Hace poco volví a ver la cuarta parte de Jungla de Cristal. Entre que me hizo gracia cuando la vi en el cine (dadle a este “gracia” el otro significado de “funny” en inglés, o sea, curioso, peculiar, raro…); y que la secuela posterior (A Good Die To Die Hard) fue horrenda, la había catalogado mentalmente como una buena peli de acción y una más que decente entrega de la Jungla. Bueno, pues ni lo uno ni lo otro. Como mucho, Live Free or Die Hard es competente; tiene alguna secuencia de acción bien dirigida, dos chistecillos potables de McClane y hasta luego lucas. Aquí no hay nada más. Bueno, sí, hay una cosa: la destrucción de la esencia de la saga.
McClane pilota helicópteros, monta aviones de caza como si fuera un búfalo en un rodeo y, básicamente, es ascendido a superhéroe. Esto ya es malo. Pero es peor que se carguen la única regla que debe respetarse en la saga: McClane no está confinado a ningún espacio (estar “atrapado” en un país entero no es tan sofocante como estarlo en un rascacielos, FACT). Cuanto más chiquitito es el sitio donde opera McClane, mejor es la peli; así que para la próxima (ya ha sido anunciada la sexta parte, que en teoría cerrará la saga) es importante que se respete este factor: nada de “McClane en Rusia”, vamos a pensar las cosas un poquito. No pido un Buried… pero no estaría nada mal que se estrujaran la cabeza y nos sorprendieran con UN SITIO REALMENTE PEQUEÑITO.
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