Una de las cosas que más me inquietan en la vida es saber qué vecinos me tocarán en mi próximo piso (que deberé encontrar en NANOSEGUNDOS porque así lo hemos decidido en sociedad). No digo que también me inquiete saber quién será mi próximo portero porque, a Dios pongo por testigo ("oiga, que yo no quiero testificar ahí de nada, estaba a mi Creación, a mis cosas..."), que no volveré a vivir en un piso con portero. Y menos con uno tan sospechoso como este, que parece que lo ha dejado ahí puesto el Ayuntamiento; yo a veces bromeo con Loida que este tío es parte del edificio, está formado de yeso y cemento, se integra en sus paredes por las noches, se mueve por los conductos del aire, es parte indisoluble de este bloque de hormigón y asco. ¡Señor, pero cierre al menos el visillo ese que se ve todo el salón de su casa, ahí con su mujer comiendo las lentejas! No, en serio, este tío nunca se queda en la portería, debe tener lo contrario a la agorafobia, es como el polo opuesto de Sigourney Weaver en Copycat, este tío ODIA los espacios cerrados... pero monstruo, breaking news: es que eres PORTERO. And porteros will be in las PORTERÍAS. Yo solo le digo una cosa (... desde, eeemmm, este blog que nunca leerá): o te quedas en la portería o te quedas fuera junto al ficus, pero no te quedes en el salón de tu casa y entreabras el visillo para, desde el hule donde tienes la barra de pan, observar quién entra y quién sale... que te estás poniendo un poquito Anthony Perkins...
(en serio, Juan, esto no es sano, ¿cuánto tiempo le dedicas cada día en este señor?)
... Volvamos a los vecinos, esa moneda al aire. Qué pena no poder hacer un casting para elegirlos, o bien un estudio con cámaras ocultas (y sonómetro, muy importante el sonómetro) de los que ya viven arriba, abajo y a los lados para ver cómo está el patio... pero ante la ausencia de mediciones fiables, o un TripAdvisor de vecinos o algo (¡que lo inventen, esto sí es necesario y no el spork!), lo que nos queda es coger un rosario y rezar muy fuerte. Estos son mis ruegos cross my heart and hope to die: para empezar, estaría muy bien unos vecinos de arriba que no montaran un Jumanji cada semana, arrastrando muebles, corriendo los 100 metros valla, zapateando como en una junta general de bailaores flamencos... y, en caso de hacerlo, en caso de no poder aguantarse las ganas de MONTAR UN PUTO ESCÁNDALO EN NUESTRO TECHO CADA DOS POR TRES, que no sean tan maleducados de cerrarme la puerta en la cara la quinta vez que suba a hablar con ellos para que dejen de hacer ruido. Esto, for starters, sería fantástico. Pero seguimos para bingo.
Otra cosa de ensueño sería que los vecinos de al lado, en caso de enfrentar su salón al nuestro y separarlo tan solo por una endeble pared hecha de papel cebolla, se dedicaran a ver películas de explosiones con el volumen bajito. O que vieran otras películas que no fueran solo de explosiones. O que se metieran su pantalla plana por el culo. Una de estas opciones, la que quieran, free will! Y ya una cosa que sería para tirar cohetes sería que cuando llegaran del trabajo no se pusieran a hablar al teléfono como papagayos contándole su día a quién coño se lo cuenten a grito pelao... ¡Oiga, que el teléfono ya lleva el sonido al otro lado, es un invento mágico, no necesita de sus hipogritos huracanados!
Y, bueno, no sé, que nos toque gente educada. Ya está. Es shimple, que diría Mourinho. Gente que si le dices "es que hacéis un ruido que flipas, please chill" pues vayan y se corten un poco y te ayuden a eso de la convivencia. No, ahora en serio, ¿sabéis alguna forma guay, retorcida y puramente psicópata para putear a nuestros vecinos antes de irnos de aquí?
IT'S PAYBACK TIME.
No, no haremos nada.
O... ¿sí?
No, no debemos.
Pero, ¿y si...?
Que no, tío, olvídate.
¿Una tarántula en el buzón?
Operación compleja.
¿Pescado podrido en su puerta?
Te llegaría el olor también a ti, palurdo.
¿Ves? No se puede planear nada guay contigo.
¡Fui yo el que propuso lo de contratar a un actor que se hiciera pasar por policía para amenazarles con pasar la noche en el calabozo!
Has visto muchas películas.
Eso sí. ¿Has visto la de Harrison Ford y un perro?
No. ¿Mola?
Está guay.
Gracias, amigo.
No, gracias a ti.