jueves, 31 de octubre de 2019

Ruiditos

¿Cómo le digo a mi compañera de trabajo, la que se sienta justo detrás de mí, que cada vez que se levanta, se mueve, abre el cajón, cierra el cajón, mueve la silla, abre su mochila, cierra su mochila, saca ese yunque que transporta de un sitio a otro… HACE UN RUIDO QUE ME QUIERO ARRANCAR LAS OREJAS? Soy viejo, soy maniático, tengo una capacidad infinita para el odio de las pequeñas cosas. A mí, esta chica, que se llama como la hermana de Scully y esto ya sería un punto a favor, me tiene frito. Siempre he sido extremadamente sensible a los ruiditos, no los soporto. También soy sensible a los RUIDAZOS, que son los que practica mi buena amiga de detrás. No los soporto más y, por extensión, no la soporto más. No en este plan. Pero, ¿cómo decirle educadamente a una compañera de trabajo que hace un ruido insoportable cada vez que mueve una articulación?

No hay forma humana en la que yo (la víctima, sin ninguna duda) quede como una persona razonable. Quejarse de que alguien, en una oficina, “hace mucho ruido cuando se mueve”… es como de loco, como de pirado. “Estoooo, perdona, ¿me estás diciendo que hago ruido cuando hago cosas que… generan ruido?”. ¡¡¡Sí!!! ¡¡Eso exactamente!! ¡Palabra por palabra! No, en serio, hace mucho ruido. Como dijo Coto Matamoros del tono de voz de Karmele Marchante, es un sonido que te perfora la cabeza. Por favor, querida amiga, DETENTE. Pon fin a este abuso sonoro, muévete como una ninja o, mejor aún, como una persona normal. ¿Es necesario estampar el cajón como si estuvieras dando un portazo? ¿Qué te ha hecho nuestro suelo enmoquetado para lanzarle tu mochila de trekking cada tarde, y varias veces, además? ¿Por qué cuando te pones el abrigo acontece un estruendo, eres acaso la Diosa del trueno? La Diosa del trueno que toca los timbales con el material de la oficina. Stop right now thank you very much I need somebody with a human touch.
  • Esta semana me he preguntado dos cosas en Brenda Forever: si una nueva Scream resultaría mejor con o sin Sidney Prescott (entre otras muchas dudas) y si las series adolescentes actuales serían más disfrutables sin misterios, crímenes y/o cosas paranormales; además, he hablado de un par de pelis “oscuras” de Netflix (o sea, de las que no te saltan de primeras sino que tienes que arremangarte para encontrarlas): The Heavenly Kid y Office Uprising.
  • En la notita en clase de hace unas semanas me planteaba si la crítica cinematográfica es un arte; si podía considerarse una “creación” a lo que es, básicamente, hablar de la creación de otro señor o señora. Yo creo que sí, pero esta debe venir firmada por alguien con conocimientos, sensibilidad y capacidad para iluminar la obra en cuestión. Los críticos de cine que más me gustan son aquellos que exponen las cosas muy claras, que lo cuentan muy sencillo. La sencillez, creo, es dificilísima. Hace poco inicié una serie de críticas semanales de películas oscuras de Netflix y me cuesta mucho resumir de manera clara, concisa y, a ser posible, con algo de chispa, de qué va la película y por qué considero que es buena, mala o regular (uno de los “retos” añadidos de esta columna semanal autoimpuesta es el de destacar siempre algo positivo de la película, intentar evitar el sarcasmo o hacer leña del árbol caído, que es una manera muy fácil de resolver cualquier crítica… y es algo en lo que he caído no pocas veces en el pasado). Os dejo tres ejemplos de críticas de estrenos recientes que me han encantado: Glenn Kenny de Joker en Rober Ebert.com, Chris Evangelista de Doctor Sleep en Slashfilm y Giovanni Casella de Louis Riel, un cómic biográfico en Zona Negativa

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