sábado, 26 de octubre de 2019

La segunda venida

Hablemos de la fe. En un estupendo cómic de la editorial Ahoy (lo iba a publicar DC pero se rajó ante las quejas de esa gente loca que se pone siempre muy nerviosa) estoy encontrando algunas de las mejores reflexiones sobre la sociedad de nuestros días; no solo sobre la fe o falta de ella, sino sobre nuestra responsabilidad para con la sociedad volcánica que estamos creando (la situación en Cataluña, ante la que ojalá imperen las voces más calmadas, es un ejemplo), nuestro comportamiento con los demás o nuestro comportamiento con nosotros mismos (¿cuántas mentiras nos contamos para seguir tirando?). Todo esto, que parece muy denso y muy aburrido y qué me está contando este señor en este boletín al que me apunté nosemuybienporqué, es en realidad una lectura disfrutabilísima. El invento se llama Second Coming (La Segunda Venida) y es, básicamente, una buddy movie en la que los polis son Jesucristo y Superman. A ver, por temas de derechos no pueden usar a Superman, por lo que aquí le cambian un poco el traje y lo llaman Sunstar… que es lo suficientemente parecido y lo suficientemente diferente como para evitar demandas (y en lugar de la “S” le ponen una estrella y a correr).

Resulta que Jesús regresa a la Tierra y se encuentra con que ahora la gente únicamente cree en los superhéroes, concretamente en Superman Sunstar… que resuelve la mayoría de los problemas a puñetazos (o, como dicen los yanquis, “punches his way out of things”). Esto, a Jesús, le deja tó loco, ¿¿es esta la mejor alternativa a mí, un señor que únicamente sabe emplear la fuerza como respuesta ante cualquier problema?? El tebeo enfrenta las posturas de ambos ante varios problemas con efectos desternillantes. En Second Coming, que lleva ya tres números y ojalá dure mucho y se publique algún día en España, han aparecido ya Dios (al que retratan como un viejo inflexible que se pilla unos cabreos morrocotudos), el Diablo (que intenta volver a tentar a Jesús) y creo que varios ángeles, no sé, tendré que repasarlo. Tiene momentos absolutamente brillantes, que casi siempre conjugan una reflexión brutal con un chiste, al igual que otros tebeos de Mark Russell como Los Picapiedra o Exit Stage Left: The Snagglepuss Chronicle (las dos colecciones están editadas en tomo en España por ECC). Este señor es uno de mis guionistas favoritos, y no solo de tebeos. Dadle una oportunidad, no hace falta que os gusten los tebeos. ¿Os gusta el humor? ¿Os gusta la vida? Pues ya estáis listos para leerle.

Una de las mejores cosas de que el cómic se publique en una editorial pequeñita como Ahoy es que le dedican sus dos o tres páginas finales a las cartas de los lectores, donde se encuentran verdaderas joyas. Hay veces que no doy crédito ante los discursos de predicadores, reverendos y pastores de ciudades perdidas de Estados Unidos en los que, lejos de rechazar el cómic como un ataque al Cristianismo, valoran su existencia como una forma de dialogar, debatir… y echar unas risas, que esto dura muy poco y nos pillamos demasiados berrinches.
  • Esta semana he escrito en mi blog (al que resucito casi como cuando Jesús se libró de aquella molesta cruz) sobre mi intención de entrevistar a creadores y creadoras (y creadorxs) y recopilarlo todo de alguna manera, ya veremos qué hacemos (cuando hablo en plural me refiero a las múltiples voces de mi cabeza)
  • En Brenda Forever he empezado algo que quiero mantener en el tiempo y es hablar de las cosas más chungas que se pueden ver en Netflix, he escrito sobre Hustlers… para en realidad hablar de The Boy Next Door, he bancado la nueva Robin Hood; y he contado la vida y milagros del personaje de Nancy Drew aprovechando que se acaba de estrenar su serie en la CW.
  • Sirviéndome de unas mañanas libres gracias a mi tortuosa semana de noche en el trabajo, he visto por fin Vicky Cristina Barcelona (me ha parecido genial, con una Rebecca Hall deliciosa y con una pareja Bardem-Penélope absolutamente tronchante cuando se ponen a discutir entre ellos), Mr. Right (una tontería con Anna Kendrick y Sam Rockwell que solo se salva por el carisma de los actores) y la Halloween original (que ya he visto unas cuantas veces y cada vez me gusta más). En series hemos recuperado Ugly Delicious (que va de un chef coreano contando sus movidas, se puede ver –la factura visual de estas docuseries de comida cada vez está más cuidada-) y queremos ponernos al día con los nuevos episodios de Pesadilla en la cocina y los de Masterchef Celebrity. ¿He dicho ya que Loida y yo ADORAMOS LA COMIDA Y COMER Y HABLAR DE COMIDA Y COMER?
  • También hemos visto Joker (de la que me reservo mi opinión porque no le interesa a nadie, literalmente: no es de interés para ninguna persona), pero sabed que me quedé torcuato total (este es un buen nombre para un libro: Torcuato Total) con este artículo de Carlos Megía para S Moda acerca del actor de (s) moda, Joaquin Phoenix. Resulta que nuestro último y más rabioso Joker se crió en una secta sexual, arruinó la promoción de una peli con Gwyneth Paltrow para beneficiar un falso documental que estaba rodando al mismo tiempo y… mirad, muchas cosas chungas. Leedlo si queréis entender un poquito más (o no entender nada en absoluto) de dónde viene este pedazo de actor. Y si queréis ver su inspiración para los bailecitos del Joker, pinchad aquí.
  • En este interesante artículo que recoge las voces de varios cocineros españoles (los cocineros, ya sabéis, los nuevos artistas de nuestra sociedad) nos vienen a contar que el menú desgustación de 20 platos es un MUST para cualquier restaurante con solera. No os puedo decir, no he comido en ningún restaurante con caché. Una vez estuve dándole vueltas a lo de comer en DiverXO, tiene buena pinta y es “una vez en la vida”… pero el precio siempre me acaba tirando para atrás. ¿Y vosotros cómo lleváis lo de los restaurantes caros y los chefs como estrellas de la tele?
  • Aquí cuentan que el SAT, un mítico examen escolar americano (que se ha usado tanto en la realidad como en Dawson Crece como en Sensación de Vivir, que están muy por encima de cualquier “realidad”), está cayendo en desuso porque, bueno, parece que han dejado de creer en él. Es un poco como la esclavitud, que en su momento decían “sí, esto es guay, es el mejor sistema, nos beneficia a todos” pero que lo miras hoy en día y dices “mmmm, no”.

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