lunes, 28 de octubre de 2019

El autobusero justiciero

Loida y yo mantenemos una batalla con los conductores de autobuses de Dublín. Es una batalla que estamos perdiendo. Siguen llegando tarde y conduciendo con el culo. No quiero meter a todos en el mismo saco, sino en el mismo AGUJERO NEGRO. Todos y cada uno de los conductores de Dub--- bueno, vale, hay uno que nos cae muy bien porque tiene una carilla muy graciosa y porque siempre se para a hablar con los viejecillos (Dublín es un barrio grande y se conocen todos). Pero bueno, a lo que íbamos, que los autobuses de Dublín son una de las peores cosas de la ciudad y sus afrentas a los pasajeros son diarias. Son como Terminators, nunca se detendrán. Es por esto que me sorprendió enormemente, fue casi refrescante, cuando el otro día un autobusero me puso en mi sitio. Kinda.

Veréis, hace poco salimos a disfrutar de un inesperado día de sol en esta ciudad rica en cielos grises, nos marchamos a hacer una buena excursión fuera de Dublín, a que nos dieran los rayos bien en los caretos. Para ello, puesto que vivimos en una zona que podría llamarse Non-Plus Ultra, es necesario pillar un tranvía, luego un bus, quizá un tren... en fin, hay que hacer el encaje de bolillos para atravesar la ciudad y poder salir de ella. Y como el transporte público cuesta un ojo de la cara y un cachito de bazo, lo mejor es salir siempre de casa con tu Leap Card (la tarjeta de transportes para ahorrar unas perrillas). Como soy un pardo bazán, salí de casa sin ella (¡justamente ese día!) y tuve que hacer todos los trayectos (y fueron unos cuantos) pagando de mi bolsillo, en efectivo, en cada tranvía, autobús y... no, el tren finalmente no lo necesitamos. Me dejé creo que alrededor de 10 euros en transporte, puede que más. ¡Nunca salgas de casa sin ella, Juan, es como la tarjeta de crédito de Batman en Batman & Robin! ¡Expiry Date Forever!

El tema viene ahora, en mi ultimísimo viaje del día: no tenía la cantidad justa para mi viaje de Blackrock al centro de Dublín (3,30 euros), solo tenía 3,10 o, rebuscando mucho entre mis monedillas ridículas, de esas que no valen para nada, 3,12, quizá 3,14... esto le intenta explicar al autobusero, ante los resoplidos de la gente que estaba detrás de mí esperando que pasara ya para pasar ellos. Le dije al autobusero que allí no había más cera que la que ardía, que solo tenía 3.12 o 3,14 como mucho... El autubusero me dijo que el importe era 3,30 euros. Le rogué (rogue one) con la mirada poder entrar y el tipo me replicó o siguiente: "Bueno, sube, tú verás, el importe es 3,30. Seguro que no te pones a negociar el precio de las cosas en las tiendas a las que vas, ¿a qué no? Anda, sube". Puesto en mi sitio, le dije que no, que no negociaba precios en las tiendas, le dije que gracias. Y subí. Venía cargado con bolsas llenas de libros y cómics (de qué si no), y el autobusero seguramente estaría ya hasta los webs de gente que le regatea el importe cuando es evidente que se han dejado la pasta gansa anteriormente en cualquier otra cosa.

En mi descargo, en mi download, diré que 1) En las tiendas puedo pagar con tarjeta de crédito, con tarjeta de débito y hasta con billetes de 10, 20 o 50 euros (en los autobuses de Dublín solo puedes pagar en monedas y en el IMPORTE EXACTO -suerte si eres un turista y desconoces las zonas y los precios-); y 2) ¡Solo eran 16 centimillos, compadre! Pero no, lo cierto es que el tipo demostró una dignidad, una solemnidad, que me dejó sin palabras. Es cierto que no estamos aquí para regatear precios con el tipo que te llevará a casa. Perdona, autobusero.

 

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