De un
tiempo a esta parte (que expresión mas enrevesada, no? “esta parte”, que parte?
Esta parte “del tiempo”? quien divide el tiempo en partes? En cachos, como si
fuera un queso, unos taquitos) hay una idea que me obsesiona: la de los
personajes de ficción con vida propia. Como puse en uno de mis tweets de cero
corazones y cero retweets (como se dice cuando un pájaro se queda afónico?),
imaginad que un dia descubris que sois padres, pero el padre de un ser de
ficción. El padre biológico. Las pruebas demuestran que tu eres el padre de
Edward Cullen, el vampiro high-schooler de Crepusculo, o que eres el padre de
Atticus Finch de Matar a un ruiseñor, o que eres el padre de Maggie de Los
Simpson. No me preguntéis como seria posible, solo imaginad el drama: jamas
podrias abrazar a tu hijo porque el pertenece a la ficción mientras que tu a la
realidad. Podrias ver sus películas o leer las novelas en las que aparece pero
olvídate del contacto físico, de poder aconsejarle sobre la vida o de obligarle
a poner la mesa y fregar los platos. No es que os separen océanos de tiempo
como a Dracula y Winona, no, es que os separa el plano propio de la realidad.
Los muros que separan la realidad de la ficción son infraqueables y por mucho
que intentaras hacer un Kim Bassinger en Cool World, es decir, mutar en cartoon
para introducirte en la ficción, al menos un tipo de ficción, lo cierto es que
ese movimiento pertenece en realidad a la ficción y tu estas atrapado en la
realidad.
Yo creo que este debería ser el siguiente paso evolutivo en el que
deberíamos concentrar todos nuestros esfuerzos, pasar de persona a personaje.
O, al menos, y puesto que los muros son infranqueables, deberían hacer una
película sobre esto. Has parido a un ser de ficción y ahora no hay forma de
encontrarse con el. Es una mezcla de Frequency, Quien engano a Roger Rabbit y
esa peli en la que Robin Wright se convierte en dibujo animado. A lo mejor hay
que anadir también unas gotas de Abre los ojos. Y el soundtrack de Vanilla Sky
porque ya que vamos a hacer esto, hagamoslo con estilo, que diría el otro. Vale que ya están taladrando el muro que separa nuestros mundos, a las pruebas me remito, pero aún queda mucho que andar.
Pero no
es esto de lo que quería hablar, no. Gracias por hacernos perder un párrafo de
nuestra vida y sin comas ni tildes escrito en tu trabajo, Juan. De nada. De lo
que quería hablar en realidad es de esta idea que me tiene loco: un personaje
de ficción aparcado en un rincón. Un cuerpo inerte, apagado, a la espera de
cobrar vida cuando el actor que lo interpreta piensa en el o ensaya diálogos
para una escena o investiga para el personaje. Imagino un guiñapo sentado en un
taburete, a la espera de que alguien venga (du dueño, el actor o actriz) y lo
llene de vida. Es un pensamiento que me inquieta, personajes de ficción
totalmente parados, a la espera, absolutamente on hold hasta que llegue su hora
semanal de serie, la hora en la que cobran vida. Una serie sobre eso, sobre
personajes de ficción que se encienden y se apagan. Eh, hemos hecho películas
sobre muñecos que cobran vida cuando el niño no esta en la habitación, yo creo
que podemos darle chance a mi idea. Ultimamente me he enviciado seriamente a
Bloodline, una serie maravillosa, e imagino a Danny Rayburn, el personaje
interpretado por Ben Mendelshon, esperando en una silla, inerte, desprovisto de
vida, pendiente de que Ben Mendelshon “se lo ponga” y el pueda disfrutar de
vida. Ay, madre. Todo esto es mi trabajo. Que me hace apagar el cerebro ocho
horas al dia y cuando lo enciendo tengo ahí stuff acumulado y salen estas
cosas.