domingo, 27 de octubre de 2019

La conclusión

A la hora de replantear mi futuro (algo que hago cada mes, sin resultados aparentes) suelo llegar a una conclusión: dejar de escribir. Lo que escribo no me da dinero y me quita tiempo, y si juntamos estos dos factores a un tercero (voy teniendo ya una edad), la conclusión va ganando peso cada mes, se ha puesto bien hermosa, está ya para participar en un combate de sumo. Es una CONCLUSIÓN que parece imponerse como la única posible para darle un pequeño giro a mi vida (además va en negrita, o sea que…). Todo esto de los blogs, los podcasts, los proyectos de libros, las entrevistas… todo esto es muy teenager, ya está bien, ya pasó. Let it go, que dirían en Frozen.

Pero la frase promocional de Gravity es “Don’t let go”; y antes de que te preguntes “¿pero este tipo basa sus decisiones vitales en las frases promocionales de las películas?” (OF FUCKING COURSE, ¿TÚ NO?), te pregunto yo lo siguiente: ¿Merece la pena acabar con algo que te gusta mucho tan solo por probar? Porque si bien todo lo planteado anteriormente es cierto (si dejara de escribir no perdería dinero y ganaría tiempo… que debería emplear de mejor forma dada la edad que tengo), también lo es que escribir me da un gustirrinín inmenso. No puedo decir que comerme unos donettes me proporcione más placer que escribir un texto sobre la última película que he visto. Escribir me hace feliz. Dejar de escribir en busca de nosequé cambio vital no sé si me hará feliz. Y la verdad es que no puedo, a estas alturas de la película, plantearme un camino intermedio como podría ser rebajar la cantidad de textos que escribo a la semana o escribir un mes sí y uno no… si voy a “cambiar”, lo mejor sería tirarme un año entero sin escribir una sola coma, algo que no hago desde… no sé, ¿desde el colegio? No recuerdo un tiempo en mi vida en el que no escribiera. Ya en el colegio escribía unas historias muy tontas a lo que llamaba libro (TumultoCual Ave Fénix y alguna otra tontería imprimí y distribuí por ahí). Siempre he escrito. Tengo textos banales dentro de mí y debo sacarlos fuera. A ver cuando fundan el diario La Banalidad y puedo, además de escribir, ganarme la vida con ella. Algo que, para seros sinceros, casi he descartado de mi vida, trabajar haciendo lo que más me gusta.

Es verdad que uso el escribir como ese colchoncito donde caer cuando no sé muy bien qué hacer. Hala, pues me pongo a escribir un texto chorra (que, objetivamente, no tiene gran valor) y ya está, evitando digievolucionar en mi vida. Ojalá pudiera encontrar un término medio, evolucionar sin extinguir mi hobby favorito. A lo mejor tengo que hacer la prueba radical de un año sin tocar un teclado para ver qué tal. Si eso ocurre, ya os contaré. Bueno, no.
  • Esta semana he escrito una nueva entrega de las películas más secretas y oscuras que se pueden encontrar rebuscando mucho en Netflix, he contado cuál es mi relación personal con las series de Superman que se han hecho a lo largo de los años y he recomendado la película Eli, que es de terror aguantable (da miedo pero te puedes acostar sin ir encendiendo todas las luces hasta que llegas a la cama... aunque Loida me pidió que encendiera la del dormitorio y entrara yo primero, jajajaja).
  • Ser gay en el mundo del fútbol es imposible. A ver, no digo que no haya gays, que los hay, lo que digo es que jugadores que sean públicamente gays como que no hay. Recuerdo que hace muchos años ya, prácticamente eones, el Real Madrid no se decidió a fichar al alemán Jurgen Klinsmann (un pedazo de delantero centro) porque se decía, se rumoreaba, que podía ser gay. El fútbol ha sido siempre “cosa de hombres” y que la afición acepte a un jugador homosexual es algo que no creo posible hasta el 2097 o algo así. Solo hay que leer algunas de las cosas que dice Bellerín en esta entrevista. No se ha declarado homosexual pero sí seguidor del mundo de la moda… le han crujido en varios campos de la Premier League por esto. Así está el patio. (Otro tema sería el de periodistas deportivos gays, puesto que este es otro coto cerrado donde las tertulias de muchos programas acaban derivando en estas “cosas de hombres”, quizá a modo de chascarrillo, sí, pero ahí siguen… tiene pues, muchísimo mérito, que el reportero de la Cope Juan Antonio Alcalá se declarara públicamente gay hace algunos años).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Doctor Sleep no quiere que durmamos

He vuelto a ver Doctor Sleep , la película de 2019 que hace un doble combo desconocido hasta entonces, corregidme si me equivoco: es secuel...