jueves, 6 de diciembre de 2018

5 anti-costumbres que deberíamos limpiar de nuestras calles

"La escoria inunda la ciudad... pero ha llegado EL BARRENDERO". Steven Seagal es The Cleaner. Esta película, que sin duda debería existir, sería la adaptación al cine del post que vas a leer. Un post en el que vuelco unas cuantas frustaciones -las vuelco con fuerza, además, como esa sopa que viertes en otro plato y siempre se te sale un poco de lo bravo que es el volcado- sobre la sociedad actual. Observo unos cuantos comportamientos repetidos de forma obsesiva por la gente, una especie de costumbres asquerosas o anti-costumbres que no se van ni con Mistol, ¡ni con Fairy, que es un líquido para fregar platos con NOMBRE DE HADA, ojo a la fuerza de este producto!

1) Dar pataditas en el cine: No en plan Jackie Chan, un tipo que de repente se levanta y torna en molinillo, ahí venga a repartir patadas voladoras como si no costara, no; me refiero a esa amable gente que le da pataditas a tu asiento durante toda la peli. Si te estás cambiando de posición y me das sin querer, ok, no problem, sigue con tu vida, colócate bien el escroto; pero si me das tres y cuatro y cinco veces vamos a tener un problema. ¡¿Pero cuál es el extraño placer que experimenta un ser humano golpeando el asiento de delante?! Sabes que no es una pared, ¿verdad? Que delante hay un cuerpo humano. Esto debería ser como la línea discontinua en la carretera, puedes tocarla, pero mejor que no. Si no eres un hombre zancudo o Fernando Romay o un casteller buscando impulso, remove yourself from this disgusting activity. CASTIGO PROPUESTO: Sumergir sus dos piernas en agua hirviendo hasta que la carne se deshaga y que una familia zulú se de el banquete del siglo… todo esto filmado y proyectado en el cine en plan “cinema verité” mientras yo le doy patadas al asiento de delante, que es donde está sentada la madre del tipo que perdió ambas piernas en una cazuelita indígena y sensacional.

2) Llegar tarde a los sitios: Uy, es que había mucho trafico, me he liado, estoy en 10 minutos (mensaje que te llega tres minutos después de la hora a la que HABÍAIS QUEDADO)… escucha, amigo, has llegado tarde porque la palabra que das tiene tanto valor como un euro de madera. No es la primera vez que lo haces porque eres un impuntual y no puedo soportar tu cara. ¿No entiendes que yo he llegado entre 5 y 10 minutos antes porque quería estar a la hora señalada con Johnny Depp? ¿No sabes que los modales son la forma de demostrar nuestro respeto hacia los demás? ¡¡Arrancaré tu cabellera como un indio!! CASTIGO PROPUESTO: Pro-puesto que no es la primera vez que llegas tarde sino que esto es práctica habitual en tu vida, introduciremos en tu estómago un reloj de cuco programado para sonar a la hora a la que tengas una cita. Ojo, que como no estés antes de la hora, el reloj sonará y un cuco irrumpirá como un alien destrozando tu cuerpo desde dentro. Oh, cuco, oh grandioso, tú nos liberarás.

3) No saludar a tus vecinos pero ni de canto: Los vecinos son lo más cerca del infierno que existe en la Tierra, esto es así. ¿Qué clase de gente pone la música a esas horas, da esos golpes innecesarios y, en general, molestan tanto por el simple hecho de existir? ¡Tostarica Los vecinos, nadie más! Yo comulgo: son despreciables y el contacto físico o visual con ellos debe evitarse a toda costa. Pero hay situaciones en la vida, hay bretes, en los que no te queda otra que saludar (o con un “hola” o con un sutil levantamiento de cejas y ligero arqueo de labios, dejando nacer una sonrisa que jamás remataras). Es decir, si coincides con tu vecina del quinto saliendo por la puerta y en el pasillo se acortan tanto las distancias que esto podría dar para una balada de uno de esos Chicos Pablos, tienes que saludar. Se llama educación, o comportamiento humano a secas, simplemente te pido que RECONOZCAS que hay un ser vivo, ni un espectro ni un holograma, a pocos centímetros de ti; “hola”, “buenos días”, “qué tal”… hay varias fórmulas para salir del aprieto. Una fórmula que no funciona, sin embargo, es la de cerrar el pico y evitar mirarme como si hubieras salido del piloto de Millennium y un asesino milenarista te hubiera cosido los labios y los párpados. Dime, ¿qué asesino en serie te maniató? ¿Qué puma te asaltó y desgarró tu lengua? ¡Solo di hola, por favor! CASTIGO PROPUESTO: Una intervention como la de los alcohólicos pero en vez de tener a amigos convenciéndote de que tienes un problema, es un grupo de monos con navajas. El dueño del zoo nos dijo que si les hablas se ponen nerviosos y empiezan a cortar como auténticos zumbados. Tienes que decirles “hola, qué tal”. A todos ellos. Pero gritándoles a su cara, a un centímetro, como si estuvieras en ese pasillo en el que me evitaste tantas veces. ¡¡Grítale al mono que Mr. Macaco tiene un regalo para ti!!

4) Apoyar tus pies sobre el asiento de delante: Esto también ocurre en el cine y no sé si me pone más o menos enfermo que las cinema kicks. En este caso tenemos, generalmente, a personitas de 35 años para abajo que, quizá porque ya tengan reuma porque en realidad son viejas señoras de pueblo con achaques, deciden que lo mejor es reposar las piernas sobre el asiento de delante, total, como no hay nadie sentado y necesito activar la circulación… Muy bien, payaso, pero ¿sabes que al lado de ese asiento vacío HAY GENTE? Esas cabezas de la izquierda y la derecha, ¡no son de goma, son señores! Gente que puede sentir el traqueteo de tus reposados, que puede ver una zapatilla a escasos centímetros de su cara cuando quiere mirar A LA PANTALLA, que puede oler ese dulce aroma que emana de tu calzado… ¿Qué te hace creer que tu entrada es para un “asiento exclusivo con reposa-piernas, solamente para ti en todo el cine porque eres especial”? ¡Golpearé tus talones con una maza hasta el chasquido! CASTIGO PROPUESTO: Retarle a que pose sus cansaditas piernas sobre dos caimanes del Trópico que no hayan comido en una semana. Esto mientras se proyecta Cocodrilo Dundee.

Antes de la quinta, un mensaje de uno de nuestros patrocinadores... ¡yo mismo! Apúntate a mi notita semanal para lucir más joven ante el espejo, en serio, funciona (bueno, también puede que DEJES de reflejarte ante el espejo porque meto ahí unas quejas de señor viejo que te convertirás automáticamente en vampiro, condenado a vagar por la eternidad llevando túnicas, bebiendo líquidos misteriosos en copas recargadas -¿es vino, es sangre... estás jugando con mi cabeza!- y yendo al instituto a buscar a tu alma gemela, que oye, tampoco está tan mal).




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5) No comprometerse a cosas: Lo vamos viendo, ya te digo, si eso te aviso, no sé cómo lo tengo… Oiga, ¡que se comprometa a cosas! ¿Quieres quedar mañana para comer un mantecado a las 12 del mediodía, LA HORA DEL MANTECADO? ¡O sí o no! Puede que lo que “tienes que ver” es pensar si realmente quieres hacer una actividad conmigo... pero recuerda que si tengo acceso a ti para proponerte actividades es que ha habido un acuerdo tácito de amistad previo. ¡Tú me diste acceso! ¡¿Ahora qué mangoneo es este de “si pero no, no sabe no contesta”?! Podría pasar algo más grave: no es que no quieras hacer mantecaditos conmigo (una experiencia gozosa, ¡GOZOSA!) sino que quieres dejarte LAS OPCIONES ABIERTAS por si cinco minutos antes de la gran mantecada te llama Manolito y te propone un plan mejor… ¡ah, pájaro, que te hemos cazado! En ese caso me despacharáas con un WhatsApp tipo “al final no puedo, me ha surgido una cosa”CASTIGO PROPUESTO: Ya que eres un adventurer al que le gusta esperar hasta el último minuto con tal de darme esquinazo por CUALQUIER OTRO PLAN/ANYTHING AT ALL, el castigo ideal sería invitarte a dormir en un gran dormitorio donde una cama alberga serpientes, la otra es donde se tumban los faquires y en la otra hay un oso grizzly al que le habremos inyectado una dosis de adrenalina. ¡Elige ahora, muchacho, múltiples opciones, como te gusta!

En la cama nº4 te espera este tipo

lunes, 19 de noviembre de 2018

El curioso caso de David Fincher

En mi reciente viaje a Londres me compré un libro de saldo en la filmoteca que me está encantando. Se llama Dark Eye: The Films of David Fincher, lo ha escrito un tal James Swallow y de sus originales 14.99 libras ha pasado a costar 1.99. Lo siento por James Swallow pero mis bolsillos sin duda lo agradecieron. Pero la cuestión no es lo barato o caro que sea el libro, sino lo bueno que es. Y este es muy bueno.

A Fincher le tenía un poco perdida la pista; sí, yo también vi Gone Girl en cine y me gustó mucho pero ahí ha quedado, como el resto de su filmografía. Leyendo los primeros capítulos del libro (en los que el autor se entrevista con Fincher y deja claro no solo que sabe sacarle jugo al entrevistado sino que ha hecho una investigación previa como Dios manda -pese a lo que diga alguna review desnortada de Goodreads-) he recordado lo mucho que me flipaba este director cuando era... joven (ay, ay, lo que he escrito). Recuerdo ver varias veces en el cine Fight Club y hasta convencer a algún amigo para venir a verla conmigo porque era, sencillamente, lo mejor que había visto en mi vida. Y qué os voy a contar de Seven que no sepáis. Ayer me puse The Game en Netflix y, aunque no me volvió tan loco como en su momento en cines, sí que pude apreciar de nuevo lo buen director que es este señor (y el carismazo que tenía Michael Douglas, todo sea dicho). Tengo la intención, si la vida real y sus absurdas obligaciones no recreativas lo permiten, de continuar revisando la filmografía de Fincher, incluida Alien 3. Porque si vamos a hacerlo, vamos a hacerlo con todas las consecuencias.

Os dejo un par de  extractos (en formato foto porque transcribir es una tarea titánica) de declaraciones que me han llamado la atención del director sobre lo absurda que es cierta publicidad (menciona a Coca-Cola) y se opone a la idea de que todo el mundo tenga la capacidad de contar historias (se refiere al "storytelling" como un don):



sábado, 17 de noviembre de 2018

Londres

Londres me llena de vida. Si mi trabajo es el vampiro que me chupa la vida para dejarme como un guiñapo, Londres es Van Helsing, el protector que le hace la señal de la cruz al Vampyr y le dice “¡Aparta de este hombre, no le quitarás toda la vida, solo una buena parte!”. Gracias, Londres, por hacer lo que  puedes con tal de mantenerme sano (… mentalmente sano, despejado, culturalmente refrescado al máximo, empapado de lo que me gusta y me mueve; no sano de físicamente sano, con todos esos sándwiches reduced del Sainbury’s y ese pollo frito a tres libras en los sitios libaneses es un propósito francamente complicado).

Creo que voy tantas veces a esta ciudad porque es como si me arrojaran a una piscina llena de natillas de chocolate (de todas las descripciones que en la historia ha habido de Londres…). Entendedme, una vez dentro de una natilla de chocolate gigante, cualquier dirección es buena, no hay parte mala, es TODO GOZO-TODO EL RATO. Como cuando me como unas natillas de chocolate. Y aquí acaba la metáfora de las natilllas, no había mucho más. He ido a charlas en la filmoteca británica (mi nuevo sitio favorito de la ciudad), he trasteado con decenas de Blu-Rays en la fascinante Fopp! que no he acabado comprando, he saqueado el Comic Book Exchange de Notting Hill y la maravillosa Orbital Comics, he zampado bolas de sésamo de la China Bakery y devorado el salted beef sándwich del sitio de bagels de Brick Lane (¡el del cartel amarillo, no el blanco!)… en mi cuenta de Twitter hice un hilo con alguno de estos disfrutes, por si te pica la curiosidad como a mí esa mostacita en el bocata recién mencionado:

En Londres disfruto como un niño chico, es el mayor patio de recreo que conozco. Fantaseo con la posibilidad de vivir allí, o en Roma, o en Barcelona… pero es Dublín la carda la lana in the meanwhile. ¿Cómo sería vivir en Londres? Supongo que entre durísimo y letal; aniquilaría mi amor por la ciudad, de eso estoy seguro. Así que, de momento, continuaremos visitándola a ratitos, salpicando cada estancia con nuevos musicales, restaurantes, tiendas, jardines secretos, galletas, chocolate squares, gangas en las charities, encendidos de luces (asistí al de las Christmas Lights de Covent Garden con Paloma Faith y un coro, todo muy potito)… y cualquier otra cosa que se me ocurra. O que se le ocurra a Londres, que no para de darle a la cabeza.

PD. Buscando un link de la tienda de cómics de segunda mano de Notting Hill he dado con su página de Facebook... donde varios clientes ponen a parir a los dependientes por el trato recibido. Yo siempre he recibido una corrección absoluta (aunque lo de escuchar por los altavoces de la tienda la partida que se estaba echando el dependiente a nosequé juego en el portátil era un poco raro)..

jueves, 8 de noviembre de 2018

Write Along

Un señor que trabaja para una empresa que trabaja para Sky (eh, yo me limito a constatar) ha venido a casa y me ha puesto internet en el hogar. Llevábamos más de un mes sin Netflix, el Gmail todo el día abierto y todas esas cosas tan necesarias que convierten al módem es una especie de colador gigante donde va a parar todo el tiempo libre. ¿Hubiera quedado mejor "agujero negro"? Sí, hubiera quedado mejor. En este mes y pico sin conexión a internet hemos visto muchas películas en DVD y Blu-Ray (yo sigo comprando de estas cosas), he reducido bastante la pila de lecturas pendientes y hasta me ha dado tiempo a empezar a escribir... ¿una novela? ¿Si es una soberana tontería también se le puede llamar así?

A este respecto, me ha venido como anillo al dedo el nuevo podcast que ha lanzado uno de mis señores favoritos de internet, David Chen. Se llama Write Along y son pildoritas de 20 minutos donde Robert C. Cargill, guionista de Sinister y Doctor Extraño entre otras películas, da consejos para terminar tu libro-guión-reverso de caja de cereales. Este tal Cargill ha pasado de bloguero a guionista y novelista de (cierto) éxito y parece le pedían tantos consejos en Twitter sobre escritura que ha decidido acceder a la propuesta de David Chen para dar los consejos de viva voz en un podcast. Pinchad debajo para escuchar el pod, que se pasa volando:

Write Along - Episodio 1


domingo, 21 de octubre de 2018

Enseñar es fácil si sabes cómo (y ellos no sabían cómo)

De todo lo que se puede extraer de esta entrevista (que es mucho), me quedo con algo que no es el magro de la misma: eso de que, para algunos profesores, dar una clase consiste en cerrar la puerta y empezar a hablar hasta que suena el timbre (“Salvados por el timbre” nunca hubiera sonado igual de bien… pero son timbres). Dice David Marsh, un experto en bilingüismo que ha intentado impulsar la educación bilingüe en España (good luck with that), que muchos profesores encaran lo de enseñar en inglés igual que en castellano, o sea, monólogo de tres cuartos de hora y a la siguiente clase. No sé vosotros, pero a mí esto del profesor marcándose un speech sin fin me recuerda a una clase que tuve yo en el colegio… a ver cómo se llamaba… espera que me viene… ah, sí, TODAS LAS CLASES DE LA HISTORIA EVER.

Mi padre es profesor (o era, se ha jubilado hace poco) y siempre he tenido un contacto directo con esta profesión. Contrariamente a la leyenda popular (tienen tres meses de vacaciones y apenas trabajan), no recuerdo un solo fin de semana en el que mi padre no tuviera pilas de trabajos/exámenes en la mesa del salón (no tenia despacho propio) y no se pasara las mañanas y parte de las tardes DE SUS SÁBADOS Y SUS DOMINGOS corrigiendo como un cosaco. Mi padre lo daba todo. Se curraba las clases, sacaba diapositivas (cuando se hacían esas cosas), se compró un micrófono pagado de su bolsillo para llegar mejor a los alumnos y forzar menos la voz (recuerdo las gárgaras que hacía a veces en la cocina para aclarar la garganta), seleccionaba clips de películas relevantes para el tema que estuviera dando, redactaba sus propios apuntes que entregaba a los alumnos, los llevaba al Congreso de los diputados, a bibliotecas y museos… vamos, que mi padre no era de los del “monólogo y a positivar”. Siempre he despreciado a todos esos profesores que se limitan a enunciar en alto conocimientos. Y ya. ¡Ojalá alguno, también, promoviendo el debate y el pensamiento crítico! En el colegio me fue de pena. Obviamente, por culpa mía. Pero no puedo decir que los profesores me motivaran especialmente, tan solo recuerdo a un par que me dejaron algo (la vez que toda la clase cantamos juntos The River of Dreams de Billy Joel en clase de inglés es uno de esos momentos que nunca se me borrarán de la mente). Hay muchos profesores que saben muchas cosas pero no saben contarlas, no saben llevar a un grupo, no saben estimular más pensamiento que el de "que se acabe esto cuanto antes". Yo creo que un profesor, además de saber muchas cosas, debería inspirar. En fin, que me parece a mí que es mucho pedirle al profesor español que altere su monólogo; si no lo hacía en español, ¡cómo lo va a hacer en inglés!

No quiero terminar sin rescatar un par de respuestas que me han fascinado de David Marsh, en las que deja claro que un nuevo método de enseñanza es posible:
P. Hay familias que pueden temer que sus hijos sean parte de un experimento. Poner el énfasis en el aprendizaje de un nuevo idioma en detrimento de asignaturas como historia y matemáticas. ¿Es una buena idea dar esas asignaturas en inglés?
R. Podrían estar en lo cierto y que sus hijos estén perdiendo el tiempo. Si la metodología que usa el centro replica la enseñanza en castellano en lugar de enfocarla en torno al razonamiento en inglés, tienen un problema. El profesor plantea preguntas estúpidas, como qué haría el alumno si le tocara la lotería. Si preguntamos cosas artificiales, nos quedamos en un aprendizaje superficial. En cambio, si les planteas cuál es la diferencia entre un héroe y un famoso, no le estás forzando a construir un argumento en inglés. Ahí conectas con su emoción, ese es el poder de CLIL.
Y esta otra:
P. Si el aprendizaje efectivo de nuevos idiomas está tan relacionado con la innovación educativa y la renovación de los métodos, ¿tiene sentido ponerlo en marcha en centros públicos que todavía no se han transformado?
R. No tenemos tiempo. Un sistema educativo necesita 20 o 30 años para evolucionar. Nuestro mundo cambia tan rápido que no podemos esperar a que la escuela se adapte. Otra cuestión es cómo repercute la innovación en el posicionamiento internacional de las escuelas. Finlandia ha perdido su posición en PISA - la prueba internacional sobre educación más reconocida del mundo elaborada por la OCDE-. Solía estar en el top mundial en diferentes rankings, pero apostó por enseñar a pensar y bajó. Hay algunos países que están haciendo trampa, dejan fuera de las mediciones las zonas rurales para puntuar más alto. En Finlandia hemos apostado por el llamado aprendizaje por fenómenos, un tema que cruza varias asignaturas y a la vez usa el inglés. Por ejemplo, el embarazo no deseado en las jóvenes, se estudia en la asignatura de economía y desde la perspectiva de políticas sanitarias. 
 

viernes, 19 de octubre de 2018

This is all going too fast

Una de las cosas que más echo de menos de cuando era pequeño era la lentitud del tiempo. El tiempo se tomaba su tiempo. Para pasar. Volvamos atrás en el tiempo, a las vacaciones del colegio, ¿no duraban aquellos tres meses como... no sé, seis? Los años eran largos, las vivencias estaban bien distribuiditas, esparcidas como cuando te queda poca mantequilla, cubriendo bien todos los bordes. A medida que cumples años (y, en mi caso, cumplo más que ningún ser humano), el tiempo se comprime, ¡antes eran ficheros PDF que tardaban en cargar y ahora son archivos zip! ¡Todo viene empaquetado y de golpe! ¿Dónde quedó el esparcimiento, las largas explanadas sin sucesos, los meses eternos sin demasiada actividad más allá de planear un futuro glorioso (que nunca llegaría)? Me hago muy mayor, me decrepito a pasos agigantados, me hago mayor a pasos de André El Gigante. El tiempo pasa rapidísimo, me planteo las cosas en fajitas de meses. ¡¿Te puedes creer que ya han pasado dos años desde XXXXX?! Los días se suceden como una marabunta, los meses irrumpen como el rinoceronte de Jumanji. Yo necesitaría un time out de Zack Morris, necesito hablar a cámara. Un momentito, por favor.

martes, 11 de septiembre de 2018

De qué escribo cuando escribo de escribir


Me encantaba el sonido de la tiza en la pizarra (no sé si era un caso de ASMR antes de que conociera que existía el término). Más que el sonido, el acto de inscribir algo donde no había nada, las infinitas posibilidades para llenar con grafía el vacío (algo así como el terror a la página en blanco reversed). Incluso en matemáticas, una clase que para mí era el auténtico día de la marmota (no entendía nada, nunca, forever), disfrutaba cuando el profesor se ponía a apuntar números en la pizarra. No sabía lo que significaban aquellos símbolos, que para mí no se distinguen de los glifos (signo mínimo de la escritura maya, mind you), pero sabía su peso en mi vida: el de un yunque o un piano que te cae en la cabeza (sin sus devastadores efectos). En las ciertamente molestas clases de análisis gramatical en Lengua las pasaba canutas (el objeto directo, el indirecto, la parte contratante de la tercera parte, ufff), pero el placer que sentía al ver un montón de palabras anotadas en grande en un encerado era lo que me mantenía a flote en el colegio (un sitio donde lo que aprendí de verdad es a escapar, ¡esa fue mi Escape Room! ¡Ahora te cobran por eso!). Lo que quiero decir con esto es que me apasiona la palabra, el lenguaje, la escritura. Me chifla. Es lo que más me gusta del mundo mundial. Si tengo dos horas libres muy golositas en mitad de una semana de trabajo, de esas que te vienen como caídas del cielo, es probable que lo primero que haga es ponerme a escribir. Llevo toda la vida escribiendo. Y todo empezó con las cartas que me escribía con mi amigo Estellés en verano. ¡Cartas! Remember those?

La mayor parte de cosas que he escrito son tonterías: posts, fanzines, secciones para programas de radio, libros de Sensación de Vivir o notas de prensa de partidos políticos de Villanueva del Pardillo (really)... la cuestión es darle a la tecla. Me gustaría tener más talento, conocimientos y disposición para escribir cosas con más chicha; pero tiempo hay para mejorar (tampoco mucho, ya no hay viaje en el que no le haga espacio a las pastillas en la maleta). Muchas veces me he planteado dejar de escribir de golpe, no tocar una sola tecla en, yo que sé, dos meses, simplemente tocarme los pies en mi tiempo libre… pero no puedo. Me gusta demasiado. Soy feliz cuando escribo. El simple hecho de escribir frases en el ordenador mientras escucho música me hace inmensamente feliz, aunque dichas frases tengan tanto valor como el guión de Mi amigo Mac. Me da igual. Voy a seguir. Además de este blog íntimo y personal con Robert Redford y Michelle Pfeiffer, escribo también aquí sobre cine y televisión, y aquí sobre mi vida en Dublín. Y como me encanta también renovar el aspecto de mis blogs, tomad aquí dos tazas.

- ¿Quieres caldo? ¡Pues toma dos tazas!

Generosidad, maravilloso. Yo río el último.

martes, 14 de agosto de 2018

Mi opinión sobre el 4DX, el nuevo humo que vende Hollywood y que me envuelve como el humo negro


Dejad que os cuente aquí mi experiencia con el cine 4DX, y os lo contare sin tildes y con faltas de ortografía puesto que escribo esto en mi laburo con su teclado FORANEO. The Foreigner Keyboard.

Este es el nuevo gimmick (truquito o gracieta para atraer audiencias) que se le ha ocurrido a Hollywood para que la gente siga yendo al cine y no se vea todas las películas en casa enchufado a Netflix directamente de un tubo, como el invento de Jim Carrey en Batman Forever. El invento, que ya estaba en muchos parques temáticos y que yo he disfrutado en el California Adventure de Los Angeles o los parques Universal de la misma ciudad, consiste en MENEAR LOS ASIENTOS cuando hay escenas de acción, lanzarte agua cuando toque, disparar viento contra tu careto cuando la historia lo requiere y alternar algún que otro “rayo” en la sala (para mi, el peor efecto de todos). Ah, pero te gusta esto de que te hagan cosas mientras ve la película? Para cierto tipo de pelis, SI, ME CHIFLA. Veria una pelicula con chicha en este formato? Nunca en mi vida. Además, el invento esta hecho expresamente para los juguetitos caros de Hollywood, no precisamente para las buenas historias. Las ultimas de Parque Jurasico y Mision Imposible (ojo, esta la vi antes a lo normal) ganaron unos puntitos extra con el invento. El 4DX enrique “la experiencia cinematográfica” y voy a intentar contaros por que (se que este por que lleva tilde pero… you know…).




Por ejemplo, la de los dinos. A mi Jurassic World me parecio un bluff tremendo, hay gente que al contrario, la que les parece el bluf es la de Bayona, pues muy bien, perfecto. Lo que intento ilustrar es que VENIA CON LA BAJONA y sin muchas ganas de ver otro Parque Jurasico, pero cuando empezaron a menear las butacas cuando los coches huyen de los dinos ME DIVIERTO, cuando empezaron a soplarme en la nunca cuando les lanzan dardos a los bichejos para dormirlos ME LO PASO PIPA, cuando empiezan a caer gotas de agua cuando se pone a llover en mitad de una expedición por la jungla ME LO GOZO BIEN. Y hay mas efectillos, alguna carta en la manga, que se guarda el 4DX, cositas mas sutiles… por ejemplo, en la ultima Mision Cruiser, hay una secuencia mágica en la que Tom Cruise y Henry Cavill se lanzan desde un avión haciando casi una caída libre hasta una discoteca de Paris (how cool is that entrance?),solo abren el paracaídas a ultimisima hora. Bueno, pues cuando Tom y Henry se asoman al avión o cuando estan en plena caída, la butaca se va inclinando ligeramente hacia abajo, como para precipitarte a ti en esa caída libre. Y mantienen la butaca inclinada for a few seconds. MAGICO.

El 3D que le meten al 4DX pues bueno, pues ahí esta, no molesta tanto como el 3D a secas. El 4DX no es el mejor modo de ver películas, de hecho prefiero ver una película que me interese en 2D y en IMAX si se ha rodado específicamente en IMAX, pero para una peli palomitera de estas… I’m in. Puede que me canse en un par de películas más, pero de momento lo banco totalmente.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Cuaderno de hojas amarillas, qué maravilla

Adoro las series y películas adolescentes, pero por mucho que quiera estar al día con Riverdale o TeenWolf, mi vida de viejo me está separando de ellas (acaba de llegar Molly Ringwald y aún juegan al lacrosse, respectivamente). Vale que mi amor por Dawson sigue vivito y coleando y que voy a todas las pelis teen que mi tarifa plana me permite (si hay que ver Unfriended solo en la sala con 10 adolescentes que te miran raro… pues p’alante); pero el baile del instituto, la cheerleader y el capitán del equipo cada vez me quedan más lejos. Sin embargo, hay un elemento icónico del High School que no echaré de menos porque, contrariamente a lo que he pensado durante décadas, en realidad no pertenece al High School: el cuaderno de hojas amarillas.

Ya sabéis, esos blocs de notas de papel amarillo y con líneas, no cuadrículas, que usan EN TODA LA FICCIÓN AMERICANA. Es curioso que siendo una libreta algo típico del instituto, no he visto nunca a un chico de One Tree Hill o Glee escribiendo en un cuaderno de hojas amarillas; sin embargo, sí que he visto a los abogados de The Good Fight o a los investigadores de Ley y Orden. Si eres un personaje de ficción americana y tienes que anotar algo en un cuaderno, vas a hacerlo en un cuaderno de papel amarillo… siempre y cuando no seas un personaje que estudia en un instituto. ¿De dónde vienen estos cuadernos? ¿Por qué no se les llama Yellow Notebooks (en el cole “cuaderno” era “notebook”) sino Yellow Pads o Legal Pads? ¿Por qué las hojas son amarillas y no, qué sé yo, azul clarito? ¿Pertenecen tan solo al mundo de la ficción como los números de teléfono que empiezan por 555 o también se usan en la realidad? Y, lo más importante de todo, ¿por qué no los usan los teenagers de mis series y pelis favoritas? ¡Una solución (incluso de Yahoo Respuestas) quiero!

Qué maravilla

Empecemos por el principio: un cuaderno con hojas amarillas, ¿a cuento de qué? De todas las respuestas que dan en la web Quora, hay dos que me convencen especialmente. La primera es que el papel amarillo ayuda a los abogados a encontrar sus propias notas ante las toneladas de papel blanco del caso en el que estén trabajando (el color las delata al segundo). La segunda es que este papel ha sido siempre más barato y accesible para el americano medio que los cuadernos con papel blanco, que son los que se han usado en España de toda la vida de Dios. Hay alguno que va más allá y dice que si en Estados Unidos se usa este papel amarillo es porque es menos molesto para el ojo que el blanco… y, mire usted, no cuela. Si esto fuera así, ¿por qué todos los libros del mundo mundial se imprimen en papel blanco y no en papel amarillo? Apostando por que la primera explicación sea la buena, y más me vale porque tiene buena muy buena pinta, ¿quién fue el figura al que se le ocurrió for the first time?

Matt Soniak, en un articulo para Mental Floss que voy a fusilar/resumir, intenta aportar algo de luz: En 1888, un tal Thomas Holley, trabajador de 24 años de una empresa de papel de Holyoke, Massachusetts (se desconoce el nombre de la empresa, llamémosla Dunder Mifflin), se dio cuenta de que se tiraban a la basura muchas sobras de papel tras cortar este en las dimensiones requeridas (los restos se denominaban “sortings”). El bueno de Thomas pensó que podrían sacar un dinerillo extra recortando todo el papel sobrante del mismo tamaño y uniéndolo en pequeñas libretas que costarían cuatro duros (total, era papel que iba a la basura, así que…). La cosa salió tan bien que Thomas creó su propia empresa y empezó a recopilar “sortings” por todas las empresas de papel para dedicarse en cuerpo y alma a vender libretillas… ¿Soy yo o aquí hay un biopic con Russell Crowe y Jennifer Connelly?

Pero aún quedaba rematar el icono: a principios de 1900, Thomas le añadió a sus libretillas el característico margen rojo a la izquierda a petición expresa de un juez que quería un espacio para añadir notas a sus comentarios (espera, espera, ¿necesitas un espacio para escribir notas sobre tus propias notas? …¿Sabes que dispones de UNA LIBRETA ENTERA?). En fin, que margen rojo añadido y listo. ¿De dónde viene pues el color amarillo, te preguntas mientras lamentas haber iniciado la lectura de este post?

Pues no lo sabe ni el Tato porque las libretas de Thomas eran más blancas que las sábanas de un predicador. Se apunta que este color podría haberse usado como “tinte barato” para ocultar la deficiente calidad del papel con el que se elaboraban las libretas (curiosamente, a principios de los 90, la pujanza del papel reciclado –más barato y blanco- amenazaba la supervivencia de las Yellow Pads en las oficinas de Estados Unidos  ). Los más románticos dicen que el amarillo potencia la creatividad o que hace que fijes la información mejor en el cerebro. Pero si esto fuera así, ¿no sería prácticamente obligatorio su uso en todos los institutos de Estados Unidos?

La respuesta a su exclusión de la vida estudiantil puede estar en el nombre: Legal Pads. Puesto que las libretas se han usado mayormente por abogados y jueces (no en vano fue uno quien promovió la forma definitiva de las mismas), estas han quedado estancadas en el ámbito profesional: escritores, guionistas, cantantes, empresarios, etc. con lo que el americano medio no tiene acceso a ellas hasta que… termina el instituto. Los adolescentes americanos, o al menos así me lo ha enseñado el cine y la tele, entregan sus trabajos (o “papers”) en hojas blancas arrancadas del cuaderno de anillas de toda la vida.

En la web NPR recogen una charla con una escritora de la revista Legal Affairs en la que enumera las virtudes de la Yellow Pad de una forma que parece que esté hablando de la bandera de barras y estrellas: es un objeto bonito, es un clásico como el lápiz del número 2 (en este artículo del New York Times hablan del frenesí que llegó a existir con este producto), y es un producto “exclusivo” gracias a su franja roja en el lateral izquierdo (el margen debe tener un grosor de 1,25 inches, 3,17 centímetros, para que la libreta sea considerada “Legal Pad”).


El artista Matt Kenyon también abraza el poder icónico de las libretas amarillas; en 2015 creó una obra de arte y protesta al recopilar cientos de estos cuadernos en los que se incluían los nombres de todos los civiles iraquíes asesinados en los tres primeros años de la invasión americana de Irak. Y hasta he encontrado el post de una diseñadora de peluches de Potomac, Maryland (I’m not making this up!) en el que grita orgullosa que su negocio lo dirige desde una libreta amarilla. In Yellow Pads We Trust. La duda que me surge es que, si tanto lo adoran, ¿por qué no lo han exportado? ¿Por qué me puedo comprar un Dr. Pepper en cualquier Vips pero no un mítico cuaderno de hojas amarillas? ¿Cómo es posible que los Yellow Pads no hayan… a falta de una palabra mejor… penetrado?

Cuando vivía en Madrid, no vi un cuaderno de hojas amarillas en mi puñetera vida, ahora que vivo en Dublín los puedes encontrar si bucas con ahínco; en Eason tienen unos especialmente bonitos de la marca Rhodia que no sé si cumplen todos los requerimientos para ser “Legal Pads” pero me da igual, son los cuadernos amarillos que he visto toda mi vida en la tele y las pelis y con eso me vale. Seguramente el negocio de la papelería y productos de oficina no da tantos réditos como el de las hamburguesas o la música pop, pero a mi corazón llegaste, Yellow Pad, y de ahí no te sacaste.

Si te sacases a ti misma no serías un objeto inerte. And we'll be onto something.



Yellow Pads/Legal Pads en:
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miércoles, 7 de marzo de 2018

#PanteraSoWhite


Cuando creía que Black Panther era un pasito adelante para la comunidad afroamericana (dirigida por un negro, interpretada por negros, el superhéroe que salva al mundo se llama literalmente pantera NEGRA)… tracatrá, llega un tipo que dice que el villano del film es el tío que demanda libertad para los negros, que el único blanco de la película (que además es de la CIA) es pintado como un héroe y que, claro está, no va a ser precisamente una película de Disney la que ayude a la causa negra. Vamos, que todo es poco menos que un insulto para la otra Pantera Negra, la que existió de verdad. Es un punto de vista intrigante y, tras escucharle explicarse, pleno de razón (... o, al menos, no exento de ella). Podéis escuchar la DELICIOSA charla ("¿Es Black Panther una película malvada?") entre Leslie Lee III y mi admirado David Chen (presentador de Slashfilmcast) pinchando aquí; por discusiones como esta Slashfilmcast es uno de mispodcasts favoritos de cine.

Por cierto, esa panterita es ya una de las 10 películas más taquilleras en Estados Unidos de la historia (solo me gusta de verdad la película número 7 del ranking). ¡Cómo se lo está trabajando la pantera!

viernes, 23 de febrero de 2018

Ficción: The Reality

De un tiempo a esta parte (que expresión mas enrevesada, no? “esta parte”, que parte? Esta parte “del tiempo”? quien divide el tiempo en partes? En cachos, como si fuera un queso, unos taquitos) hay una idea que me obsesiona: la de los personajes de ficción con vida propia. Como puse en uno de mis tweets de cero corazones y cero retweets (como se dice cuando un pájaro se queda afónico?), imaginad que un dia descubris que sois padres, pero el padre de un ser de ficción. El padre biológico. Las pruebas demuestran que tu eres el padre de Edward Cullen, el vampiro high-schooler de Crepusculo, o que eres el padre de Atticus Finch de Matar a un ruiseñor, o que eres el padre de Maggie de Los Simpson. No me preguntéis como seria posible, solo imaginad el drama: jamas podrias abrazar a tu hijo porque el pertenece a la ficción mientras que tu a la realidad. Podrias ver sus películas o leer las novelas en las que aparece pero olvídate del contacto físico, de poder aconsejarle sobre la vida o de obligarle a poner la mesa y fregar los platos. No es que os separen océanos de tiempo como a Dracula y Winona, no, es que os separa el plano propio de la realidad. Los muros que separan la realidad de la ficción son infraqueables y por mucho que intentaras hacer un Kim Bassinger en Cool World, es decir, mutar en cartoon para introducirte en la ficción, al menos un tipo de ficción, lo cierto es que ese movimiento pertenece en realidad a la ficción y tu estas atrapado en la realidad. 

Yo creo que este debería ser el siguiente paso evolutivo en el que deberíamos concentrar todos nuestros esfuerzos, pasar de persona a personaje. O, al menos, y puesto que los muros son infranqueables, deberían hacer una película sobre esto. Has parido a un ser de ficción y ahora no hay forma de encontrarse con el. Es una mezcla de Frequency, Quien engano a Roger Rabbit y esa peli en la que Robin Wright se convierte en dibujo animado. A lo mejor hay que anadir también unas gotas de Abre los ojos. Y el soundtrack de Vanilla Sky porque ya que vamos a hacer esto, hagamoslo con estilo, que diría el otro. Vale que ya están taladrando el muro que separa nuestros mundos, a las pruebas me remito, pero aún queda mucho que andar.

Pero no es esto de lo que quería hablar, no. Gracias por hacernos perder un párrafo de nuestra vida y sin comas ni tildes escrito en tu trabajo, Juan. De nada. De lo que quería hablar en realidad es de esta idea que me tiene loco: un personaje de ficción aparcado en un rincón. Un cuerpo inerte, apagado, a la espera de cobrar vida cuando el actor que lo interpreta piensa en el o ensaya diálogos para una escena o investiga para el personaje. Imagino un guiñapo sentado en un taburete, a la espera de que alguien venga (du dueño, el actor o actriz) y lo llene de vida. Es un pensamiento que me inquieta, personajes de ficción totalmente parados, a la espera, absolutamente on hold hasta que llegue su hora semanal de serie, la hora en la que cobran vida. Una serie sobre eso, sobre personajes de ficción que se encienden y se apagan. Eh, hemos hecho películas sobre muñecos que cobran vida cuando el niño no esta en la habitación, yo creo que podemos darle chance a mi idea. Ultimamente me he enviciado seriamente a Bloodline, una serie maravillosa, e imagino a Danny Rayburn, el personaje interpretado por Ben Mendelshon, esperando en una silla, inerte, desprovisto de vida, pendiente de que Ben Mendelshon “se lo ponga” y el pueda disfrutar de vida. Ay, madre. Todo esto es mi trabajo. Que me hace apagar el cerebro ocho horas al dia y cuando lo enciendo tengo ahí stuff acumulado y salen estas cosas.

martes, 13 de febrero de 2018

El directo en la radio


Ya he contado alguna vez, y si no lo he contado en este blog ahí va de nuevo la vaina, que mi afición (erótica, ingobernable, excesiva) a la radio me viene del transistor que ha escuchado mi padre toda la vida y que solía guardar en el bolsillo de su bata de andar por casa. Aún hoy usa un transistor, que eso de ponerse dos auriculares debe ser para él lo que debe ser para mí dos auriculares SIN CORDELILLOS (¡¿y si se caen?! ¿y si los pierdo? ¿y si quiero quitarme uno para pagar en la caja del supermercado y simplemente lo quiero dejar colgando un breve periodo de tiempo? Think about that, Apple, NECESSITIES). Aprovechando que hoy es el Día Mundial de la Radio, o Día Mundial del Arradio, quería dedicarle unas bonitas líneas a este medio de comunicación y electrodoméstico tan querido por mí.

En primer lugar, solo quiero soltar a vuelapluma (una palabra que aprendí de Alfredo Relaño, uno de los pocos periodistas deportivos que intenta cuidar el lenguaje) nombres de programas, señores y señoras que he escuchado, recuerdo y me dejaron algo a lo largo de mi ya eterna vida (yo vi cómo los dinosaurios mordían el polvo): Joaquín Luqui, Tony Aguilar, La Ruta del Aguilar, Onda Mini, El cine de Lo que yo te diga, Carlos Pumares, Polvo de Estrellas, Si amanece nos vamos, Hablar por hablar (el punto de no retorno entre mi libertad y el colegio), Fernandisco, Guillem Caballé, Game 40, Tierra Salvaje, José Ramón de la Morena, El Larguero, Carrusel Deportivo, Tiempo de Juego, Juanma Castaño, Paco González, Manolo Lama, El Tirachinas, Juanma Ortega, ¡Anda Ya!, Radio Show, Juanma Rodríguez, El primer Palo, Yago de Vega, El Pulpo, Joseba Larrañaga... y no sé, podría decir mil más. Fue un honor para mí trabajar en ella en dos momentitos de mi vida que, ojalá, hubiera extendido más en el tiempo. No la he tachado de la lista, siempre me queda ahí la vocecita que dice "Let's try again...", de momento la callo a manotazos. Adoro la radio, me informa, me entretiene, me encanta su funcionamiento. Ahora ha mutado, para mí, en podcasts. No escucho un programa de radio en directo desde hace muuuucho tiempo.

En segundo lugar, una pregunta: ¿por qué esa obsesión de los programas deportivos por vender una entrevista o conexión como "directo" cuando es evidente (al menos para los que llevamos décadas escuchando radio) que es contenido grabado? Entiendo que una de las características esenciales de la radio es el directo, la inmediatez, allí donde está la noticia está la radio... pero una entrevista a Pepito Pérez, que ha marcado dos goles al Escalerillas, ¡qué más da que sea en directo o que la grabaras hace dos horas! ¿Cree la radio, como medio, que un contenido grabado es automáticamente CACA? Quizá deberia preguntarle a Radiochips, un tipo que adora el medio y que lo fomenta cada día desde su maravilloso blog. Larga vida. Al señor Chips, a su blog y, por supuesto, a la radio.

martes, 23 de enero de 2018

A Novel, A Novel

¿Por qué en una novela pone "a novel" en la portada? Oiga, ya sé yo que este producto se llama novela, ¿por qué lo reiteras, qué extraños mind games son estos? Pocas cosas me tenían tan intrigado. ¡¿Por qué a novel dice que es a novel en la portada de a novel?! Como con las mayor parte de intrigas del siglo XXI, estaba a una búsqueda de Google (o de Yahoo Respuestas) de dar con la explicación. Y, por fin, en uno de los trayectos en tranvía desde mi trabajo a mi casa, he hallado la respuesta.

Dice Annie Neugebauer en un post que os recomendo leer entero que la novela como género es mucho más reciente que la poesía, los ensayos o las obras de teatro y no fue realmente popular hasta el siglo XVIII. Si hoy en día nos recomiendan un buen libro, entendemos que se refieren a una novela porque es el género dominador de nuestros tiempos, pero que no siempre fue así, y que en los duros inicios novelescos, para dejar claro que una novela era una novela... bueno, había que decir que era una novela. En la portada. ¿Que por qué se mantiene en pleno siglo XXI cuando las novelas son la regla y no la excepción? Annie se alegra de que le hagas esa pregunta; se debe a la tradición, al prestigio que aporta automáticamente a la obra, para darle claridad sobre su género e intenciones (un título como Eat, Pray, Love podría confundirse con un libro de recetas o de autoayuda), porque ayuda a dejar más bonita la portada jugando con la tipografía y composición del título... y porque está de moda. Una moda que, alguna vez, desaparecerá (Año estimado: 2097).

Me encantaría que en el futuro, en las portadas de las novelas pusieran el título de la novela en cuestión, por ejemplo "Las palomas también tienen prisa", y debajo "... you know". Y los chavales dirían "¿Papá, por qué pone en pequeño "ya tú sabes"?", y le contaríamos a la chavalería que, antiguamente, hace eones de tiempo, ahí ponía "una novela" en prácticamente todas las novelas...

Definición de novela según la Wikipedia

Doctor Sleep no quiere que durmamos

He vuelto a ver Doctor Sleep , la película de 2019 que hace un doble combo desconocido hasta entonces, corregidme si me equivoco: es secuel...