martes, 29 de octubre de 2019

Marty

Esta semana no tengo mucho más que deciros que leáis la carta de Martin Scorsese al New York Times y os deleitéis tanto como lo he hecho yo. Entiendo que un texto tan bien escrito, tan apasionado y tan conocedor de lo que dice será gozado no solo por los más acérrimos seguidores del director, sino también por todos los que parece que se sintieron ofendidos por sus críticas a las películas de Marvel (no son cine sino parques de atracciones). Si os digo la verdad, no soy el mayor fanático de Scorsese (me gustan la mayoría de sus clásicos, of course, pero no me inquieta en absoluto no haber visto Silencio, por ejemplo) ni tampoco lo soy de las películas del Capitán América y compañía (me gustan las de DC porque soy de Superman y siempre he ido un poco contracorriente en algunas cosas muy particulares). Entiendo que las películas de DC son algo más arriesgadas que las de Marvel (la reciente Joker o el Superman de Zack Snyder pueden ser dos ejemplos), pero también entiendo que las diferencias son mínimas y vendrían a ser “la misma mierda” para un tipo con el bagaje de Scorsese.

A ver, no puedo negar que disfruto con buena parte de la basura producida Hollywood (me ha divertido ¡la sexta parte! de Terminator y tengo muchas ganas de ver Doctor Sueño), he sido educado en ella; pero que me caiga un rayo en la cabeza si no es verdad que hay fines de semana en los que Loida y un servidor echamos un vistazo a la cartelera y sentimos repelús de tanto (de solo) efectos especiales, explosiones y enésimas entregas de franquicias viejas como bosques. Lo que dice Scorsese de que ahora en las multisalas solo se ofrece un tipo de comida lo vivimos cada semana aquí en Dublín; películas tan interesantes y reivindicables como The Last Tree, Our brand is crisis o Gringo, que no son arties sino productos comerciales donde hay un mínimo de visión artística apenas aguantan cuatro o cinco días en la cartelera, son apartadas a codazos por la última “reimaginación” de Los Pitufos o el tercer spin-off de Fast & Furious. Son días tristes y duros para el cine comercial americano, asumo mi parte de culpa en el asunto y os invito a buscar buenas películas, mejores que las que yo veo.

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