sábado, 17 de noviembre de 2018

Londres

Londres me llena de vida. Si mi trabajo es el vampiro que me chupa la vida para dejarme como un guiñapo, Londres es Van Helsing, el protector que le hace la señal de la cruz al Vampyr y le dice “¡Aparta de este hombre, no le quitarás toda la vida, solo una buena parte!”. Gracias, Londres, por hacer lo que  puedes con tal de mantenerme sano (… mentalmente sano, despejado, culturalmente refrescado al máximo, empapado de lo que me gusta y me mueve; no sano de físicamente sano, con todos esos sándwiches reduced del Sainbury’s y ese pollo frito a tres libras en los sitios libaneses es un propósito francamente complicado).

Creo que voy tantas veces a esta ciudad porque es como si me arrojaran a una piscina llena de natillas de chocolate (de todas las descripciones que en la historia ha habido de Londres…). Entendedme, una vez dentro de una natilla de chocolate gigante, cualquier dirección es buena, no hay parte mala, es TODO GOZO-TODO EL RATO. Como cuando me como unas natillas de chocolate. Y aquí acaba la metáfora de las natilllas, no había mucho más. He ido a charlas en la filmoteca británica (mi nuevo sitio favorito de la ciudad), he trasteado con decenas de Blu-Rays en la fascinante Fopp! que no he acabado comprando, he saqueado el Comic Book Exchange de Notting Hill y la maravillosa Orbital Comics, he zampado bolas de sésamo de la China Bakery y devorado el salted beef sándwich del sitio de bagels de Brick Lane (¡el del cartel amarillo, no el blanco!)… en mi cuenta de Twitter hice un hilo con alguno de estos disfrutes, por si te pica la curiosidad como a mí esa mostacita en el bocata recién mencionado:

En Londres disfruto como un niño chico, es el mayor patio de recreo que conozco. Fantaseo con la posibilidad de vivir allí, o en Roma, o en Barcelona… pero es Dublín la carda la lana in the meanwhile. ¿Cómo sería vivir en Londres? Supongo que entre durísimo y letal; aniquilaría mi amor por la ciudad, de eso estoy seguro. Así que, de momento, continuaremos visitándola a ratitos, salpicando cada estancia con nuevos musicales, restaurantes, tiendas, jardines secretos, galletas, chocolate squares, gangas en las charities, encendidos de luces (asistí al de las Christmas Lights de Covent Garden con Paloma Faith y un coro, todo muy potito)… y cualquier otra cosa que se me ocurra. O que se le ocurra a Londres, que no para de darle a la cabeza.

PD. Buscando un link de la tienda de cómics de segunda mano de Notting Hill he dado con su página de Facebook... donde varios clientes ponen a parir a los dependientes por el trato recibido. Yo siempre he recibido una corrección absoluta (aunque lo de escuchar por los altavoces de la tienda la partida que se estaba echando el dependiente a nosequé juego en el portátil era un poco raro)..

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