En Dublín se produce un fenómeno curioso: el de la gente con tarjetas de sus trabajos colgadas del cuello.
Yo también tengo una, pero no la llevo colgada del cuello. No quiero sentirme perro con cadena. En todo caso, quiero sentirme perro con capa. ¡Quiero ser Krypto, no Krypto encadenado trabajando para Darkseid! Ahora que lo pienso... una variación de
Django Desencadenado pero con un perro absolutamente unleashed, un perro reemplazando a Keanu Reeves como nuevo John Wick, cabreado porque han matado a su dueño... yo este proyecto lo financiaría hoy mismo...
... pero volvamos al tema del post (me cuesta tanto centrarme en los temas que yo mismo propongo). Que la gente, qataríes, italianos, brasileños, irlandeses y españoles
caminamos caminan por las calles de la ciudad con su tarjetita acreditativa al cuello en plan "trabajo para una corporación/he sido absorbido por una corporación". A ver, que la tarjeta tiene su utilidad, ¿eh? No la llevan "para fardar",
es una tarjeta que te sueles colgar del cuello porque la necesitas para abrir cualquier puerta de tu empresa. Teniéndola al cuello nunca te la olvides y está siempre a mano. Por ejemplo, si sales a hacer caca, tarjetita y marcar tu clave personal en la puerta; si vuelves de la gran cacada, tarjetita y clave; si quieres ir a la cantina (cafetería de las corporaciones), tarjetita y clave; si quieres salir a los alrededores a que te de el fresco en la cara para evitar las ganas de vomitar, tarjetita y clave... básicamente, es como estar en una cárcel de máxima seguridad donde cada compuerta debe ser abierta con una llave especial.
La comparación de las puertas de mi trabajo con las de una cárcel no es gratuita, claro, pero ahora no quiero hablar de mis sentimientos.
Únicamente quería decir que llevando el cordel todo el día del cuello, incluso fuera de la oficina, parece como si la corporación para la que trabajas te poseyera. Y esa, amigos, es la posesión chunga de verdad. Sorry, Belcebú.