Siempre he querido escribir bien críticas de cine. Pero siempre acabo cediendo a escribir deprisa y un poco en tono "popular". No popular en plan sencillo y elegante y bellísimo como Roger Ebert, sino popular en plan chabacano. Para escribir buenas críticas de cine hay que tener una larga vida fílmica a tus espaldas y un largo talento como escritor (como el que hace falta para no escribir construcciones tan horribles como "largo talento"). Acabo de leer una de Jonathan Romney en un número pasado de Sight & Sound que me ha encantado. Es de Manchester by the Sea, la película que quería que ganara el Oscar (perdóname, La La Land, soy lo peor) porque me pareció sencillamente una obra maestra; como esta crítica, de la que destaco un par de párrafos que te descubren otras capas de la cebolla, te amplían la experiencia cinematográfica, te la ensanchan, te la convierten en unos baggy-pants que flipas. Cuando una crítica te provoca una segunda lectura, no necesariamente distinta pero sí más profunda, más avezada, de la que ya tenías de un film... ¡qué maravilla!
The term "tip of the iceberg" comes to mind when watching Kenneth Lonergan´s Manchester by the Sea. That is partly because his third feature is a very wintry film; featuring repeated shots of its protagonist shovelling snow, Manchester is a story about a man´s life frozen in suspense, about a winter of the soul. But the film also makes us feel that that, both in terms of its narrative and characters, we are only seeing the tip of the iceberg in the sense that what is shown on screen only partly lays bare the intricacies of this particular drama. Lonergan has made a film of great directness and simplicity that nevertheless constantly gestures at a larger complexity (...)
Narrative intricacy apart, Manchester by the Sea might easily register at first sight as a classic American mainstream take on emotional drama: unproblematic Sundance realism. Yet Lonergan is grappling with the complex unmanageability of human experience in a way that is both sensitive and generous, attending to his characters´fine shadings without foregrounding his own stylistics, which are modestly downplayed (...)