lunes, 11 de julio de 2022

La peor persona del mundo en la mejor película del mundo

Las hipérboles en busca de los clicks están a la orden del día, pero quiero creer que mi (flojo, tan solo adecuado, considerablemente inane) titular para este post no persigue únicamente el pinchazo, sino que está motivado, también, por la naturaleza de una película rotunda, extraordinariamente bella y tan convencida de sí misma que es capaz de echarse este y otros titulares a la espalda y aguantar tan bien el peso de su significado como aguantaba las filtraciones de aceite y/o salsas aquel pan de molde de corteza dura que sacaron Bimbo o Panrico hace ya algunos años. Estoy hablando, dando más vueltas a la rotonda que yo mismo en mis clases de refuerzo de conducir, de La peor persona del mundo (Verdens verste menneske, 2021), un cañonazo de Joaquim Trier que ayer tuve la suerte de ver en los Cines Embajadores (y gratis, además, gracias a su fantástica programación dominguera celebrando su segundo aniversario).

La peor persona del mundo explora cuatro años en la vida de Julie, una joven noruega que va pelando las capas de su propia personalidad a medida que vive distintas relaciones amorosas y ocupaciones profesionales; los diversos vaivenes emocionales que se retratan (con tanto atino como creatividad visual) en la película ayudarán (o no) a Julie a encontrarle respuesta al mayor desafío que le plantea su vida en Oslo: ¿Cuál es el sentido de la vida? Ay, Julie, si yo lo supiera...

Si dijera que esta es la mejor película que he visto en 2-3 años no solo no estaría exagerando, sino que, seguramente, me estaría quedando corto. Siempre acudo a las películas así de "emociones" con cierto reparo y, en este caso, no fue distinto: ¿será una historia demasiado girlie? ¿puedo yo, un señor de rancio abolengo, identificarme con los dimes y diretes sensuales, sexuales, menstruales... de una chica de Noruega a la que saco una década? ¿será la típica peli hiper-indie a la que han puesto por las nubes tan solo para ponerse por las nubes a sí mismos los propios críticos y festivales (al loro a las pelis que me gustan, atento a mi refinado paladar)? Bueno, pues no, sí y no; respectivamente. 

No es demasiado girlie o, bueno, sí que lo es, pero puedo identificarme perfectamente con el viaje de la protagonista ya que, a fin de cuentas, encontrarle sentido a la existencia es una meta universal que afecta lo mismo a esta inteligente, entusiasta, sensible, encantadora, despreciable, alocada joven como a un vendedor de seguros de Arkansas, una contable de Murcia o un señor de Madrid que sigue teniendo una página en Blogger. Sí, sus experiencias son eminentemente femeninas (la forma en la que describe sus relaciones sentimentales o cómo se refiere al órgano sexual masculino y cuál es la forma en la que prefiere que este funcione, ejem), pero sus reacciones (¿lecciones aprendidas o miedos incubados?) ante las mismas son fácilmente extrapolables por todo hijo de vecino. Respecto a la naturaleza indie y/o alternativa y/o protegida de la crítica pues... solo puedo decir que ojalá la crítica, las palmas de oros, las biznagas y los MTV Movie Awards de todo el mundo auparan siempre en brazos películas como estas: cintas tan originales, tan llenas de ideas y discurso, tan contradictorias y maravillosas, tan desconcertantes y singulares, que son un auténtico soplo de aire fresco en el panorama cinematográfico de nuestros días (lo de "soplo de aire fresco" en una crítica de una peli sí que no es un soplo de aire fresco en una crítica de una peli, por el amor de Dios).

He leído algunas críticas negativas de La peor persona del mundo aludiendo a la "poca evolución" del personaje de Julie (Renate Reinsve) a lo largo de la película, vamos, que "no ha aprendido nada" en las dos horas de historia. Pero yo me pregunto, ¿acaso no es esto, también, novedoso, interesante, valiente en las historias que nos contamos desde una pantalla de cine? ¿Cuánto arco de personaje alcanzamos en realidad tras nuestras relaciones, trabajos, frustraciones...? ¿No es la acumulación de miguitas, el aprendizaje lento y costoso, los tropezones constantes, la lucha con uno mismo que dura toda una vida, una propuesta fascinante para cualquier película? Yo me quedaría a vivir en esta, con o sin lecciones, con o sin vivencias muy de chicas; ya que una historia tan enérgica, optimista y cruda (y contada, además, con tanto desparpajo) bien merece que le encontremos las virtudes a La peor persona del mundo (she's not that bad, really).

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