Fue como un suspiro, apenas un rafagazo, pero me dejó torcuato. Me refiero a un momento (mágico) del episodio de Sarah Jessica Parker en Comedians in Cars Getting Coffee (lo de las mayúsculas en los títulos americanos es un desvarío absoluto en el que algún tendré que poner algo de orden). La actriz, que es considerablemente campechana y extiende cheques de simpatía con la misma facilidad con la que compraba zapatos en Sexo en Nueva York (imagino, no sé), le soltó a Seinfeld una reflexión que pasó un poco sin pena ni gloria por los oídos del cómico pero que a mí aún me tiene dándole vueltas, encadenado a ese pensamiento como si hubiera salido de la cabeza de la intérprete con pegamento Imedio en su base. La Sarah se asombraba de que todo el mundo duerma al mismo tiempo en Nueva York; aunque entiendo que este pensamiento se puede hacer extensivo a cualquier otra gran metrópoli. A la actriz le parecía inconcebible que todos los habitantes de una ciudad se colocaran en posición vertical con los ojos cerrados al mismo tiempo. "Imagina, Jerry", estoy parafraseando, "todos esos cuerpos tumbados a la vez, todos haciendo lo mismo pero cada uno en su casa".
Vale, puede que la reflexión no sea para tallarla a golpe de cincel en su lápida (y quiera Dios -Louis Vuitton- que eso pase dentro de muchísimos años), pero si te paras a pensarlo un segundo, la cosa tiene su miga: millones de personas haciendo planking al unísono, dejando la ciudad a su suerte. TODA UNA URBE EN PAUSA, INMOBILIZADA, EN UNA ESPECIE DE FLASHMOB MUDA Y MASIVA. Una crisálida compartida, un refugio comunal. El Kit-Kat democrático.