Durante años mantuve casi el mantra personal de que The Office, la buena de verdad, era la inglesa. Que sí, que la americana muy bien, pero que la calidad de la original... buah, aquello era una cosa imposible de igualar. Pero luego ocurrió una cosa, y es que pude ver por fin del tirón todos los episodios de la versión americana. Y claro, hay consecuencias. Para empezar, mi mantra ha desaparecido. No me mojo. Ahora, cuando me preguntan (cosa que no hace nadie) solo puedo decir que las dos son muy buenas. Una es más cínica y original, la otra es más achuchable y redonda. Una es capturar el rayo en la botella, la otra es el rayo es sucesivos tetra-bricks, durante años. En fin, que es bueno amar las dos versiones, para qué ponerle puertas al mar. Es más, yo abriría una tercera vía: también está muy bien, y es hasta necesario, rendirle culto a Office Space, una película que ya anticipó que en los trabajos de oficina se reúnen todas, o buena parte de, las miserias de la raza humana.
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