Nada hay más bonito que empezar un nuevo trabajo. Todo es felicidad, caras alegres (extremadamente alegres si trabajas desde casa y te obligan a conectarte la cámara), compañeros recién salidos del horno, alfombras rojas, un universo de posibilidades. El problema de los comienzos de un trabajo es que se terminan, que luego llega el trabajo en sí. Estoy hablando de LA RUTINA DEL TRABAJO, que ya no es nuevo y fulgurante, sino un huevito kinder que te acabas de comer y lo único que queda es ese camioncito de plástico que puede provocarte una asfixia mortal si te despistas.
Digamos que he entrado en esa fase.
Digamos que, a partir de ahora, mi único objetivo va a ser evitar comerme el camioncito.
Pero Juan, ¿no deberías intentar buscarle una vuelta a tu nuevo trabajo o, quizás, perseguir nuevas metas profesionales?
Me alegro de que me hagas esa pregunta, inerte blog.
Mi respuesta es que lo primero puedo intentarlo, pero que a lo segundo le he puesto yo mismo un candado por motivos que serían muy largos de explicar.
Candaditos.
OnlyFans.
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