aquí en cinco bonitas razones para ver la serie (basada en una película de los 90 que debo ver como remate a la primera temporada):

1/ Es una serie amable: No descartemos lo nice, lo bonito, lo sky blue como algo absolutamente curativo (y necesario) para el alma. Esas almas maltratadas por las duras aristas del día a día. Here you'll find peace.

2/ No es una serie amable: Como encontrarse un diamante dentro de un Kinder Sorpresa. Bajo el exterior placentero de Ellas dan el golpe, se oculta en su interior un discurso potente sobre cuestiones que aún a día de hoy nos angustian como especie. A unas personas más que a otras, como por ejemplo a las protagonistas de la serie.

3/ Hay personajes para aburrir: Cada uno tiene su favorita. A mí me encanta Max, quizá la sonrisa más bonita que se puede ver hoy en día en cualquier plataforma de contenidos; pero ahí están Carson (la prota), Greta (la independiente), Lupe (la latina), Jo (la gordita), etc. ¿Incorrecto por mi parte poner etiquetas? Bueno, esto es como la pegatina de los plátanos, es solo un punto de partida, lo rico es lo de dentro.

4/ Luce bonita: No soy el mayor fan de las series y películas "de época", pero la recreación de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos es fantástica: coches (¡qué poco me interesan los coches pero qué bonitos eran los de antes!), tiendas, autobuses, ropa, peinados... TOP.

5/ El béisbol es intrigante: No entiendo muy bien cómo funciona (¿cuántas jugadoras pueden correr a la vez? ¿cuándo una tirada de bola le cuenta como fallo al lanzador y no al bateador?), pero es apasionante intentar descifrarlo en cada episodio.

lunes, 11 de julio de 2022

La peor persona del mundo en la mejor película del mundo

Las hipérboles en busca de los clicks están a la orden del día, pero quiero creer que mi (flojo, tan solo adecuado, considerablemente inane) titular para este post no persigue únicamente el pinchazo, sino que está motivado, también, por la naturaleza de una película rotunda, extraordinariamente bella y tan convencida de sí misma que es capaz de echarse este y otros titulares a la espalda y aguantar tan bien el peso de su significado como aguantaba las filtraciones de aceite y/o salsas aquel pan de molde de corteza dura que sacaron Bimbo o Panrico hace ya algunos años. Estoy hablando, dando más vueltas a la rotonda que yo mismo en mis clases de refuerzo de conducir, de La peor persona del mundo (Verdens verste menneske, 2021), un cañonazo de Joaquim Trier que ayer tuve la suerte de ver en los Cines Embajadores (y gratis, además, gracias a su fantástica programación dominguera celebrando su segundo aniversario).

La peor persona del mundo explora cuatro años en la vida de Julie, una joven noruega que va pelando las capas de su propia personalidad a medida que vive distintas relaciones amorosas y ocupaciones profesionales; los diversos vaivenes emocionales que se retratan (con tanto atino como creatividad visual) en la película ayudarán (o no) a Julie a encontrarle respuesta al mayor desafío que le plantea su vida en Oslo: ¿Cuál es el sentido de la vida? Ay, Julie, si yo lo supiera...

Si dijera que esta es la mejor película que he visto en 2-3 años no solo no estaría exagerando, sino que, seguramente, me estaría quedando corto. Siempre acudo a las películas así de "emociones" con cierto reparo y, en este caso, no fue distinto: ¿será una historia demasiado girlie? ¿puedo yo, un señor de rancio abolengo, identificarme con los dimes y diretes sensuales, sexuales, menstruales... de una chica de Noruega a la que saco una década? ¿será la típica peli hiper-indie a la que han puesto por las nubes tan solo para ponerse por las nubes a sí mismos los propios críticos y festivales (al loro a las pelis que me gustan, atento a mi refinado paladar)? Bueno, pues no, sí y no; respectivamente. 

No es demasiado girlie o, bueno, sí que lo es, pero puedo identificarme perfectamente con el viaje de la protagonista ya que, a fin de cuentas, encontrarle sentido a la existencia es una meta universal que afecta lo mismo a esta inteligente, entusiasta, sensible, encantadora, despreciable, alocada joven como a un vendedor de seguros de Arkansas, una contable de Murcia o un señor de Madrid que sigue teniendo una página en Blogger. Sí, sus experiencias son eminentemente femeninas (la forma en la que describe sus relaciones sentimentales o cómo se refiere al órgano sexual masculino y cuál es la forma en la que prefiere que este funcione, ejem), pero sus reacciones (¿lecciones aprendidas o miedos incubados?) ante las mismas son fácilmente extrapolables por todo hijo de vecino. Respecto a la naturaleza indie y/o alternativa y/o protegida de la crítica pues... solo puedo decir que ojalá la crítica, las palmas de oros, las biznagas y los MTV Movie Awards de todo el mundo auparan siempre en brazos películas como estas: cintas tan originales, tan llenas de ideas y discurso, tan contradictorias y maravillosas, tan desconcertantes y singulares, que son un auténtico soplo de aire fresco en el panorama cinematográfico de nuestros días (lo de "soplo de aire fresco" en una crítica de una peli sí que no es un soplo de aire fresco en una crítica de una peli, por el amor de Dios).

He leído algunas críticas negativas de La peor persona del mundo aludiendo a la "poca evolución" del personaje de Julie (Renate Reinsve) a lo largo de la película, vamos, que "no ha aprendido nada" en las dos horas de historia. Pero yo me pregunto, ¿acaso no es esto, también, novedoso, interesante, valiente en las historias que nos contamos desde una pantalla de cine? ¿Cuánto arco de personaje alcanzamos en realidad tras nuestras relaciones, trabajos, frustraciones...? ¿No es la acumulación de miguitas, el aprendizaje lento y costoso, los tropezones constantes, la lucha con uno mismo que dura toda una vida, una propuesta fascinante para cualquier película? Yo me quedaría a vivir en esta, con o sin lecciones, con o sin vivencias muy de chicas; ya que una historia tan enérgica, optimista y cruda (y contada, además, con tanto desparpajo) bien merece que le encontremos las virtudes a La peor persona del mundo (she's not that bad, really).

jueves, 5 de mayo de 2022

Mi relación (sensual) con Tuítah

"Para mí, los emails no son sino otra forma de ser rechazado"; esto, más o menos, es lo que decía Steve Zahn en la maravillosa Tienes un e-mail (película protagonizada por Tom Hanks y Meg Ryan y realizada en 1816). Siempre me he sentido identificado con esta frase, pero aplicada a Twitter. Mi éxito personal, in the flesh, como ser humano(ide) en la sociedad, es exactamente el mismo que tengo en la red social del pajarito azul: ESCASO. Escassi (Álvaro Muñoz). Sin embargo, por muy poca repercusión que tengan mis tweets (que la tienen, muy poca, y mira que he puesto tuitazos como este); lo cierto es que no puedo desengancharme de este negociado. Cada día me inyecto Twitter en vena como los irlandeses se hacen un té; sin pensarlo, automáticamente, por osmosis (¿es osmosis o es ósmosis? Osmosis Jones). No hay suficiente desprecio hacia mis tweets en el mundo como para evitar que pase horas y horas revisando mi TL dale que dale, toma que toma. El problema es que sigo a demasiada gente interesante, que todo me parece fascinante, que trabajo pegado a un ordenador desde... 1816, cuando se hizo Tienes un e-mail. Las veces que he intentado "dejarlo" no he durado más que unos pocos meses, cuando me he desinstalado la app la he vuelto a bajar al rato, los intentos de "no tuitees nada, solo favea y retuitea" se han saldado con un rotundo fracaso... así que, tras mucha deliberación, he tirado de refranero (si no puedes con tu enemigo, únete a él) y he decidido unirme a Twitter en cuerpo y alma. Fundirme en uno con él. Integrarme en la red cual Johnny Depp en Trascendence. Mi aorta un uno, mi alma un cero. Respirar es retuitear. ¿Bombear sangre? Ser mencionado. Donaré mi cuerpo a un pájaro. Mientras esto ocurre (el proceso es ya inevitable), estoy explorando TikTok y empezando a crear vídeos o cosas con muchos iconos, corazones, luces y colores. Es un poco como Eurovisión en una red social. Rigoberta. Qué pena. Pero con Chanel a tope.

martes, 12 de abril de 2022

Salchichinas

Si hay un plato que se me de bien, que podríamos llamar mi "especialidad", esas son las salchipapas. La alquimia que consigo cuando junto litros de aceite (de girasol me vale), salchichas en rodajas y kilos y kilos de cebolla es algo out of this world. Mi contraataque a la dieta sana creo que es definitivo. Y es que yo siempre he sentido una afinidad grande no solo por los platos grasientos (uno es quien es, esto es un unmasking y no lo del último Batman con la corrupción de Gotham), sino por las salchichinas. Siempre he encontrado muy gustosas estas porciones de dudosa carne embutidas en pirulillos. Para chulo chulo, you know the song. Además, cuando era pequeño había un chaval del colegio al que todos llamaban salchichino. No hay para mí otra forma de referirme a las salchichas que como salchichinas, sin duda en sentido homenaje a un chico que para mí no significó nada en absoluto. Es por esto que cuando he leído esta opinión en Google Reviews sobre las tapas de un bar que no se mete con nadie he sentido la PULSIÓN de compartirla con todos vosotros:

Estoy con el dueño a muerte.

jueves, 31 de marzo de 2022

Cuando el dueño de tu hotel es un psicópata

Hace un par de años, puede que tres (puede que SEA VIEJO Y NO ME UBIQUE), hicimos un viaje por Creta maravilloso, espectacular. Una cosa monísima. Paramos un par de días en una de aquellas pequeñas localidades llenas de encanto, olivitas, puestas de sol, tourists traps; y esa omnipresente mezcla de azul y blanco que inunda toda la isla. El hotel en el que decidimos hacer noche tenía buena pinta: bueno, bonito y barato. Y, de regalo, dueño pintoresco. Lo pintoresco siempre se agradece.

Salvo cuando lo pintoresco turns on psycho.

Resulta que a este buen hombre le hice una crítica de su hotel absolutamente amable... pero no en términos tan absolutos como él deseaba. Y fue entonces cuando comprobé que la ABSOLUTIDAD es lo que daba sentido a su vida. Si no le dabas la aprobación absoluta al hotel del que era dueño, te perseguiría absolutamente. Hasta los absolutos confines del planeta TERRA. Terra mítica. Persecución mitológica. El Minotauro. La psicopatía. Todo mezclado.

Se dedicó a mandarme mensajes al móvil pidiendo una rectificación inmediata (y absoluta), que si le estaba haciendo perder clientes, que si mi valoración no reflejaba la experiencia vivida (¿¿pero qué clase de "experiencia" se cree que proporciona este señor alquilándote dos paredes y un techo??), más tarde la cosa ESCALATED QUE FLIPAS y empezó a hacerme llamadas que yo rechazaba sistemáticamente (mi temor por los psicópatas era, también, ABSOLUTO)... y cuando le bloqueé por tierra, mar y aire (en vista de que una de las convicciones de este señor era su profundo desprecio por el diálogo), empezó a llamarme desde DISTINTOS TELÉFONOS FIJOS distribuidos en distintas regiones de la isla de Creta. ¿Llamaba él? ¿Llamaban sus amigos hoteliers? ¿¿Tenía una red de hoteleros perfectamente conjuntada para ANIQUILAR LAS CRÍTICAS NEGATIVAS como si fueran los de la Cienciología? No podía bloquearle. Su as en la manga (los teléfonos fijos, el cableado, los estúpidos postes de la luz) me había dejado en pañales. En pañalitos. Gugu tata. El dueño había recurrido a la era analógica para puentear al mundo digital. Él era el Minotauro y yo estaba encerrado en su siniestro laberinto. De la botella de champán (barato), el zumo de frutas (puro concentrado) y la cesta con manzanas de aquella entrañable noche en la que nos recibió no quedaba ya ni la pegatina que ponía "pink lady". Venía a por mí. Venía con todo. Y no se detendría hasta que mis deditos teclearan su macabra melodía.

Oye, que nada, que al final llamé un par de veces a Booking (y les mandé dos o tres emails, con estas cosas hay que ser pesado) y le dijeron al buen hombre que lo de acosar a huéspedes está feo y que o "deponía su actitud" o tendrían que tomar medidas contra su establecimiento.

El acoso frenó de manera ABSOLUTA. Y mi valoración positiva, pero no radicalizada, de su hotel se quedó tal cual estaba. Podría haberle dado al "EDIT" y actualizar mi comentario alertando a sus futuros huéspedes... pero entendí que cuando escapas de Ghostface, Michael o Jason, lo único que puedes hacer es disfrutar del regalo de la vida que no te ha sido arrebatada. 

De esta (apasionante) vivencia saqué dos conclusiones: la primera es que por mucho que el mundo nos ofrezca la posibilidad de criticarlo todo y puntuarlo todo y valorarlo todo, a veces no es necesario (no me acabo de aplicar el cuento del todo); y, la segunda, que nunca sabes donde va a saltar la sorpresa.

Que se lo digan a Marion Crane.

viernes, 14 de enero de 2022

El piso que quiere tema

¿Quieres encontrar el piso perfecto y estás ya harto de agentes inmobiliarios LADINOS? (esa gente LADINA es lo peor). Pues bien, ¡estás de suerte! Y es que los pisos han empezado a anunciarse a sí mismos, sin duda movidos por su deseo de encontrar al mejor inquilino posible. Han decidido eliminar al middle man y buscar ellos mismos a la persona que pisará sus suelos, abrirá sus ventanas y... oh, sí, se revolcará en las sábanas de su cama, hmmmm, qué puede pasar aquí. Os copio el anuncio real de un piso que acabo de ver en Idealista. Repito: es el propio piso anunciándose a sí mismo. ¿Para cuando su propia cuenta de OnlyFans? ¡Este piso quiere tema! (destaco en amarillo los hits del anuncio).

ME ALQUILAN! Bienvenidos, soy un piso moderno y elegante, completamente reformado, soy guapo y simpático. Busco inquilin@ que sepa apreciar, disfrutar y cuidar mi belleza. Soy un piso tranquilo, actual, vanguardista, con cocina americana e isla, ¡cómo le gustaba a mi inquilina tomar café en esa isla!

Tengo 2 dormitorios, un baño, y estoy en una primera planta, por lo que soy muy cómodo. Suelo gustar bastante y tengo bastante éxito, pero mi inquilina actual ha tenido que marcharse por trabajo y me he quedado solito. Mi cocina está amueblada y tengo nevera, congelador, lavadora, vitrocerámica, freidora y microondas.

Estoy en una zona muy tranquila, pero muy bien comunicada, a 3 minutos andando de todo tipo de transporte público. (línea 6 de metro, lucero y laguna), cercanías renfe, y varias líneas de autobuses.
¿Quieres conocerme? Puedes verme en mis fotos y en el tour virtual
pero si quieres venir a verme en directo, te advierto que soy provocador y causo flechazos.

miércoles, 5 de enero de 2022

Por qué he escrito un guion de Scream

Porque de pequeño soñaba con ser guionista y la vida que llevo ahora le provocaría a Ghostface unas inmensas ganas de clavar su cuchillo una y otra vez. Sssssssh, tranquilo, Ghostface, tenemos trucos para no desatar nuestros impulsos asesinos. Como, por ejemplo, mudarnos a Woodsboro unas semanas antes del estreno de la nueva película de la saga Scream y vivir nuestras propias aventuras en ella. Es irónico o curioso o yoqueséqué el hecho de que mi "happy place", mi rinconcito feliz en el universo, sea una franquicia de un asesino en serie; que lo que más me divierte en el mundo sean las muertes en carambola, casi en secuencia de pinball, de un grupo de adolescentes a manos de un señor enloquecido... pero aquí estamos y para qué lo vamos a ocultar. Tirarme cosa de un mes escribiendo mi propia quinta parte de Scream me ha valido para rematar bien un año malo. Y mira, por ahí ya he salido ganando. Además, con esto es como si para mí hubieran dos quintas partes de la saga: la que yo he escrito y la original, que va a llegar a los cines en un abrir y cerrar de ojos. Así que, si eres fan de la saga o solo de los slashers o solo de los señores que se evaden de su propia vida y sus responsabilidades escribiendo guiones en su tiempo libre (ay...), te recomiendo que visites screamguion.blogspot.com y te leas o descargues (ahora que he renovado el archivo tanto en Google Drive como en WeTransfer) una cosa que he escrito con muchísimo cariño. No será la última cosa que escriba con muchísimo cariño, aunque espero que sí una de las últimas que escribo solo para pasármelo bien yo y cuatro gatos. Espero que este año pueda escribir para más gatos. Veremos.

Doctor Sleep no quiere que durmamos

He vuelto a ver Doctor Sleep , la película de 2019 que hace un doble combo desconocido hasta entonces, corregidme si me equivoco: es secuel...