De pequeño, adoraba la Navidad (lo voy a poner en mayúsculas porque no me apetece abrir el melón de si se escribe con mayúsculas, con minúsculas o en papiro). Era fan absoluto de la Navidad, de la idea importada de la Navidad, del camión gigante de Coca-Cola, del Santa Claus absolutamente orondo pero perfectamente flexible para colarse por las chimeneas de… vale, a ver, no, en Santa Claus nunca creí, tampoco recuerdo que mis padres conservaran durante mucho tiempo la mentira de los Reyes (ni mucho ni poco, creo que en mi casa nunca existió misterio alguno respecto a quién traía los juguetes a casa), tampoco tenía ninguna razón en especial para ser fanático de estas fiestas… pero las adoraba. Supongo que me gustaban tanto porque me habían dicho, en las películas y en las series que me habían criado, que eran geniales y que si no estabas a favor de obra eras una persona sospechosa.
Ahora, muchos años después de aquella mentira compartida, puedo afirmar sin temor a equivocarme que adoro el espíritu de concordia que trae consigo Santa Claus en el saco (… Santa, en serio, ¿todavía con un saco?), pero no me gusta tanto su avasallamiento. Aquí en Dublín, donde saltan de una fiesta en otra sin solución de continuidad (cuando no es Halloween, es Christmas; y cuando no es Christmas, es San Valentín; y cuando no es San Valentín, es St Patrick’s… no quedan días sin ser celebrados), la invasión es total y absoluta. Tienes que vivir EN NAVIDAD o no vivir en absoluto. Y esto es genial cuando tienes las visión de cuando tenías cinco años y todo era mágico. Ahora ya no la tengo, soy viejo y estoy algo desencantado, con la vida y conmigo mismo pero especialmente conmigo mismo, y esta imposición de felicidad incondicional, felicidad o muerte, me genera cierto rechazo. Porque, básicamente, lo que estas fiestas proponen (¿imponen?) es que seas todo lo feliz que pueda ser un ser humano… y si ya me cuesta esto el resto del año, no os quiero ni contar lo que me está costando ahora.Me está costando más que ir al gimnasio.
- Hace poco publiqué en Brenda Forever una lista con mis pelis favoritas de 2019 y the very same fandango con las series. Y, para los muy freaks, colgué un audiocomentario de Scream, una de mis películas de cabecera. This is my shit. This is my jam.
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- Os escribo en 2020. Hasta entonces, ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo! Esto también se dice en inglés (“prosperous”)… y sí, ellos también lo usan únicamente una vez al año.
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