En el libro El árbol de la lengua de Lola Pons Rodríguez (Arpa), que me estoy leyendo a sorbitos pequeños, he leído el siguiente párrafo y me he quedado con la copla:
... cuando nos demos cuenta de que quien engaña con las palabras va a ser capaz de trampear con las cuentas y las leyes (...)
Esto es algo que me tiene la sangre hirviendo desde hace años, el uso obsceno que se hace de la lengua. ¿Quién usa su lengua más obscenamente, Rocco Sifredi o el jefe de prensa de cualquier político o multinacional? ¡El segundo! En mi trabajo, por ejemplo, dicen cosas como "we have been offered 12.500 calls today". ¿¿Offered?? A mí nadie me las ha ofrecido, no ha venido un simpático juglar a mi casa y me ha hecho una ofertita para descolgar un teléfono dorado; no, HE TENIDO QUE CONTESTAR A LA LLAMADA porque así debo hacerlo de acuerdo a mi contrato. Decir "te hemos ofrecido XX llamadas" en lugar de decir "has recibido XX llamadas" es, simplemente, una perversión del lenguaje.
Pero pervertir el lenguaje da igual. Se puede hacer con él lo que uno quiera. Nadie dice nada.
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